El Pueblo Mágico de Tlayacapan es considerado la "cuna del chinelo" gracias al trabajo de la Banda de Tlayacapan y su fundador Don Brígido Santa María quien en 1923 compuso la melodía del popular brinco del chinelo.
Historia de la Banda de Tlayacapan
La Banda de Tlayacapan se fundó a mediados del año 1870 como una iniciativa familiar del señor Vidal Santamaría y su hijo Cristino Santamaría quienes estuvieron al mando de la agrupación hasta el estallido de la Revolución Mexicana, en la cual, participaron al lado del general Emiliano Zapata en el Ejército Libertador del Sur.
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Más tarde el reconocimiento hacia el grupo creció con Don Brígido a quien se le atribuye la creación de la música de la danza de Chinelos. Además de sones y jarabes para los toros, y de la música fúnebre tradicional de Tlayacapan.
Actualmente es liderada por Cornelio Santamaría y está integrada por al menos 40 músicos entre los cuales hay familiares, amigos y miembros de las comunidades del municipio. En su repertorio resaltan sus composiciones para marchas, valses, canciones rancheras, sones, danzones, pasodobles, boleros, popurrís, polkas, abajeños, pirekuas, entre otros.
Su mensaje
No se trata de una banda de viento común pues es el reflejo del trabajo generacional y la participación comunitaria para enseñar a los jóvenes. Su visión está centrada en crear música inspirada en la naturaleza, paisajes, rituales, festejos y la vida diaria en los pueblos.
"La música es un elemento que une, que integra, que genera identidad, por eso decimos que ser músico es un compromiso con nuestro pueblo", son las palabras descritas de Cornelio Santamaría en el video autobiográfico en celebración a los 100 años de tradición.
Trayectoria mundial
La Banda de Tlayacapan tiene una trayectoria reconocida mundialmente, participaron en el Festival Internacional Cervantino, recorrieron Europa con su gira por España, Francia, Alemania y Suiza. Se presentan de forma recurrente en eventos de Estados Unidos, como en parques temáticos de Walt Disney World de Florida, en New York, Texas, Los Angeles, San Francisco, entre otros lugares.
También fueron reconocidos por el Gobierno de México en 1988 con el Premio Nacional de Ciencias y Artes, así como, la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) les entregó el Doctorado Honoris Causa en 2014.
Su visión y trabajo están plasmados en su libro autobiográfico ¿Quién ha visto un quetzal en cautiverio?, presentado en 2013.