“Mi más sentido pésame a la familia, amigos y colegas de mi querido Dr. Carlos Sierra (mi sensei, como siempre le decía) Director en el sector Primarias en Jiutepec, pero sobre todo gran compañero y excelente docente, siempre dispuesto a compartir y organizar actividades académicas.
Descanse en paz”, escrito por Marlene Ramírez, es tan solo uno de los mensajes que este martes después del medio día comenzaron a colgarse en las redes sociales, dando la mala noticia, primero desapercibida como una larga espera a que sea un error, pero finalmente se confirmó.
Carlos Sierra Becerra, de profesión Contador, luego el ejemplo de su madre lo atrajo para estudiar otra carrera: Educación; para después realizar un doctorado en Literatura, becado en Japón en donde realizó sus estudios post doctorales en la Universidad de Hiroshima.
Transparente como su sonrisa era su amor por la educación, por el de al lado, el prójimo al que también le enseño a ver la educación como una profesión digna: “desde hoy les pido a ninguno de mis alumnos o alumnas les permito que me llamen maestro o profe, soy el profesor Carlos Sierra Becerra”, recuerda una de sus alumnas universitarias a quien conoció hace algunos años.
“Al principio lo vi con un modo altanero de su parte, cómo porqué molestarse si le llamábamos prof, o maestro, o teacher como a otros, después entendí sus ganas de dignificar la docencia, era su estilo muy claro para dirigirse a nosotras, era bondadoso, pero tampoco permitía que le falten al respeto”, agrega, Karina.
Hijo menor de la familia Sierra Becerra, viajero por el mundo, consiente del dolor de las y los niños migrantes, y últimamente seguidor de la lucha colombiana a quienes lanzó varios mensajes que se replican en sus días previos a su deceso.
“iFuerza, mi querida Colombia!”, puso a penas el 4 de mayo, y seguido de ello un mensaje del escritor Gabriel García Márquez; antes el 30 de abril publicó “Porque nunca dejamos de ser niños y la diversión es parte de la vida...”, acompañando una foto en la que simulaba parecerse a una figura de la época de los dinosaurios.
La maestra Laura Coria, quien lo conoció desde hace más de dos décadas en la docencia lo recuerda con cariño, “De esas personas que solo han sabido compartir y entregarse a quien los necesita. Dignificando siempre al docente, al profesor, al maestro. Era director de una escuela primaria en Jiutepec, transitaba entre la educación primaria y la educación superior en instituciones públicas y particulares. Como ser humano de una sonrisa entusiasta, repartiendo ánimo e invitando a las personas a prepararse, especialmente a los maestros y maestras. Promotor incansable del respeto a rol docente; él se declaraba como un hombre de paz, de fe y lo era, riguroso de la producción académica, pero sencillo”.
En sus funciones como director de escuela recuerda parte de su conversación “las situaciones vulnerables de las familias de sus alumnitos de las primarias, más de una vez lo hicieron acudir a las autoridades para intervenir, desde pavimentar calles, hasta alumbrado público, daba clases en aulas a la intemperie, pero nunca dejaba a los niños sin escuela, sin clases”.
El gremio educativo está de luto, añadió, pues además de ser un docente extraordinario, era un gran hijo y un amigo entregado.
“Sigo siendo un aprendiente de la vida…”, autor, Carlos Sierra Becerra.