En la comunidad de la Mezquitera, del municipio de Tlaquiltenango, el agua que llega a los hogares no es potable, no es apta para consumo humano, la fuente de abastecimiento es de un cárcamo del agua que se recupera de la barranca y los escurrimientos del agua de riego.
Este lugar se ubica a 12 kilómetros de la cabecera municipal de Tlaquiltenango, sobre la carretera Jojutla-Chinameca. La atraviesan varias barrancas y el río Cuautla, que desde febrero y hasta mediados de mayo permaneció seco; las pocas lluvias de los últimos días han provocado que nuevamente empiece a correr un poco de agua.
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De acuerdo con Ambrosio Leyva, presidente del Comité de Agua Potable, esta comunidad integrada por menos de 600 habitantes no cuenta con un sistema de agua potable. El agua que reciben las familias no es apta para consumo humano; “está turbia, sucia y muchas veces lodosa”, pero, dice, es lo que se tiene para el uso doméstico.
“La fuente de abastecimiento de nosotros es un cárcamo, un depósito que está enterrado y ahí se recopila el agua que escurre de la barranca; no es agua tratada, es solo el agua que se filtra de la barranca y muchas veces el agua de esta barranca viene de las parcelas de sembradillo que riegan en la parte alta”.
Esta agua en muchas ocasiones arrastra tierra, plásticos, insecticidas y agroquímicos, afirma. “En esta época del año me doy cuenta cómo llega el agua llena de tierra, como chocolate, porque viene de unos escurrimientos de las lluvias.
Antier tardó dos o tres días para llenarse el depósito; se bombea cada ocho días para que al menos la población tenga agua cada ocho días y a veces pasan dos semanas, yo creo que vamos a durar otra semana más sin agua, salvo que se suelten las lluvias.
Hace poco tiempo, cuenta, contaban con una fuente de abastecimiento más limpia; sin embargo se construyó un balneario rústico y, aunque se había prometido que de aquellos pozos se haría uso para surtir a la población, no fue así, “el dueño no quiso hacer la donación formal ni el comodato”, por lo que se quedaron sin esa fuente de abastecimiento.
Ante esta situación tuvieron que regresar al viejo sistema del cárcamo para la población que cuenta con red de agua; el otro 30 por ciento de los habitantes cuenta con unos pozos donde reciben agua de escurrimientos de los achololes.
“Cada uno tiene sus propias mangueras, son particulares y se ven las mangueras junto a la carretera; se rompen, las remiendas, y ellos mismos las cambian, y tienen agua cuando llevan agua los achololes, cuando no hay riego también padece la falta de agua”.
Asegura que mucha gente va a los canales por tambos de agua y aprovechan para bañarse; “solo un 30 por ciento de la población se abastece de la red del cárcamo y pagan una cuota mensual de 30 pesos, es poco lo que se junta para hacer la distribución del agua”.