En esta casa hay algo que no encaja. Florencia lo sabe y quiere descubrirlo. Temerosa e indecisa, va de un lado a otro buscando esa falla, esa incongruencia; la casa es nueva, y si al menos tuviera un espejo le sería más sencillo averiguarlo. A sus 65 años, menuda y cansada, Florencia no está lista para empezar desde cero.
Reliquias
Ocho meses después del 19S, Florencia Morán recibió una nueva vivienda en reemplazo de la que tiró el terremoto. Se ve muy bien y dicen que resistirá sismos de hasta 8.5 grados, pero ella todavía no está lista para habitarla. Así que le pidió a Alejandro, su esposo, conservar unos pocos restos de la casa antigua, que estaba hecha de adobe.
"Yo le digo que no me los tire, porque mi niñez aquí fue y cómo comprende que voy a tirarlos; no, aunque sea un recuerdo quiero tener, porque me gustan estas cositas", dice, señalando un montón de láminas viejas, mientras un dron blanco hace videos de la casa nueva.
Hay reliquias aquí y allá. En la calle, un montón de ladrillos enmohecidos. Dos cuadras después, la antigua plaza del pueblo y el viejo kiosco, que luce solitario, como si ya nadie quisiera relacionarse con las cosas que están condenadas a dejar de existir. Y pensar que hace sólo medio año era el punto al que llegaban todos los víveres, y la gente hacía largas filas para pedir algo.
Reacomodo
Pero La Nopalera, este pueblo de raíces zapatistas, está transformándose. Alejandro Aquileo, esposo de Florencia, dice que todo esto es obra de Dios. "Yo pienso que Dios vino a hacer un reacomodo, a todos los que no tenían se les dio, y las casas que se cayeron fueron reconstruidas. Nosotros lo entendemos como sismo, como terremoto, y cada uno piensa diferente, pero yo estoy agradecido con Dios por lo que ha hecho con nosotros", dice y mira hacia el cielo.
Fundada por Hermilo Chepetla, Eustaquio Jiménez y Delfino Toledano, tres revolucionarios que se refugiaron en estos campos en tiempos de la Revolución Mexicana, "La Nopalera" creció demasiado lento y sus pobladores sufrieron durante décadas las consecuencias del abandono y el rezago social, con familias viviendo en condiciones de hacinamiento, sin agua potable ni drenaje.
Para la mayoría de la gente de aquí, el 19S trajo más beneficios que desgracia. Gracias al apoyo de la fundación "Échale a tu casa" y el programa "Unidos por Morelos", el Gobierno y la iniciativa privada ha empezado a construir hogares nuevos no sólo para las personas que perdieron el suyo aquella tarde, sino también para quienes nunca habían tenido uno.
"Todavía no nos recuperamos, pero a estas alturas de la reconstrucción ya nos encontramos mejor de lo que estábamos antes del terremoto", dice Lucino Bahena, ayudante municipal de La Nopalera.
Dos mundos
En La Nopalera de hoy convergen dos mundos y Florencia acaba de descubrirlo: el mundo pre-moderno, conformado por los hombres y mujeres que cimentaron este pueblo, al que pertenecían ella y su casa de adobe; y el mundo moderno, en el que las casas ya no se construyen como en esos tiempos. Para la gente de aquí, ese mundo llegó de golpe y acostumbrarse a él tomará tiempo. Aprender a usar las llaves de los sanitarios, olvidar el ruido que hacía la lluvia al caer sobre los techos de cartón y el calor insoportable en el verano.
Por eso su caminar dubitativo, temeroso. Son otros tiempos