Chilacayote: la tradición que absorbe el mal humor de los difuntos en Tepoztlán

Descubre la tradición mexicana que utiliza el chilacayote para absorber el mal humor de los difuntos y cómo se integra a las festividades del Día de Muertos en Tepoztlán

Maritza Cuevas / El Sol de Cuernavaca

  · jueves 24 de octubre de 2024

Distintos rostros se plasman en los chilacayotes. / Maritza Cuevas / El Sol de Cuernavaca

Los pueblos del centro de México mantienen una tradición durante la velación del difunto.

En Tepoztlán, se tiene la creencia de que, para evitar que se propague en el espacio el "mal humor del difunto" afectando a los presentes, se debe colocar bajo el féretro un chilacayote partido a la mitad, justo debajo del cuerpo, en la parte central.

"Los pueblos conservan los elementos de la cultura prehispánica que han subsistido a lo largo del tiempo. Nuestros abuelos, por medio de la tradición oral, me platicaron que el chilacayote tiene relación entre el hombre y su entorno en su tránsito al más allá", señaló Jesús Sedano, promotor cultural.

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El tzilacayotli (chilacayote) es una planta silvestre en forma de enredadera trepadora de árboles. Su tallo es anguloso y velloso, el fruto es globoso y mide alrededor de 20 centímetros de diámetro. Generalmente llega a pesar entre cinco y seis kilos; su piel es verde o blanquecina, mientras que por dentro está conformado por semillas de color claro y pulpa dulce.

Suele reproducirse en zonas de clima templado, cálido y seco. Su sistema tradicional es con la temporada de lluvia y en su ciclo natural termina de madurar durante octubre; quizás por eso tiene un papel importante durante la celebración del Día de Muertos.

"Los niños utilizan este fruto para elaborar la tradicional calavera. 'Una limosna para mi calavera' se escucha por las calles de Tepoztlán en las voces de los niños que salen a pedir la tradicional calaverita. Desde las seis de la tarde hasta las diez u once de la noche, la velada se vuelve mágica y mística entre el olor a incienso de las ofrendas en los hogares del pueblo", platicó.

Realización de la calaverita de chilacayote

  • Con ayuda de un plumón se le traza un rostro al chilacayote.
  • Después, con un cuchillo o navaja, se corta el área marcada por la parte de atrás.
  • Se debe sacar todo el relleno de semilla con ayuda de una cuchara, hasta dejar únicamente la cáscara, que tiene una textura dura.
  • Luego se le abren los ojos, la nariz y la boca.
  • En la parte de arriba se le coloca un asa con alambre o lazo, con ayuda de unas pinzas.
  • Para finalizar, en el interior se coloca una cera, emulando una calavera.

Se dice que cada chilacayote representa a un difunto que vuelve a recorrer las calles como lo hizo en vida, por ello debe estar iluminado todo el tiempo.

Los habitantes de los pueblos, y en específico de Tepoztlán, conservan sus raíces y costumbres. Por eso regalan galletas, dulces, fruta, pan e incluso comida a los pequeños que piden su calaverita.

"En cada entrada se ven los chiquigüites que los caseros preparan para repartir, e incluso quienes gusten pueden pasar a ver los altares que han preparado para sus fieles difuntos. Esta es una tradición que se ha mantenido viva y que durante estos días podemos disfrutar, admirando las creaciones de los pequeños en diferentes tamaños y rostros, manteniéndose lo más apegada a nuestros orígenes", relató.

Asimismo, Jesús agregó que "Tepoztlán es el único pueblo en Morelos y en todo México que tiene la creencia de que sus fieles difuntos se quedan ocho días en casa; por ello celebramos La Octava. Ocho días después volvemos a ver los chilacayotes alumbrados por las calles del pueblo".

Cabe destacar que en el zócalo del municipio podemos encontrar el fruto y ahí mismo se puede elaborar el tradicional chilacayote.

Publicado originalmente el primero de noviembre de 2017