/ viernes 12 de febrero de 2021

[Especial] Balneario Los Limones, pionero del cine de oro en Cuautla

El centro recreativo fue por años una extensión del Hotel Vasco; lugares donde se filmaron varios largometrajes de la mejor época del cine nacional

El balneario los Limones, uno de los pioneros junto con Agua Hedionda de lo que llegó a distinguir a Cuautla como La ciudad de los Balnearios, fue construido en el año de 1954 en una extensión de 2 hectáreas, según nos revelan familiares de Eusebio Arburúa, empresario de origen español quien por años fue un gran impulsor de la llamada industria sin chimeneas en esta zona oriente de Morelos a mediados del siglo XX, primero, a través del Hotel Vasco y luego del balneario que hasta la fecha trata de conservar su belleza natural con árboles y paisajes verdes característicos de la región, incluidos 20 árboles de limón, algunos de aquella época.

Florecen los limones

Poco más de una década después de haberse edificado El Vasco, cuyos cimientos colocó Pedro Arburúa, el tío abuelo, comentan los descendientes directos; “nuestro padre Eusebio, que heredó el lugar por acuerdo con el resto de los coherederos de sus bienes, adquirió un terreno a espaldas del hotel que sólo lo dividía la calle que lleva por nombre Gabriel Tepepa”.

En un inicio, nos informan los entrevistados, ese terreno ubicado en los límites del centro histórico y la colonia Emiliano Zapata, era una zacatera, por lo que don Chevo como lo conocían sus amigos, empezó la transformación del lugar para convertirlo primero en un huerto de limones.

“A dos cuadras se podía percibir el aroma de la flor de azahar, característico de los limones, es como años después ya construido el balneario, antes conocido como La Huerta pasó a llamarse Los Limones”, agregan.

Existe una vieja fotografía, en blanco y negro todavía, de cuando se iniciaron los trabajos de construcción de la alberca principal del balneario fechada en ese año de 1954, donde se aprecia a su alrededor el gran paisaje natural que daban los árboles de limón.

“Por eso estamos seguros de la fecha, en ese año se construyó el balneario, el cual por años fungió como una extensión del Hotel Vasco, ya que nuestro padre ofrecía a sus huéspedes el ingreso al balneario como parte del servicio”.

Al principio, explican, los clientes del hotel tenían que salir para cruzar la calle e ingresar al balneario, por lo que poco después el visionario don Chevo mandó construir un puente hecho de herrería por donde los clientes atravesaban del hotel a los Limones para disfrutar del paradisíaco lugar y sus refrescantes aguas, las cuales provienen del manantial ubicado a poco menos de un kilómetro al norte de la ciudad.

Así fue que en aquellos primeros años, el balneario y el Hotel eran dos de los principales polos turísticos de Morelos y en especial de Cuautla, y por consiguiente, recibieron a distinguidos visitantes, sobre todo del mundo de la cinematografía mexicana.

“Había una gran relación de mi padre con el Indio Fernández, y fue como muchos artistas del cine de esa época de oro estuvieron por aquí, con la filmación de más de 300 películas, algunas de ellas grabadas en los Limones y El Vasco, donde en sus pasillos era muy común encontrarse con las figuras de la época como Pedro Armendariz, María Félix, Jorge Negrete, en fin, mi padre trajo el cine a Cuautla, viviendo sus mejores años de gloria cuando él manejó ambos, hotel y balneario”.

Uno de esos largometrajes, señalaron, es la película Yo el aventurero que se filmó en 1958 y se estrenó el 22 de enero de 1959. “Esa película es la que más refleja a nuestro balneario, hay otras donde también aparece, pero en esta es donde más se aprecia justamente por la Hacienda Los Laureles, que es así como le llaman a Los Limones en la película”.

“Son gratos recuerdos de lo que era antes el balneario y el hotel, muchas anécdotas que contar, como los hoyos que dejó en una de las cantinas Pedro Armendariz, ya que estando tomado echó unos tiros y ahí quedaron como recuerdo”.

El balneario Los Limones, fue construido en el año de 1954 en una extensión de 2 hectáreas.

Su estructura en armonía con la naturaleza

Los Limones en esos primeros años contaba con una alberca principal y dos lagos artificiales, donde llegarían habitar hasta 50 gansos y diferente fauna acuática como carpas japonesas, flamencos y hasta un pequeño cocodrilo; estos lagos con el paso del tiempo se fueron transformando en albercas ante la demanda de los clientes.

“Actualmente la principal cuenta con chapoteadero, área infantil y toboganes, la cual tiene una profundidad que va desde los 60 centímetros hasta llegar a lo más profundo en 2.70 metros; otra cuenta con unos arcos que simulan un acueducto y una profundidad de 1.10 metros, y la otra que fue el último de los lagos que se trasformó también en alberca.

Por Los Limones, en sus casi 67 años, han pasado ya varias generaciones de clientes que cuentan que desde sus abuelos y padres han venido a disfrutar de este paradisíaco lugar.

La lucha por subsistir en medio de la pandemia

Después de sufrir daños en el reciente temblor de 2017 con la fractura de la alberca principal y que fue rehabilitada, esta es una batalla más que protagoniza la familia Arburúa por mantener el último tesoro de esa época brillante que hizo florecer don Chevo. En la primera, el Hotel Vasco se perdió a final del siglo con un grupo de 100 trabajadores que apoyados por el Sindicato, en un pleito legal administraron ambos espacios, hotel y balneario, por 10 años, y finalmente lograron un convenio para quedarse con el hotel.

En estos tiempos difíciles ocasionados por la contingencia sanitaria por Covid-19, el balneario empezó una fuerte lucha por subsistir.

Y con una gran nostalgia puntualizaron: “el balneario es lo único que la familia pudimos rescatar de ese patrimonio que era de mi padre”.

“Tenemos una lucha tremenda por mantener el lugar, pagando impuestos, sueldos de trabajadores, y aumentos de sueldos; pero sin ingresos por el cierre”.

envidiable clima arriba de los 30 grados centígrados promedio en Cuautla, hizo que este lugar fuera uno de los principales destinos turísticos de la zona.

El balneario los Limones, uno de los pioneros junto con Agua Hedionda de lo que llegó a distinguir a Cuautla como La ciudad de los Balnearios, fue construido en el año de 1954 en una extensión de 2 hectáreas, según nos revelan familiares de Eusebio Arburúa, empresario de origen español quien por años fue un gran impulsor de la llamada industria sin chimeneas en esta zona oriente de Morelos a mediados del siglo XX, primero, a través del Hotel Vasco y luego del balneario que hasta la fecha trata de conservar su belleza natural con árboles y paisajes verdes característicos de la región, incluidos 20 árboles de limón, algunos de aquella época.

Florecen los limones

Poco más de una década después de haberse edificado El Vasco, cuyos cimientos colocó Pedro Arburúa, el tío abuelo, comentan los descendientes directos; “nuestro padre Eusebio, que heredó el lugar por acuerdo con el resto de los coherederos de sus bienes, adquirió un terreno a espaldas del hotel que sólo lo dividía la calle que lleva por nombre Gabriel Tepepa”.

En un inicio, nos informan los entrevistados, ese terreno ubicado en los límites del centro histórico y la colonia Emiliano Zapata, era una zacatera, por lo que don Chevo como lo conocían sus amigos, empezó la transformación del lugar para convertirlo primero en un huerto de limones.

“A dos cuadras se podía percibir el aroma de la flor de azahar, característico de los limones, es como años después ya construido el balneario, antes conocido como La Huerta pasó a llamarse Los Limones”, agregan.

Existe una vieja fotografía, en blanco y negro todavía, de cuando se iniciaron los trabajos de construcción de la alberca principal del balneario fechada en ese año de 1954, donde se aprecia a su alrededor el gran paisaje natural que daban los árboles de limón.

“Por eso estamos seguros de la fecha, en ese año se construyó el balneario, el cual por años fungió como una extensión del Hotel Vasco, ya que nuestro padre ofrecía a sus huéspedes el ingreso al balneario como parte del servicio”.

Al principio, explican, los clientes del hotel tenían que salir para cruzar la calle e ingresar al balneario, por lo que poco después el visionario don Chevo mandó construir un puente hecho de herrería por donde los clientes atravesaban del hotel a los Limones para disfrutar del paradisíaco lugar y sus refrescantes aguas, las cuales provienen del manantial ubicado a poco menos de un kilómetro al norte de la ciudad.

Así fue que en aquellos primeros años, el balneario y el Hotel eran dos de los principales polos turísticos de Morelos y en especial de Cuautla, y por consiguiente, recibieron a distinguidos visitantes, sobre todo del mundo de la cinematografía mexicana.

“Había una gran relación de mi padre con el Indio Fernández, y fue como muchos artistas del cine de esa época de oro estuvieron por aquí, con la filmación de más de 300 películas, algunas de ellas grabadas en los Limones y El Vasco, donde en sus pasillos era muy común encontrarse con las figuras de la época como Pedro Armendariz, María Félix, Jorge Negrete, en fin, mi padre trajo el cine a Cuautla, viviendo sus mejores años de gloria cuando él manejó ambos, hotel y balneario”.

Uno de esos largometrajes, señalaron, es la película Yo el aventurero que se filmó en 1958 y se estrenó el 22 de enero de 1959. “Esa película es la que más refleja a nuestro balneario, hay otras donde también aparece, pero en esta es donde más se aprecia justamente por la Hacienda Los Laureles, que es así como le llaman a Los Limones en la película”.

“Son gratos recuerdos de lo que era antes el balneario y el hotel, muchas anécdotas que contar, como los hoyos que dejó en una de las cantinas Pedro Armendariz, ya que estando tomado echó unos tiros y ahí quedaron como recuerdo”.

El balneario Los Limones, fue construido en el año de 1954 en una extensión de 2 hectáreas.

Su estructura en armonía con la naturaleza

Los Limones en esos primeros años contaba con una alberca principal y dos lagos artificiales, donde llegarían habitar hasta 50 gansos y diferente fauna acuática como carpas japonesas, flamencos y hasta un pequeño cocodrilo; estos lagos con el paso del tiempo se fueron transformando en albercas ante la demanda de los clientes.

“Actualmente la principal cuenta con chapoteadero, área infantil y toboganes, la cual tiene una profundidad que va desde los 60 centímetros hasta llegar a lo más profundo en 2.70 metros; otra cuenta con unos arcos que simulan un acueducto y una profundidad de 1.10 metros, y la otra que fue el último de los lagos que se trasformó también en alberca.

Por Los Limones, en sus casi 67 años, han pasado ya varias generaciones de clientes que cuentan que desde sus abuelos y padres han venido a disfrutar de este paradisíaco lugar.

La lucha por subsistir en medio de la pandemia

Después de sufrir daños en el reciente temblor de 2017 con la fractura de la alberca principal y que fue rehabilitada, esta es una batalla más que protagoniza la familia Arburúa por mantener el último tesoro de esa época brillante que hizo florecer don Chevo. En la primera, el Hotel Vasco se perdió a final del siglo con un grupo de 100 trabajadores que apoyados por el Sindicato, en un pleito legal administraron ambos espacios, hotel y balneario, por 10 años, y finalmente lograron un convenio para quedarse con el hotel.

En estos tiempos difíciles ocasionados por la contingencia sanitaria por Covid-19, el balneario empezó una fuerte lucha por subsistir.

Y con una gran nostalgia puntualizaron: “el balneario es lo único que la familia pudimos rescatar de ese patrimonio que era de mi padre”.

“Tenemos una lucha tremenda por mantener el lugar, pagando impuestos, sueldos de trabajadores, y aumentos de sueldos; pero sin ingresos por el cierre”.

envidiable clima arriba de los 30 grados centígrados promedio en Cuautla, hizo que este lugar fuera uno de los principales destinos turísticos de la zona.

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