Para Fidel Alejandro Sánchez, investigador titular A del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y presidente de la Academia de Ciencias de Morelos (ACMor), el estado actual de la innovación tecnológica y científica en México y en Morelos se compara a un edificio del que ni siquiera se han terminado de construir los cimientos, pero con el potencial de convertirse en un rascacielos.
Durante 2020, la disminución de financiamiento público a proyectos de investigación ha tenido una caída del 56 por ciento comparado con el año pasado, situación que complica todavía más el escenario al que se enfrentan los investigadores del país, con poco apoyo del sector privado y un rezago en el área de al menos dos décadas que tampoco ha permitido detonar el desarrollo tecnológico necesario para resolver nuestros problemas sociales y económicos como mexicanos.
“Seguimos construyendo los cimientos, pero todavía no llegamos ni siquiera a hacer la planta baja como para decir que nos vamos a hacer un edificio de dos, tres, cinco, diez pisos o un rascacielos, y eso no va a cambiar si no se abona mucho a alguno de estos factores, y sobre eso ya podemos empezar a abordar muchos otros que no solamente no permiten el desarrollo de la ciencia, sino de cualquier otra cosa en el país”, explica el experto en genómica.
Pero ¿por qué no se le apuesta tanto como debería a la ciencia en México y Morelos? ¿Acaso es que el rezago frena la confianza en desarrollos tecnológicos efectivos? Para nada.
De hecho, el talento de los investigadores mexicanos se ha demostrado a nivel internacional desde distintas áreas, pasando por la medicina y la tecnología.
Destacados ejemplos
En México, la picadura de alacrán ha sido siempre un problema de salud pública que ha causado la muerte de miles de niños, jóvenes y adultos, pero en la década de 1990 el trabajo de Alejandro Alagón, investigador del Instituto de Biotecnología de la UNAM, en Morelos, permitió desarrollar un antiveneno efectivo, el conocido “Alacramyn”.
Además, las investigaciones de Alagón y del profesor brasileño Lourival Possani dieron como resultado el desarrollo de varios antivenenos que hoy siguen comercializándose a nivel global.
“Ha habido incursiones para estos desarrollos tecnológicos que se basan en la ciencia, pero a final de cuentas lo que hace falta en el país es esta cuestión de la innovación, que es monetizar, sacar dinero de una invención, y esa es la parte que ha faltado un poco en el estado”, explica el presidente de la ACMor.
Para comprender lo que ocurre en Morelos en el terreno de la investigación hay que entender el término innovación, que es el paso a través del cual un desarrollo tecnológico deja de ser una idea para convertirse en un producto, servicio o procedimiento nuevo con una aplicación exitosa, imponiéndose en el mercado a través de la difusión.
En Morelos, como en México, este es el paso que pocas veces se ha dado por falta de inversión, aunque se trata de un problema multifactorial en el que también se ve implicada la falta de planeación y una dirección adecuada.
Cuando todos estos ingredientes se unen a favor de un proyecto con potencial de cambiar la vida de las personas, nos seguimos encontrando con ejemplos destacados de investigadores mexicanos que no solo están relacionados con la medicina, sino también con la tecnología, como el entorno de escritorio para sistemas operativos GNU/Linux, Unix y derivados que, a fines del siglo pasado, los mexicanos Miguel de Icaza y Federico Mena desarrollaron bajo el nombre de “GNOME”.
Su valor en la vida diaria
A pesar de que la pandemia de la Covid-19 nos permitió revalorar el trabajo de la comunidad científica, puede que todavía no le demos la magnitud al trabajo de nuestros investigadores, los que comparten con nosotros el territorio del país y que, día tras día, despiertan con el deseo de que su trabajo contribuya a ofrecer soluciones a nuestros problemas.
“Los científicos podemos hacer mucho por la sociedad y la sociedad da un lugar a los científicos, pero también necesitamos de ellos para tener retroalimentación, y eso viene de la divulgación y la comunicación”, afirma el doctor Alejandro.