Para el comercio en general, al igual que las familias en el ámbito social el mes de diciembre es el momento ideal para reactivar la economía, estar cerca de los seres queridos y renovar y replantear los objetivos; sin embargo, en algunos momentos la economía, el pilar de toda sociedad, ha enfrentado momentos severos, y los mexicanos lo tienen bien presente; cuando nuestro país fue parte importante de la crisis de 1994, en el llamado "error de diciembre", para llegar a lo que después se denominó el "efecto tequila".
Se ha escrito mucho sobre qué provocó aquel periodo trágico y negro en la economía del país; los expertos señalan que la crisis económica de México de 1994 fue provocada por la falta de reservas internacionales, causando la devaluación del peso mexicano durante los primeros días de la presidencia de Ernesto Zedillo.
Basta decir que en ese momento a unas semanas del inicio del proceso de devaluación de la moneda mexicana, el entonces presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton solicitó al Congreso de su país la autorización de una línea de crédito por 20 mil millones de dólares para el Gobierno mexicano, a efecto que le permitieran garantizar a sus acreedores el cumplimiento cabal de sus compromisos financieros denominados en dólares.
Primero hay que recordar que el priísta tomó posesión el 1 de diciembre de 1994. A los pocos días de estar el frente del ejecutivo federal, en una reunión con un grupo de empresarios mexicanos y extranjeros, adelantó sobre la devaluación que vendría, "la cual sólo planeaba subir la banda de la tasa de cambio fija un 15%, hasta los 4 pesos por dólar (de 3.4 pesos que se encontraba en promedio en ese año), así como terminar con muchas de las prácticas económicas no ortodoxas (como la compra de deuda ante la situación del país), y así detener la fuga de dólares de las reservas internacionales", escribió el portal Plano Informativo.
No obstante una vez que ha pasado ese escenario, aquellos que criticaron la administración Zedillista reconocieron que aunque la devaluación era necesaria y económicamente coherente, se manejó incorrectamente en términos políticos; porque al haber anunciado sus planes de devaluación, muchos extranjeros retiraron sus inversiones del territorio nacional, lo que trajo como consecuencia que se agravaran los efectos de la devaluación. Sin poder mantener la nueva banda de la tasa de cambio, a principios de 1995, la administración de Zedillo decidió establecer el sistema de libre flotación del peso, el cual llegaría a 7.20 pesos por dólar en tan sólo una semana.
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Por estos sucesos, aquellos negocios mexicanos que tenían deudas en dólares, o que se confiaron en comprar suministros de Estados Unidos, sufrieron un golpe inmediato, con un despido masivo de empleados y varios suicidios producto de la tensión de las deudas. Para empeorar la situación, el anuncio de la devaluación se dio a mitad de semana en un miércoles, y durante el resto de la semana los inversionistas extranjeros huyeron del mercado mexicano sin que el gobierno hiciera ninguna acción para prevenirlo o desalentarlo hasta el siguiente lunes cuando ya todo era muy tarde.
El experto en temas financieros Enrique Quintana, describió acertadamente los pasos del vaivén en que ha vivido la moneda mexicana, en las ultimas décadas en una publicación del 2015. Advirtió que con la renegociación de la deuda externa en 1989 se logró una relativa estabilidad de la moneda mexicana. "Entre el último día de ese año y el 30 de noviembre de 1994 (ya con un peso al que se quitaron tres ceros), la devaluación fue de 28 por ciento, a un promedio de 5.0 por ciento al año".
Sin embargo el 20 de diciembre de 1994, ya en el gobierno de Zedillo, se dio la última devaluación en un régimen de tipo de cambio relativamente controlado. El dólar pasó de 3.46 a 4.99 al final de ese año, un alza de 44 por ciento.
Y es que fue en el gobierno del priísta cuando comenzó aplicarse el llamado sistema de libre flotación.
Por ello, el siguiente brinco importante ocurrió luego de la crisis financiera rusa de 1998. Durante el sexenio de Fox hubo poco movimiento y la depreciación del dólar fue de apenas 2.5 por ciento al año.
CRISIS MUNDIAL
Aunque el fenómeno no tuvo origen en México evidentemente impacta enormemente a todas las naciones, por eso el 2008 ha quedado marcado en la historia de la economía mundial, ya que fue una época en la que estalló una de las mayores crisis en la historia del capitalismo, la cual se conoce como la gran recesión, escribieron Carlos Alberto Gómez Prado y Jaime Jesús Costilla Enríquez de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, de la ciudad de Morelia, Michoacán.
Y es que señalaron que esta crisis en particular se relaciona con el mercado hipotecario en Estados Unidos, en el cual se gestaron una serie de problemas que llevaron a la quiebra a empresas financieras de gran tradición en ese país, tal es el caso de Lehman Brothers, por ejemplo.
Una vez que pasaron los meses de incertidumbre ante la crisis, el tipo de cambio en México, se estabilizó y registró un promedio entre 12.38 y 13 pesos por dólar en los años restantes de la administración de Felipe Calderón, manteniéndose aproximadamente en este nivel en el primer año y hasta la mitad del sexenio de Enrique Peña Nieto.
LA DEPRECIACIÓN
Hoy México no está en crisis, ni en recesión o estancamiento, los expertos señalan que la economía mexicana pasa por una etapa de depreciación o depresión. Pero para algunos analistas hay cosas que en México desafortunadamente se repiten como un patrón familiar. El peso ha perdido más de la mitad de su valor en el último año en relación con el dólar estadounidense.
Ingredientes específicos contribuyen al recurso de la expansión monetaria. Estos incluyen, un estado expandido que requiere un mayor gasto, una economía más débil e ingresos fiscales más bajos, y una disminución de la confianza internacional, señala Ferguson Hodgson.
Esto es que la deuda nacional de México creció 400 por ciento entre 2007 y 2017, y continúa su trayectoria ascendente hacia 1 billón de dólares, por lo que aún está por ver cómo planea revertir esa situación. El aumento del salario mínimo y la entrega de 2.6 millones de becas universitarias para jóvenes desempleados empujan en la dirección opuesta a lo que realmente planean las autoridades.
"La economía y el peso mexicano penden de un hilo, en torno a si AMLO lleva a cabo o no su plataforma. Las primeras señales sugieren que lo hará, y los mexicanos ya están sintiendo la destrucción", destacó, Hodgson.
En el análisis Devaluaciones históricas del peso mexicano, Carlos Alberto Gómez Prado y Jaime Jesús Costilla Enríquez de la Universidad Michoacana, señalan que en la época actual se desarrolla en un período de incertidumbre política y económica, lo cual regularmente tiene efectos significativos en el tipo de cambio. "La depreciación actual del peso mexicano es resultado de muchos factores, siendo de carácter externo los que más peso tienen en dicho fenómeno.
Si bien los ingresos petroleros ya no tienen la relevancia que tenían hace algunas décadas tanto en las finanzas públicas mexicanas como con relación al PIB, es indiscutible que una baja tan sustancial en los precios de exportación de este producto repercute de manera importante en la entrada de divisas al país, lo cual a su vez conlleva a un incremento en el tipo de cambio".
Otro factor que influyó en el proceso alcista actual de la paridad cambiaria es de carácter especulativo y está relacionado con los montos de inversión extranjera indirecta en México.
NO HAY CRISIS
Aunque las autoridades insisten en todo momento que no hay crisis, no viene un nuevo error de diciembre, ni la economía está en recesión, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la incertidumbre financiera que existe en México se debe a retrasos en la ejecución del presupuesto, baja inversión público-privada y la tardanza en la ratificación del T-MEC. Incluso el pronóstico de crecimiento económico de 0.2 por ciento para este año sigue en pie, declaraba en noviembre del 2019 la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena.
Presumió que con las reformas que tiene preparadas la administración estatal será conveniente mejorar la calidad y eficiencia del gasto público, que este año tuvo muchos problemas, fortaleciendo herramientas para la inclusión laboral y para que haya una mayor inversión del sector privado.
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