El Casino de la Selva fue un complejo turístico muy importante en la Ciudad de la Eterna Primavera por su agradable clima y cercanía con la Ciudad de México. Fue inaugurado en 1931 y por muchos años recibió a miles de visitantes, locales, nacionales e internacionales, para su recreación y diversión.
Octavio Sedano, presidente del Consejo de Cronistas, nos comparte la historia de este importante lugar, que por muchos años mantuvo a Cuernavaca, como uno de los destinos turísticos más importantes en México y el mundo.
“En los años veinte, Plutarco Elías Calles, llegó con todo su séquito a Cuernavaca y se instauraron en la ciudad, adquiriendo sus casas en la avenida Morelos, con este suceso, durante el mandato de Don Vicente Estrada Cajigal, siguiendo la idea de Baja California, se pensó en abrir un casino y espacio recreativo en la ciudad".
Estrada Cajigal autorizó la construcción del conjunto y se le encomendó a la Compañía Hispanoamericana de Hoteles, empresa que se encargaba de la planeación de espacios destinados al turismo y aparece por primera vez Don Manuel Suárez y Suárez, un empresario español que adquirió fama por hacer negocios con los políticos, pues se caracterizó por ser muy hábil para tratar porque tenía un don increíble de la palabra, él fue quien ejecutó la casa de juegos.
En 1931 se inaugura el complejo como Casino de la Selva, en un predio de 10 hectáreas rodeado de mucha naturaleza, entre manantiales y una variedad de vegetación. El casino se instaló muy cerca de La Estación de Ferrocarriles, con el objetivo de que las personas que llegaran a la ciudad, se trasladaran fácilmente al paradisiaco lugar.
Cabe destacar que cuando se abrió el casino, la Compañía Hispanoamericana de Hoteles nunca pudo salvar su deuda con el Estado, ni con los constructores, por lo que Manuel Suárez y Suárez que era el principal acreedor, se quedó con él en 1934.
Alrededor de 1946, llega a México el arquitecto Jesús Marti Martín, exiliado de España, gran amigo de Manuel Suárez y Suárez, por lo que proyectó una remodelación del casino para extender el espacio y tener más opciones para el entretenimiento de los visitantes.
En esa intervención Marti, le dio un carácter muy similar al del Hotel Mocambo de Veracruz, que también perteneció a Manuel Suárez y Suárez; y también destacó la presencia del arquitecto Félix Candela, quien también llegó exiliado a México, y fue acogido por Manuel Suárez y Suárez, por lo que colaboró en la remodelación junto a Marti.
“Félix Candela, es el arquitecto que hizo Palmira, por eso el Casino de la Selva tenía mucha semejanza con la arquitectura de las casas y la iglesia de Palmira”.
La última remodelación del Casino de la Selva fue a principios de los ochenta, y en aquel momento se cambió el acceso principal a la calle Vicente Guerrero, pues anteriormente era por Leandro Valle.
Se cuenta que Manuel Suárez y Suárez tenía fama de no pagar entre la sociedad morelense, “llegaban los acreedores a cobrarle y era muy duro para pagar, y eso fue parte, para que el gobierno del estado en la época de Lauro Ortega, le embargara la propiedad porque no había pagado sus impuestos”.
Alrededor de la década de los setenta, Manuel Suárez y Suárez, dejó de lado su interés en el Hotel Casino de la Selva y se concentró en el Hotel México, por lo que el complejo se fue deteriorando. Después del fallecimiento de Manuel Suárez y Suárez en 1987, el Casino dejó de ser una gran atracción, por lo que el lugar se ocupó como spa y ocasionalmente se rentaba como espacio para eventos como bodas, fiestas y graduaciones.
Posteriormente, el Casino de la Selva estuvo abandonado y se deterioró rápidamente, por lo que las autoridades patrimoniales por no evaluar la propiedad y fue transferida al Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa).
Para el 2001, los edificios estaban totalmente deteriorados y fue vendido muy por debajo de su valor en aproximadamente 10 millones de pesos a una empresa comercial.
“En el 2001, lo adquiere una empresa para hacer el conjunto comercial que conocemos hoy en día. Fue así como terminó el complejo turístico más importante de Morelos, y que regaló a los turistas y a los morelenses, gratos e inolvidables momentos de convivencias, alegría y entretenimiento”.