“Un artista, es un niño que sobrevivió”, frase dicha por Pablo Picasso, que identifica la vida y trayectoria del pintor Hugo Ortiz Blas, quien desde muy pequeño comenzó a dibujar sin tener una idea clara de lo que hacía, pero que sin duda, disfrutaba muchísimo.
Hugo Ortiz es originario de Guerrero, creció en un pueblo que describe como marginado pero muy bonito, con una infancia totalmente libre, etapa que disfrutó al máximo y donde comenzó su aventura como dibujante.
“Desde que tengo uso de razón y memoria, siempre me he recordado con un lápiz y una hoja en las manos. Viví y crecí los primeros años, en un pueblo marginado de Guerrero pero muy bonito, allá había mucho barro y con los aguaceros me gustaba mucho hacer figuras, también con una varita hacía dibujos gigantes, dibujaba con hojas y plantas en las paredes o incluso con el carbón que utilizaban donde echaban las tortillas. Fue una parte muy intuitiva, yo no sabía que había una carrera de esto”, expresó.
Recuerda que a su papá le llegaban unos libros a casa, como una especie de anuario a nivel mundial con recopilaciones sobre ciencia, tecnología, cultura y arte, que a él le llamaban mucho la atención, viendo algunas imágenes en los libros que descubrió que lo que hacía tenía un nombre: ser artista.
En alguno de esos libros, venían cuadros de Rembrandt y Picasso que se habían subastado por mucho dinero y unos dibujos de Leonardo y Miguel Ángel que acababan de descubrir. Cuando vi esas imágenes, fue el clic y le dije a mi mamá ‘Yo soy esto’, no sabía qué era, pero fue algo raro que sentí. Hay series de trabajos que tengo que son ideas de niño, pero jamás me imaginé que las ideas pueden trascender tanto y materializarse
Hugo continuó su formación escolar como cualquier otro niño, sin embargo, la escuela le parecía muy aburrida, pues él sólo quería dibujar y plasmar sus ideas y todo lo que veía en el papel; “estudié la escuela por obligación (risas), en la primaria me la pasaba haciendo comics que tuvieran que ver con los compañeros de clase. En la secundaria lo perfeccioné más y sacaba copias para vendérselas. No sé cómo salí de la prepa, pero siempre supe lo que iba a hacer de mi vida y comencé a trabajar en cosas relacionadas al arte”, dijo.
En algún momento, cuando debía ingresar a la universidad, por influencia familiar tuvo el desatino de estar un semestre en arquitectura, pues le decían que estudiando arte sólo se iba a morir de hambre.
“Estuve en Arquitectura, pero cuando comienzas las matemáticas, supe que eso no era para mí. Mi familia no estaba de acuerdo que dejara la carrera, y yo les decía pero los pintores y los músicos deben de vivir de algo si no ya se hubieran extinto desde hace mucho, el hecho que ustedes no sepan, no se puede decir que no se pueda".
"Me envalentoné, y tomé la decisión de estudiar artes y ha sido la mejor de mi vida. Desde que inicié profesionalmente en esto, no te puedo decir que trabajé porque alguien que hace lo que le gusta y le pagan, es como si estuviera toda su vida de vacaciones y esa sensación la experimenté cuando estaba en la secundaria, que siempre deseaba que llegaran las vacaciones de verano, porque me levantaba súper temprano y me la pasaba todo el día dibujando”, señaló.
Ya radicando en Cuernavaca, Hugo ingresó al Centro Morelense de las Artes, pero después decidió cambiarse a la Facultad de Artes de la UAEM, siendo uno de los alumnos de la primera generación de dicha facultad. A la par de eso, tuvo la fortuna de tomar talleres y trabajar con pintores como Rafael Cauduro, Alejo Jacobo y Guillermo Monroy, quienes han sido gran influencia en su vida.
“El haber estado con ellos me abrió mucho el panorama, porque tenía la idea en la escuela de que esto era como un pasatiempo, pero cuando me platicaron de su vida dije, claro que sí se puede y entendí que dedicarse a esto es una cuestión de resistencia y persistencia, y que lo satisfactorio está en que haces lo que te gusta”, mencionó.
Durante su carrera, Hugo ha utilizado diversas técnicas artísticas pues considera que la experimentación es una gran fuente de aprendizajes que le ha permitido crear obras muy diversas y abre el panorama a muchos posibilidades creativas. Pero una de sus grandes pasiones ha sido el comic y la caricatura, por lo que estuvo trabajando durante 10 años en un periódico morelense y organizó varias exposiciones con caricaturistas importantes como Ríus y Naranjo.
En su trayectoria, podemos ver que es considerado el pintor más joven que ha expuesto en el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago, pues cuando tenía 26 años lo invitaron para realizar una muestra individual, siendo además, la primera a nivel internacional.
“Acababa de terminar una serie de dibujos gigantes, y no había redes sociales ni nada de eso; no sé cómo conocieron mi trabajo, pero me llegó una invitación para exponer allá. Primero pensé que era exposición colectiva, pero no, era para exposición individual y ocupar una sala entera. Y bien dicen que nadie es profeta en su tierra, un año antes solicité espacio en el Jardín Borda y me dijeron que sí, después cuando vieron mi edad me dijeron que no podía exponer ahí porque estaba muy joven”, detalló.
A raíz de eso vinieron más exposiciones por Estados Unidos, México y Latinoamérica; asimismo sus obras forman parte de importantes colecciones en Europa.
Transformación Visual de la UAEM
Además de continuar con su trabajo como artista, desde hace cinco años, Hugo Ortiz se ha involucrado en un proyecto de transformación visual para la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM).
“Nuestro objetivo es plasmar en todos los espacios de la universidad, murales, esculturas e intervenciones en edificios para generar una identidad visual con un espíritu académico. Hemos hecho piezas en biología, y actualmente trabajamos un mural sobre Emiliano Zapata para el auditorio”, mencionó.
Dentro de las funciones del proyecto, está la difusión y divulgación del arte involucrando a jóvenes estudiantes de la Facultad de artes. Organizando exposiciones en distintos espacios de la UAEM, el proyecto se enfoca en el rescate de espacios con características artísticas que crearles una vocación y así llevar el arte a toda la gente.
El arte es una necesidad, pero si no aprendemos a priorizarla, nunca se va a entender como tal y la mejor manera, es hacer este tipo de exposiciones que no necesariamente deben estar en un museo o galería
En mayo, gracias a este proyecto fue galardonado con el premio Gaviota Internacional en la categoría de artes plásticas, siendo el único pintor mexicano que destaca este año con la distinción.
