[Especial] ¿El poder enferma?

Hace unas semanas, el Partido Acción Nacional (PAN) presentó una iniciativa de reforma para que el presidente de México, su gabinete y el fiscal general presenten un informe de su estado de salud mental, que sea público y accesible para la población. Dicha propuesta resulta llamativa porque lograría que quienes ocupen estos puestos sean mentalmente estables, pero, en la práctica, podría enfrentarse a algunos problemas.

De acuerdo con el psicólogo Samuel Islas Ramos, integrante del Consejo Mexicano de Psicología (Comepsi), exponer el estado de salud mental de un presidente puede resultar contraproducente en tanto que se trata del representante de la nación no sólo dentro, sino también fuera de ésta, pero además porque contraviene la Ley Federal de Protección de Datos Personales: “Nos tenemos que adherir a esa Ley y los psicólogos no podemos dar cuenta de ningún caso de ningún paciente”, explica.

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Pero ello no significa que los psicólogos mexicanos estén en contra de que la salud mental sea un requisito para que cualquier persona aspire a ocupar un cargo público, gobernar un municipio, un estado o la nación. De hecho, la psicología mexicana es consciente de que los gobernantes que ha tenido México pueden ser identificados con uno o más trastornos de la personalidad, a veces desarrollados cuando están al frente del gobierno:

“Definitivamente sí, y creo que eso habla del sistema político, porque el mismo sistema ha llegado a enfermar a los políticos”, opina.

Un precedente

En 2015, el Comepsi presentó una propuesta al Poder Judicial de la Federación para incorporar una evaluación psicométrica a los candidatos a jueces y magistrados. La respuesta, según recuerda Islas Ramos, fue un no categórico, pues los jueces cuestionaron la metodología que se aplicaría en el proceso y lanzaron a la mesa una nueva pregunta: ¿quién evaluaría a los psicólogos?

“Se le pedía muy respetuosamente al poder judicial incorporar una evaluación psicométrica a los candidatos a jueces y magistrados, pero la respuesta fue categórica… Ahí se quedó, en letras muertas”.

Una metodología viable

Que la salud mental sea un requisito para aquellas personas que aspiran a ocupar un cargo de elección popular podría contribuir a mejorar la calidad del gobierno y brindaría certeza a la sociedad sobre quienes lo ejercen, pero no es para nada un asunto sencillo de llevar a cabo. En primer lugar, la evaluación debe sujetarse a la privacidad de las personas. Para Islas Ramos, una forma viable de conseguirlo es por medio de una “triada ciega”, en la que el grupo de especialistas que participaría en el procedimiento se divida en tres subgrupos que no tengan forma de filtrar información entre sí mismos.

“Sería una triada ciega donde haya psicólogos que apliquen las pruebas, otros que integren la información y la interpreten, y otros más que sean un filtro, una auditoría científica”, detalla.

De lo que el especialista está seguro es que evaluar el estado psicólogo de los gobernantes generará varios beneficios para el país: “Sería muy viable la atención de hacer una evaluación psicológica para las personas que tendrían la oportunidad de gobernar un municipio, un distrito, una senaduría y el presidente de la República, pero bajo un esquema predefinido, y creando comités científicos serios; eso le daría una gran certeza a nuestra sociedad en lo futuro, aparte de que seríamos pioneros en ese sentido”.

Un acercamiento a dos expresidentes

Si bien un diagnóstico psicológico requiere de la realización de pruebas, algunos aspectos del comportamiento que mostraba Enrique Peña Nieto permitirían identificar rasgos del trastorno histriónico de la personalidad, así como del trastorno narcisista, según considera Samuel Islas, si bien reconoce que basarse sólo en la observación tiene sus limitaciones.

“Las personas le decían que era muy guapo, muy maravilloso, y buscaba tomarse la foto con todo el mundo”, menciona.

El especialista se acerca a otro expresidente. “Le costaba trabajo tomar decisiones, decir si sí o si no”.

Se refiere a Ernesto Zedillo Ponce de León, en quien podrían identificarse rasgos del trastorno de la personalidad por dependencia.

¿MENTES ESTABLES?

Trastornos de la personalidad que un gobernante puede manifestar

Límite de la personalidad: Se esfuerzan para evitar un abandono real o imaginado. La percepción de un inminente rechazo o separación puede ocasionar cambios profundos en la autoimagen, afectividad, cognición y comportamiento.

Histriónico de la personalidad: No están cómodos o se sienten despreciados cuando no son el centro de atención. Son vivaces y dramáticos y tienden a llamar la atención.

Narcisista de la personalidad: Tienen un sentido grandioso de autoimportancia. Sobrevaloran sus capacidades y exageran sus conocimientos y cualidades, por lo que suelen dar la impresión de ser jactanciosos y presuntuosos.

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