/ miércoles 1 de abril de 2020

[Especial] En este lugar no existe el Coronavirus

En los albergues cañeros no hay cuarentena ni pánico. Ahí, todo transcurre con normalidad; la zafra está por concluir y el precio continúa igual

Aquí no existe el coronavirus, tampoco las medidas sanitarias de prevención y mucho menos una cuarentena. En los albergues jornaleros todo sigue exactamente igual. Para esta clase social no existen esas enfermedades.

Mientras afuera todo está prácticamente paralizado por el coronavirus, los cañeros apenas se han enterado de su existencia a través de unas hojas de colores pegadas en las ventanas del salón de clases que se ubican al interior del albergue y de lo poco que han llegado a escuchar a través de las noticias.

Aquí las familias no tienen medidas de prevención, es más, casi nadie cree que esta enfermedad sea real; “son mentiras y cuentos de las autoridades”, afirman.

“Señorita, usted que sabe, ¿si es verdad eso que dicen de la enfermedad esa o sólo nos están engañando?; yo no creo que eso sea verdad, yo no creo que exista en Morelos, aquí nosotros nunca nos enfermamos”, afirma Yanet, una de las mujeres que habita este albergue ubicado en Cuautla.

Rosaura Hernández | El Sol de Cuautla

Al parecer, el coronavirus y toda la información que surge sobre la enfermedad sólo afecta a ciertas clases sociales; los más pobres no sabe con exactitud qué es, cómo se contagia y, mucho menos, cómo se previene; por el contrario, cuando alguien externo se acerca a platicar con ellos, las mujeres jornaleras y su hijos se acercan a preguntar qué es esa enfermedad famosa y cómo se transmite, pero, incrédulos, afirman que todo eso es mentira.

Ellos no se lavan las manos constantemente, tampoco utilizan gel antibacterial o cubrebocas. Sus medidas higiénicas son bastante limitadas.

Rosaura Hernández | El Sol de Cuautla

Mientras algunas personas tiene el privilegio de las cuarentenas pagadas, de resguardarse en sus casas o de gastar miles de pesos en las compras de pánico, la vida en los albergues sigue completamente igual, por el contrario, como el fin de la zafra cada día se acerca más, el trabajo de corte de caña se incrementa, hombres y mujeres salen desde las 5:30 de la mañana a los campos a cortar la vara dulce.

Ninguna de las asociaciones cañeras ha parado labores, tampoco en los ingenios azucareros, a decir de los liderazgos en entrevistadas pasadas han señalado que ellos no pararan labores a menos que las dirigencias nacionales así lo indiquen, pero eso es difícil, pues se tiene contemplado que la zafra termine en el mes de mayo.

Para los jornalero,s el tr;bajo se ha incrementado y pese a la contingencia se sigue pagando a 42 pesos la tonelada de caña cortada, sector salud no ha acudido a los albergues a llevarles las medidas sanitarias de prevención, tampoco han recibido los desayunos comunitarios para los niños, al menos en las últimas semanas.

Los trabajos de las maestras rurales también se suspendieron, sólo se les notificó que por el Covid-19 los niños no estrían recibiendo clases hasta nuevo aviso.

El Coronavirus es elitista pues sus efectos no llegan a todos, parece ser que algunos son “ invisibles” para la enfermedad y para las acciones sanitarias alrededor del mundo, de nueva cuenta los que menos tienen son los que se dejan al último en la cadena social.

Rosaura Hernández | El Sol de Cuautla


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Aquí no existe el coronavirus, tampoco las medidas sanitarias de prevención y mucho menos una cuarentena. En los albergues jornaleros todo sigue exactamente igual. Para esta clase social no existen esas enfermedades.

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Aquí las familias no tienen medidas de prevención, es más, casi nadie cree que esta enfermedad sea real; “son mentiras y cuentos de las autoridades”, afirman.

“Señorita, usted que sabe, ¿si es verdad eso que dicen de la enfermedad esa o sólo nos están engañando?; yo no creo que eso sea verdad, yo no creo que exista en Morelos, aquí nosotros nunca nos enfermamos”, afirma Yanet, una de las mujeres que habita este albergue ubicado en Cuautla.

Rosaura Hernández | El Sol de Cuautla

Al parecer, el coronavirus y toda la información que surge sobre la enfermedad sólo afecta a ciertas clases sociales; los más pobres no sabe con exactitud qué es, cómo se contagia y, mucho menos, cómo se previene; por el contrario, cuando alguien externo se acerca a platicar con ellos, las mujeres jornaleras y su hijos se acercan a preguntar qué es esa enfermedad famosa y cómo se transmite, pero, incrédulos, afirman que todo eso es mentira.

Ellos no se lavan las manos constantemente, tampoco utilizan gel antibacterial o cubrebocas. Sus medidas higiénicas son bastante limitadas.

Rosaura Hernández | El Sol de Cuautla

Mientras algunas personas tiene el privilegio de las cuarentenas pagadas, de resguardarse en sus casas o de gastar miles de pesos en las compras de pánico, la vida en los albergues sigue completamente igual, por el contrario, como el fin de la zafra cada día se acerca más, el trabajo de corte de caña se incrementa, hombres y mujeres salen desde las 5:30 de la mañana a los campos a cortar la vara dulce.

Ninguna de las asociaciones cañeras ha parado labores, tampoco en los ingenios azucareros, a decir de los liderazgos en entrevistadas pasadas han señalado que ellos no pararan labores a menos que las dirigencias nacionales así lo indiquen, pero eso es difícil, pues se tiene contemplado que la zafra termine en el mes de mayo.

Para los jornalero,s el tr;bajo se ha incrementado y pese a la contingencia se sigue pagando a 42 pesos la tonelada de caña cortada, sector salud no ha acudido a los albergues a llevarles las medidas sanitarias de prevención, tampoco han recibido los desayunos comunitarios para los niños, al menos en las últimas semanas.

Los trabajos de las maestras rurales también se suspendieron, sólo se les notificó que por el Covid-19 los niños no estrían recibiendo clases hasta nuevo aviso.

El Coronavirus es elitista pues sus efectos no llegan a todos, parece ser que algunos son “ invisibles” para la enfermedad y para las acciones sanitarias alrededor del mundo, de nueva cuenta los que menos tienen son los que se dejan al último en la cadena social.

Rosaura Hernández | El Sol de Cuautla


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