Cuernavaca, conocida como la Ciudad de la Eterna Primavera, se ha caracterizado mundialmente por su variado clima durante el año, acorde a cada estación. Además se distingue por su cultura e historia.
Entre el siglo XVIII y parte del siglo XX la ciudad destacó por su belleza arquitectónica y natural, especialmente por sus calles empedradas, que le daban un toque único y que ayudaba al clima cálido y fresco.
"Las calles empedradas en Cuernavaca tienen una razón de ser; en la antigüedad, de esa manera se filtraba el agua que se podía tener del diario y en las lluvias, esto permeaba en la ciudad, por eso era una ciudad fresca. Cuernavaca tenía esa particularidad de las calles empedradas porque se encausaba el agua que filtraban los empedrados y eso es una maravilla", expresó el cronista Miguel Ángel Betanzos.
En algunas arterias, la piedra era tan pulida que hasta brillaba después de llover. Tenía una adherencia, por eso las carretas y los caballos podían detenerse fácilmente de los empedrados.
"Con el tiempo, eso se fue perdiendo, el cambio empezó aproximadamente en 1935 que comienzan a meter el agua potable entubada y a cambiar los pavimentos. Incluso recuerdo que en 1952 yo conocí la calle de Matamoros empedrada, ya después fue cambiando".
Con la llegada del agua entubada, lo que se hizo en algunos lugares fue ponerle a la piedra un junteo de cemento, de inmediato se perdió la permeabilidad, recuerda.
"Después hacen los famosos adocretos que mantienen el filtro del agua en los fraccionamientos, y usan de esta manera que no utilizan una capa de concreto, pero tiene esa capa húmeda filtrante, y se perdió esa forma natural que tenía Cuernavaca, la piedra le daba dureza y otro aspecto físico muy bonito y natural. Se perdió esa porosidad en Cuernavaca, y es cuando empezó a cambiar la temperatura porque ya no tenía el lado fresco que mantenía el subsuelo abajo del empedrado".
Sin embargo, en la actualidad todavía podemos encontrar calles de esta naturaleza como lo son la 20 de Noviembre y Jorge Cázares, en el Centro; la Nacional, en Santa María Ahucatitlán, parte de La Plazuela del Zacate y en el Parque Melchor Ocampo.
"Una de las más antiguas es la Nacional, en Santa María Ahuacatitlán, que data del siglo XVIII muy a la usanza antigua. Y en cada calle encontramos distintos tipos de piedra, pueden ser de río, volcánicas o lajas según el lugar donde se ubicara".
Asimismo destacó que los fraccionamientos de lujo lo que hacen en lugar de poner una junta de arena, ponen pasto y le da esa configuración que arman la piedra, tienen el pasto que le da la textura y vuelve fresco y natural el lugar, volviendo un poco a esa esencia de la ciudad antigua.
Desafortunadamente, con el paso del tiempo, la urbanización, el crecimiento de la población y el desarrollo de la tecnología, la ciudad de Cuernavaca ha cambiado muchísimo, incluso las calles se desgastan mucho más y se ha perdido gran parte de esta belleza natural que dejó su esencia en sólo algunos rincones.
"Cuernavaca con la mayoría de sus calles empedradas, era un lugar tradicional y limpio que tenía esa forma muy allegada a la naturaleza mucho más tranquila. Ojalá en algún momento se pueda volver a aquella ciudad antigua y bella".
Fue así como la Ciudad de la Eterna Primavera, regalaba hermosas postales en la antigüedad con sus calles empedradas, aquellas que llenaron de belleza con un increíble toque rústico los caminos de la ciudad.
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