[Especial] La Leona aloja a la Dama de los espejos

En Cuernavaca hay muchos panteones, cuya antigüedad datan desde el siglo XIX

Maritza Cuevas | El Sol de Cuernavaca

  · sábado 31 de octubre de 2020

Una de las historias más conocidas, y siendo la leyenda más grande y contada en Cuernavaca, es la de La Dama de los espejos / Maritza Cuevas | El Sol de Cuernavaca

Los cementerios encierran miles de historias que son contadas por los sepultureros, cronistas y personas que han experimentado algún suceso extraño en estos espacios, o han escuchado alguna historia que ha trascendido y se ha convertido en una leyenda emblemática de la ciudad.

En la Ciudad de la Eterna Primavera hay muchos panteones, cuya antigüedad data desde el siglo XIX, en los cuales reposan los restos de miles de personas; encerrando tantas historias que se han convertido en leyendas.

La Dama de los espejos – Panteón de La Leona

Una de las historias más conocidas, y siendo la leyenda más grande y contada en Cuernavaca, es la de La Dama de los espejos, cuyos restos yacen en la “Tumba de los espejos”, en el panteón de La Leona, en la Carolina. El cronista Carlos Lavín Figueroa relata esta emblemática leyenda.

En los años 60, conocí la llamada Casa de los espejos que estaba en el número 3 de la calle de Guerrero, en el centro de Cuernavaca, para ese entonces ya no vivían ahí sus dueños, era ya una tienda de ropa típica y artesanías llamada Casa Martha.

Aquella era una antigua casa del siglo XIX, cubierta totalmente de pequeños espejos en forma de azulejos en todas las paredes y techos, incluso en las bardas del patio “Por esos años, me llamó también la atención una tumba llena de espejos en el panteón de La Leona, y la relacionaba con la casa de calle Guerrero. Conocí esa tumba, porque estaba frente a la de mi padre y de mi abuelo, cada año la visitábamos y me llamaba la atención. Con el tiempo me enteré que en esa casa había una señora que pasaba todo el día viéndose en el espejo; su esposo relataba que se sentaba frente a los espejos a cepillarse su larga cabellera y a admirar su extraordinaria belleza. Por esa razón mandó a tapizar la casa con espejos sin dejar un sólo centímetro cubierto a excepción del piso”.

La señora de la casa de los espejos tuvo una enfermedad terminal, sus días estaban contados y aún seguía con su vanidad admirándose en los espejos y quería seguir haciéndolo después de morir, y le dijo a su esposo que le prometiera que la enterraría en una tumba llena de espejos en honor a su belleza.

“Ella murió en 1938 y su esposo cumplió su promesa, enterró al amor de su vida en una preciosa tumba de espejos y ángeles en el panteón de La Leona, semejando una casa forrada de espejos y la cubrió con una techumbre de vidrio a dos aguas”.

Esta historia que fue real, es conocida como la leyenda de la Dama de los espejos, una de las más antiguas y por tradición, la más contada entre los habitantes de Cuernavaca desde el siglo pasado.

“Se cuenta que esa dama de los espejos seguía apareciendo en los días de muertos cuando los fieles difuntos regresan por las noches a convivir con su familia; esta fallecida mujer lo siguió haciendo en su aniversario de muerte, salía del panteón y tomaba un taxi, pedía que la llevaran a su casa en la calle Guerrero y se cuenta que los taxistas no podían verla por los espejos, ella se bajaba del vehículo y le pedía al chófer que pasara a cobrar al otro día, ya que no traía dinero en ese momento o que su esposo saldría enseguida a pagar, pero él nunca salía. Entonces los chóferes se quedaban sorprendidos y llegaban al otro día para cobrar el servicio, el viudo ya de edad avanzada, salía y les preguntaba la descripción de la mujer, al escuchar lo que contaban les decía que la mujer que llevaron, hacía muchos años que había fallecido. Se cuenta también que muchos de los chóferes morían al poco tiempo, al saber que habían llevado a una muerta como pasajero”.

La leyenda continúa contándose, también con la versión de que la hermosa mujer tomaba el taxi afuera de la que había sido su casa y regresaba al panteón, pero al llegar ahí desaparecía repentinamente.

TEMAS