Ubicado al norte de Cuernavaca, el pueblo de Ocotepec se distingue por la forma en que la gente vela a sus difuntos. Se trata de una serie de rituales que los pobladores realizan cuando alguien originario de ese lugar fallece.
En la época de la colonia a principios de 1500 y a finales de 1600 llegó la evangelización al pueblo e impuso la religión católica y ésta fue adoptada por la gente, señaló el cronista Marcial Ballastra. Desde ese entonces se hace el uso de la campana cuando alguien muere, “se ha convertido una tradición y costumbre darle el conocimiento cuando alguien fallece a través del sonido de las campanas.”
El repique, el cual se le domina al sonido de la campana, varía dependiendo si la persona murió de niño, joven, soltero o casado. Para las personas mayores y casadas se hace un repique largo y pausado; para los niños y jóvenes es un repique distinto, son sonidos más rápidos y cortos, además de que su ataúd debe ser color blanco.
Algo distintivo que se hace cuando alguien muere, es que en la puerta de su hogar se coloca un moño color negro si es mayor de edad o fue una persona casada, si fue niño, joven y soltero se coloca un moño de color blanco. Éste se deja hasta que se deteriora o en algunos casos lo retiran el día de muertos.
Las campanas suenan primero en la Parroquia del Divino Salvador, y se avisa a los fiscales (personas encargadas de la iglesia) que familiares del finado estarán repicando para dar a conocer al pueblo que alguien murió.
El semanero quien se encarga de tocar las campanas cuando se da la oración de las 19:00 horas y 4:00 horas tiene la obligación de repicar después de la oración. Durante el día los encargados de avisar que alguien murió son los familiares del finado.
Este acto también se hace en la capilla a la que perteneció el difunto, ya sea en la en Candelaria, Dolores, Ramos o Santa Cruz, ahí el permiso para hacer el repique se solicita al mayordomo quien es el que está a cargo del lugar religioso. “Se pide la llave de la capilla al mayordomo y se queda al resguardo del familiar del difunto para que durante la noche y madrugada repique las campanas”, señaló Marcial.
Cuando el difunto se encuentra en su casa para ser velado, es costumbre que la gente de esta comunidad haga acto de presencia, llevando flores blancas, veladoras y los más allegados apoyan económicamente. El casero ofrece pan, café o té durante toto el velorio. Además de que en algunas ocasiones se acompaña con música de viento. Es tradición iniciar con las mañanitas.
El día del sepelio a las 7:00 horas familiares y amigos se dirigen al panteón para rascar la tumba, cabe señalar que para poder hacer esto se pide permiso a la Ayudantía para que ésta sea quien asigne el lugar donde será enterrado.
Y es a las 10:00 horas cuando familiares del difunto llegan con comida al panteón para darles de almorzar a la gente que ayudó a hacer la tumba; el plato típico es queso en salsa verde con frijoles, refresco y tequila.
A las 12:00 horas los dolientes salen con el cuerpo para llevarlo a la misa de cuerpo presente; es tradición que en algunos casos pase por la capilla a la que perteneció el difunto para hacer la última parada de despedida.
Acompañados con música de viento y en algunas ocasiones mariachi, caminan por las calles de Ocotepec, siendo la última para el panteón. Ahí en la capilla abierta colocan el cuerpo y familiares, amigos y conocidos, con lágrimas y sentimiento hacen una pequeña oración y se despiden de su difunto.
Posteriormente llega el momento más duro para la familia, el entierro del cuerpo, el cual es acompañado por música, palabras de agradecimiento, aplausos y sobre todo lágrimas. Es el lugar donde el cuerpo llega finalmente a descansar y comienza su recuerdo. Al final del entierro la gente regresa a la casa del difunto y los caseros ofrecen queso en salsa verde o huevo acompañado de frijoles.
El Dato:
Semanero: Se le llama así a la persona que toca las campanas para dar la oración; participan cuatro personas en un mes y éstas se van rolando. El repique de campanas termina cuando el cuerpo del difunto sale de su misa de cuerpo presente y se dirige al panteón
Los entierros se acompañan con música de viento, se entonan marchas fúnebres y melodías que al difunto le gustaban.