/ sábado 22 de agosto de 2020

[Especial] Listos para salvar vidas

Los bomberos serán siempre reconocidos como los héroes sin capa

Sus distintivos rojos y amarillos son inconfundibles; la adrenalina es la energía que los impulsa cada día durante todo el tiempo. Al sonar de la chicharra, el latir apresurado del corazón se dispara en el torrente sanguíneo y el cuerpo acostumbrado al impacto comienza a trabajar. Sólo disponen de dos minutos para entrar en el pesado traje de diez kilos. “La satisfacción más grande es cuando ves el agradecimiento en los ojos de la gente; cuando escuchas un gracias”.

Siempre se habla del abandono en el que se encuentran, de las dificultades para hacer su trabajo, de la precariedad de su labor, pero sin importar nada de eso, el amor por salvar vidas, por asistir a sus pares humanos cuando enfrentan un drama, por estar presentes cuando más se necesita, es más fuerte que otra cosa, no lo cambiarían por nada.

Un grupo que se convierte en una familia, aseguran

Entramos a una pequeña casa acondicionada para albergar a 13 personas por turno, tiene limitantes, pero es la base en el poblado de Acatlipa; el grupo de hombres y mujeres en todo momento demuestra estar listo, se les nota en la mirada, en cada uno de sus movimientos, sus expresiones ya estudiadas, el oído siempre atento; se trata del Cuerpo de Bomberos y Rescate del municipio de Temixco.

El comandante Marcos González Hernández, jefe del departamento, quien, aunque llegó casi por casualidad, lleva 13 años trabajando como parte del cuerpo de bomberos; “no sabía mucho de ser bombero, pero aquí fui aprendiendo con los compañeros; es una satisfacción enorme ser parte de este cuerpo”.

Antes de ser bombero se dedicaba a otra cosa, pero decidió aceptar la invitación como voluntario, y, cuando hubo una oportunidad, ya no salió de ese lugar. “Me nació esto, me gusta mucho apoyar a la gente, acompañarlos sobre todo en los momentos más difíciles, porque sé que cuando nos ven llegar, sienten un gran alivio porque para ellos que sufren, significa ayuda”.

En todo el tiempo que ha formado parte del grupo, hay imágenes difíciles de borrar, porque la labor no solo es llegar y contener una emergencia; en ocasiones llevan ayuda a los afectados; por ejemplo, en incendios de viviendas, socorren posteriormente con materiales o ropa, es para él servir desde donde está es una labor completa.

Cada emergencia, cada llamado y solicitud de auxilio es diferente, por eso, al momento de salir de casa un bombero, se encomienda a lo más sagrado; “uno no sabe si va a regresar o en qué condiciones”, no obstante, la capacitación y el entrenamiento de cada uno nunca termina.

Las carencias no impide que los bomberos acudan al llamado de auxilio en cualquier momento.

EL ENTRENAMIENTO, BÁSICO PARA SER BUEN BOMBERO

Héctor Paramo carga sobre sus hombros una gran responsabilidad; tiene la obligación de que los hombres y mujeres del cuerpo de bomberos regresen con bien de cada emergencia.

Con 15 años de trabajo como bombero y paramédico, señala que no hay mayor satisfacción como persona que llevar la ayuda, el mitigar el dolor, y la angustia en instantes en que un ser humano vive una crisis traumática; en todo estos años, el lugar se ha convertido de ser un equipo a una familia, y hasta una segunda casa.

Aunque muchos consideran que ser bombero es una actividad fácil, no es así, además de la preparación física, profesional y mental-emocional, es necesaria la vocación. “Un bombero nunca termina de prepararse porque las actualizaciones son cada año, o más debe ser constante”. A diferencia de otros cuerpos de bomberos, este de Temixco la mayoría de sus integrantes son bomberos y paramédicos, debido a la necesidad de realizar ambas tareas.

La capacitación constante es parte de su oficio.

DEJAR PASAR MALOS RATOS Y SONREÍR EN CASA

María de Jesús Estrada Román tiene los nervios bien curtidos; antes de formar parte del personal de auxilio y rescate, fue elemento preventivo; pero una cosa es diferente de otra, la parte emocional en esta actividad es inherente, no se puede separar, pero se debe hacer.

Es una experiencia única, tuve la oportunidad de regresar ahora al área de bomberos; ser policía era diferente; me gusta estar aquí, ser bombero.


En casa deja a sus hijos, pero afortunadamente le reconocen su trabajo. Confiesa que les gusta mil veces que su madre sea parte del cuerpo de bomberos a ser policía preventiva, probablemente por seguridad personal, aunque la angustia y la zozobra no se van por completo.

Lo que agradece, dice, es que sus compañeros no distinguen si es mujer, el trabajo que se hace se equipara y gradualmente las actividades que se llevaban a cabo en una emergencia son igual de importantes y prioritarias. Aunque ellos igual que sus compañeros tienen miedo, el equipo que son lo supera y toman las decisiones importantes para salvar vidas.

Vanessa Vázquez es otra de las mujeres bombero en Temixco, llegó como voluntaria, y sin saber cómo, la profesión la fue atrapando hasta recibir una oportunidad y no lo pensó mucho, “la verdad es una experiencia única, llegar y entregar ayuda a las personas”.

Nada como regresar a la base la terminar un servicio con gestos de agradecimiento por parte de la gente a quién se auxilia. “Ese agradecimiento te lo recompensa todo”. Aunque físicamente son pesadas algunas de las cosas que se hacen, la vocación no se va, solo las ganas de seguir aprendiendo.

Julio Parente Ayala, ha estado cinco años el cuerpo de bomberos y rescate de Temixco, su idea de ayudar al prójimo lo hizo enrolarse en la profesión de salvar vidas, llevar una esperanza en situaciones graves, y de exponer el físico si es necesario ante la emergencia diaria.

“Tocan servicios donde hay personas sin vida, pero la prioridad es ayudar, y debes aprender a ser a veces un poco frío sentimentalmente”. Esta convencido que para que funcione el grupo debe ser de manera coordinada, “donde entran cinco deben salir los cinco.

Para él lo importante es no exponer las emociones cuando estás dispuesto a prestar ayuda, porque en caso contrario no podrías salvar las vidas, “si nos duele cuando hay personas sin vida, y no poder ayudar, pero entendemos que es nuestro y trabajo y debemos aguantar. Tratamos que esa experiencia pase rápido, y que se queden con nosotros aquellas donde se logra de manera exitosa y todos regresamos a la base a salvo”.


Dos minutos son suficientes para que ellos se alisten y salgan al rescate de quien lo necesite. / Froylán Trujillo | El Sol de Cuernavaca

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Sus distintivos rojos y amarillos son inconfundibles; la adrenalina es la energía que los impulsa cada día durante todo el tiempo. Al sonar de la chicharra, el latir apresurado del corazón se dispara en el torrente sanguíneo y el cuerpo acostumbrado al impacto comienza a trabajar. Sólo disponen de dos minutos para entrar en el pesado traje de diez kilos. “La satisfacción más grande es cuando ves el agradecimiento en los ojos de la gente; cuando escuchas un gracias”.

Siempre se habla del abandono en el que se encuentran, de las dificultades para hacer su trabajo, de la precariedad de su labor, pero sin importar nada de eso, el amor por salvar vidas, por asistir a sus pares humanos cuando enfrentan un drama, por estar presentes cuando más se necesita, es más fuerte que otra cosa, no lo cambiarían por nada.

Un grupo que se convierte en una familia, aseguran

Entramos a una pequeña casa acondicionada para albergar a 13 personas por turno, tiene limitantes, pero es la base en el poblado de Acatlipa; el grupo de hombres y mujeres en todo momento demuestra estar listo, se les nota en la mirada, en cada uno de sus movimientos, sus expresiones ya estudiadas, el oído siempre atento; se trata del Cuerpo de Bomberos y Rescate del municipio de Temixco.

El comandante Marcos González Hernández, jefe del departamento, quien, aunque llegó casi por casualidad, lleva 13 años trabajando como parte del cuerpo de bomberos; “no sabía mucho de ser bombero, pero aquí fui aprendiendo con los compañeros; es una satisfacción enorme ser parte de este cuerpo”.

Antes de ser bombero se dedicaba a otra cosa, pero decidió aceptar la invitación como voluntario, y, cuando hubo una oportunidad, ya no salió de ese lugar. “Me nació esto, me gusta mucho apoyar a la gente, acompañarlos sobre todo en los momentos más difíciles, porque sé que cuando nos ven llegar, sienten un gran alivio porque para ellos que sufren, significa ayuda”.

En todo el tiempo que ha formado parte del grupo, hay imágenes difíciles de borrar, porque la labor no solo es llegar y contener una emergencia; en ocasiones llevan ayuda a los afectados; por ejemplo, en incendios de viviendas, socorren posteriormente con materiales o ropa, es para él servir desde donde está es una labor completa.

Cada emergencia, cada llamado y solicitud de auxilio es diferente, por eso, al momento de salir de casa un bombero, se encomienda a lo más sagrado; “uno no sabe si va a regresar o en qué condiciones”, no obstante, la capacitación y el entrenamiento de cada uno nunca termina.

Las carencias no impide que los bomberos acudan al llamado de auxilio en cualquier momento.

EL ENTRENAMIENTO, BÁSICO PARA SER BUEN BOMBERO

Héctor Paramo carga sobre sus hombros una gran responsabilidad; tiene la obligación de que los hombres y mujeres del cuerpo de bomberos regresen con bien de cada emergencia.

Con 15 años de trabajo como bombero y paramédico, señala que no hay mayor satisfacción como persona que llevar la ayuda, el mitigar el dolor, y la angustia en instantes en que un ser humano vive una crisis traumática; en todo estos años, el lugar se ha convertido de ser un equipo a una familia, y hasta una segunda casa.

Aunque muchos consideran que ser bombero es una actividad fácil, no es así, además de la preparación física, profesional y mental-emocional, es necesaria la vocación. “Un bombero nunca termina de prepararse porque las actualizaciones son cada año, o más debe ser constante”. A diferencia de otros cuerpos de bomberos, este de Temixco la mayoría de sus integrantes son bomberos y paramédicos, debido a la necesidad de realizar ambas tareas.

La capacitación constante es parte de su oficio.

DEJAR PASAR MALOS RATOS Y SONREÍR EN CASA

María de Jesús Estrada Román tiene los nervios bien curtidos; antes de formar parte del personal de auxilio y rescate, fue elemento preventivo; pero una cosa es diferente de otra, la parte emocional en esta actividad es inherente, no se puede separar, pero se debe hacer.

Es una experiencia única, tuve la oportunidad de regresar ahora al área de bomberos; ser policía era diferente; me gusta estar aquí, ser bombero.


En casa deja a sus hijos, pero afortunadamente le reconocen su trabajo. Confiesa que les gusta mil veces que su madre sea parte del cuerpo de bomberos a ser policía preventiva, probablemente por seguridad personal, aunque la angustia y la zozobra no se van por completo.

Lo que agradece, dice, es que sus compañeros no distinguen si es mujer, el trabajo que se hace se equipara y gradualmente las actividades que se llevaban a cabo en una emergencia son igual de importantes y prioritarias. Aunque ellos igual que sus compañeros tienen miedo, el equipo que son lo supera y toman las decisiones importantes para salvar vidas.

Vanessa Vázquez es otra de las mujeres bombero en Temixco, llegó como voluntaria, y sin saber cómo, la profesión la fue atrapando hasta recibir una oportunidad y no lo pensó mucho, “la verdad es una experiencia única, llegar y entregar ayuda a las personas”.

Nada como regresar a la base la terminar un servicio con gestos de agradecimiento por parte de la gente a quién se auxilia. “Ese agradecimiento te lo recompensa todo”. Aunque físicamente son pesadas algunas de las cosas que se hacen, la vocación no se va, solo las ganas de seguir aprendiendo.

Julio Parente Ayala, ha estado cinco años el cuerpo de bomberos y rescate de Temixco, su idea de ayudar al prójimo lo hizo enrolarse en la profesión de salvar vidas, llevar una esperanza en situaciones graves, y de exponer el físico si es necesario ante la emergencia diaria.

“Tocan servicios donde hay personas sin vida, pero la prioridad es ayudar, y debes aprender a ser a veces un poco frío sentimentalmente”. Esta convencido que para que funcione el grupo debe ser de manera coordinada, “donde entran cinco deben salir los cinco.

Para él lo importante es no exponer las emociones cuando estás dispuesto a prestar ayuda, porque en caso contrario no podrías salvar las vidas, “si nos duele cuando hay personas sin vida, y no poder ayudar, pero entendemos que es nuestro y trabajo y debemos aguantar. Tratamos que esa experiencia pase rápido, y que se queden con nosotros aquellas donde se logra de manera exitosa y todos regresamos a la base a salvo”.


Dos minutos son suficientes para que ellos se alisten y salgan al rescate de quien lo necesite. / Froylán Trujillo | El Sol de Cuernavaca

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