La capital del estado cuenta con una gran infinidad de leyendas y relatos sobrenaturales, en los cuales, las protagonistas son grandes casas, mismas que en la actualidad se encuentran deshabitadas y en el abandono.
Una de ellas es la gran mansión deshabitada en la calle Leandro Valle a escasos pasos del Puente Porfirio Díaz, esta enorme casa ha llamado la atención de los vecinos de la zona y de la gente que pasa por el lugar en las noches. Cuentan que en las ventanas se han llegado apreciar siluetas de personas, aún cuando la casa lleva décadas deshabitada.
Otros aseguran que en ocasiones se iluminan las ventanas, con luz tenue, algunos lo atribuyen a la presencia de fantasmas, y otros piensan que por las noches se introducen personas en situación de calle o drogadictos.
Algunos cuentan que la mansión fue propiedad de Yousiff Haddad, empresario árabe, mientras que algunos más, aseguran que fue del empresario Alfredo Haddad.
Algo que llama la atención, es que han aparecido supuestos dueños, pero al parecer no han podido acreditar que la propiedad sea suya.
La famosa casa que se regala
Hace algunos meses, una gran propiedad abandonada ubicada en avenida Palmira, misma que se puede apreciar desde el Paso Exprés, fue motivo de noticia a nivel nacional e internacional, debido a que el pasado mes de agosto, a través de las redes sociales, se promocionó una fiesta masiva clandestina en plena pandemia, esto como opción de diversión ante el aburrimiento de jóvenes en confinamiento; incluso, varios youtubers, como Luisito Comunica la visitaron.
Ante el anuncio de que se planeaba realizar una fiesta clandestina y por la expectativa que causó, el personal de Caminos y Puentes Federales realizó el cierre de puertas de acceso a la mansión para evitar que la sigan invadiendo.
La leyenda que existe en torno a la gran propiedad, es que quien logre pasar 24 horas seguidas en el lugar, será el dueño.
De acuerdo con lo que la gente del lugar cuenta, esta mansión perteneció a un español adinerado, y cuando se llevaba el proceso de construcción, uno de los albañiles murió debido a que le cayó un bulto de cemento del tercer piso. Al enterarse, el dueño, temeroso de las consecuencias, pidió a los trabajadores enterrar el cadáver en la misma propiedad. Y años después, cuando ya habitaban la casa, la hija del propietario también falleció, y fue enterradas en el jardín. Conforme pasó el tiempo, al no superar la pérdida de su hija, sus padres se suicidaron y fueron enterrados en el sótano de la mansión.