Los especialistas lo saben: si hay una patología de la salud mental que soporta un gran número de prejuicios, es el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Así lo escribe el psiquiatra español Hilario Blasco en el portal “TDAH y tú”, enfocado en la atención de este trastorno que, al día de hoy, sigue causando polémica, en tanto que, en países como Suecia, ha sido relacionado con un mayor riesgo de muerte prematura.
El TDAH en la literatura científica
Aunque el concepto del TDAH es relativamente nuevo, la definición de sus características no: hacia el siglo XIX ya existía literatura científica acerca de niños hiperactivos, impulsivos y con problemas de atención. Ya desde 1798, el médico escocés Alexander Crichton había documentado los síntomas de un trastorno parecido, y hoy es considerado como el primer investigador que se avocó a abordarlo.
El trastorno existe desde el siglo XVIII y el término TDAH aparece en 1988 en el DSM-III-R (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, por sus siglas en ingles), explica Gladis Ortíz, terapeuta de lenguaje y aprendizaje del consultorio Satis, arte y psicología, con sede en Cuautla.
Durante los siglos XIX y XX, el pediatra George Frederic Still realizó una serie de observaciones que permitió señalar la proporción de casos de TDAH de 3:1 entre hombres y mujeres, una estadística que sigue vigente en la actualidad, según la relatoría de hechos que describe Hilario Blasco en su artículo “El TDAH no existe y otras falsas creencias”, en la que rechaza la mayoría de supuestos que intentarían desacreditar la existencia del trastorno, atribuyéndolo a problemas de educación, a que es una enfermedad de moda, o que los niños con TDAH son vagos.
¿Aburrimiento, distracción?
Para Gladís Ortíz, la respuesta es contundente: no. Quienes niegan la existencia del trastorno pueden atribuir características, principalmente la de una atención dispersa, a factores como el aburrimiento o las distracciones.
El déficit de atención con o sin hiperactividad es una condición que afecta la vida de un individuo, no se trata de qué tan aburrido se encuentre… Y no, no todos los distraídos tienen esta condición: hay baterías de pruebas para hacer un diagnóstico diferencial. La distracción se puede dar por estrés, por alguna situación preocupante que pueda ocupar más el pensamiento que de la acción que se realiza, enfatiza.
La importancia del diagnóstico
Dado que se trata de un trastorno que puede requerir de fármacos, el TDAH debe ser diagnosticado por psiquiatras, neuropsicólogos y psicólogos cuyo trabajo permitirá diseñar tratamientos personalizados. En este aspecto, la terapeuta Blanca Román destaca la importancia de un diagnóstico oportuno, pues los adultos con TDAH pueden tener complicaciones derivadas de la ausencia de tratamiento, a nivel de terapia y de fármacos, al grado de llegar a cometer actos criminales:
Lo que se busca es que el aprendizaje del niño sea interiorizado porque al no ser constante la ayuda del fármaco, y terapéutica-pedagógica, el avance es mínimo. Y cuando ya es adulto, principalmente los que no han sido diagnosticados, les cuesta trabajo controlar sus impulsos, suelen tener periodos de falta de atención constantes, y no logran mantener un empleo. En casos extremos, realizan actos criminales por su poca madurez mental, describe.
A nivel individual, los terapeutas del consultorio Satis, arte y psicología pueden dar fe de la efectividad de un tratamiento que combine le terapia con el uso correcto de los fármacos, como lo recuerda Ana Laura Alday, quien durante dos años dio clases a una niña diagnosticada con TDAH y constató los resultados del medicamento aplicado en las dosis precisas: al percatarse de que había ocasiones en que la niña llegaba pasiva y con sueño a la escuela, su médico disminuyó la dosis para optimizar su desempeño en el aula. Generalmente, el efecto terminaba una hora después salir de clase. Con base en esta experiencia, Laura considera de vital importancia que los profesores conozcan la situación y el tratamiento de sus alumnos:
Los fármacos ayudan a mejorar la concentración y como tienen efectos temporales, el desempeño del niño variará según esté medicado o no al momento de realizar alguna actividad.