El estado laico está garantizado en Morelos sin que la iglesia se inmiscuya en los temas del sistema educativo, asegura la Diócesis de Cuernavaca, conclusión a la cual se llegó en la reunión que se sostuvo la semana pasada con autoridades educativas tanto de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) como del mismo Gobierno estatal.
Hace una semana, la Dimensión de Educación y Cultura de la iglesia diocesana en Morelos tuvo un encuentro con el titular de la Secretaría de Educación, Luis Arturo Cornejo Alatorre; el director del IEBEM, Eliacín Salgado de la Paz y el rector de la UAEM, Gustavo Urquiza Beltrán, con el objetivo principal de coadyuvar en la nueva metodología educativa a aplicar por la contingencia sanitaria de Covid-19.
Al respecto, el vicario de la Diócesis de Cuernavaca, el padre Tomás Toral Nájera, manifestó que uno de los planteamientos del encuentro era darles a conocer las aportaciones que ha tenido la Dimensión de Educación y Cultura en el estado, así como conocer los planes de trabajo que aplicarán en el próximo curso escolar a iniciar el día de hoy.
El presbítero confirmó que esto no viola el estado laico, “no se viola el estado laico, es decir, no es la iglesia la que esta demandando como se tiene que hacer la educación sino es compartir sobre qué retos y desafíos existen en el sistema educativo y sobre todo, la iglesia tiene esta parte de antaño, la iglesia ha tenido iniciativas en torno a la educación, cuando surgieron las universidades, como ejemplo; ahora es como un intercambio de ideas y cómo se ve la educación en este sentido por la pandemia”.
Dentro de la reunión se mencionó además la carta enviada por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) a las autoridades educativas, padres de familia e instituciones públicas y privadas del sector, mediante la cual se expuso que “la educación está en un momento en el que necesita impulso, confianza y sinergia; no freno, desconfianza y aislamiento”.
Los obispos añadieron que si bien en medio de la pandemia, lo virtual es útil, también es “profundamente insuficiente. Los procesos educativos requieren de diálogo y encuentro, de compartir la vida, no solo de recibir información. Hoy la escucha verdadera y la comprensión son más necesarios que nunca. Requieren de una dinámica mucho más amplia que el trabajo de lo meramente racional”.