Con más de 40 centros e institutos de investigación, Morelos debería ser el lugar perfecto para la innovación, y ciertamente lo fue en años pasados, pero ya no. El descenso fue drástico y ocurrió de 2020 a 2021: mientras que en el primer año el estado se situó en el tercer puesto nacional en el subíndice de innovación y sofisticación de los sectores económicos del en el Índice de Competitividad Estatal del Índice Mexicano para la Competitividad (IMCO), en 2021 descendió al puesto 16.
Este subíndice, que aborda la capacidad de los estados para competir con éxito en los sectores de alto valor agregado en conocimiento y tecnología de punta, ha dado a Morelos algunos de sus mejores índices de competitividad a nivel nacional, como ocurrió en 2016, cuando se situó en segundo lugar, solo por detrás de Querétaro. Aquel año, Morelos tuvo la tasa más alta de investigadores (115.8 por cada 100 mil de la población económicamente activa), el tercer valor más alto en complejidad económica en sectores de innovación (dos mil 35 mientras que el promedio nacional ascendió sólo en dos mil 24) y el cuarto en patentes, con 4.18 por cada 100 mil de la población económicamente activa.
Pero llegamos a 2021, un año en que la innovación e investigación han sido impactadas por reducciones en el presupuesto federal y la extinción de fondos para la investigación, como la concretada en 2020 sobre los fondos para la investigación en el país, un tema que recoge Brenda Valderrama Blanco, secretaria de Vinculación del Instituto de Biotecnología de la UNAM (IBt UNAM), en su columna del 13 de febrero pasado “Más ciencia, menos obediencia”, publicada por este medio.
“No existe ya ninguna fuente estable de financiamiento que nutra la carrera de los pocos jóvenes instalados”, advertía la investigadora, entre los factores por los que no sólo Morelos, sino todo el país ha ido retrocediendo en el ámbito de la investigación.
La innovación en Morelos
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, la innovación es un elemento central en la estrategia de desarrollo de los países. Se trata del paso a través del cual un desarrollo tecnológico deja de ser una idea para convertirse en un producto, servicio o procedimiento nuevo con una aplicación exitosa, imponiéndose en el mercado a través de su difusión. En Morelos, como en México, este es el paso que pocas veces se ha dado por falta de inversión, y es un problema multifactorial en el que se ve implicada la falta de planeación y una dirección adecuada, según ha explicado Fidel Alejandro Sánchez, investigador del IBt UNAM y presidente de la Academia de Ciencias de Morelos:
“Ha habido incursiones para estos desarrollos tecnológicos que se basan en la ciencia, pero a final de cuentas lo que falta en el país es esta cuestión de la innovación, que es monetizar, sacar dinero de una invención, y esa es la parte que ha faltado un poco en el estado”, explicaba el investigador en noviembre pasado.
Actualmente, el estado de Morelos cuenta con mil 597 investigadores, de los cuales mil 157 forman parte del Sistema Nacional de Investigadores. Estos investigadores se enfrentan hoy a un escenario complicado, donde la escasez de apoyo gubernamental también ha desalentado el hallazgo y formación de nuevos talentos, uno de los tres componentes principales para la investigación, como resalta Brenda Valderrama en el artículo antes mencionado.
“Con un solo proyecto como el que desarrolló la Academia de Ciencias de Morelos el sexenio pasado, con financiamiento conjunto del gobierno del estado y el Conacyt, se llegó a impactar ocho mil niños y jóvenes. Desafortunadamente, la eliminación de apoyos gubernamentales a asociaciones civiles concretada este año, con la desaparición del Indesol, canceló estos esfuerzos en perjuicio de millones de potenciales beneficiarios”, advierte la investigadora.
En 2018, la participación de las actividades científicas y tecnológicas al Producto Interno Bruto (PIB) alcanzaron el .59 por ciento, incluyendo aportaciones federales, estatales, de universidades y del sector privado, según la última medición realizada. En Morelos no existe una medición similar, pero el hecho de que la competitividad del estado haya ido a la baja en el último año dice mucho sobre el tema.
“Seguimos construyendo los cimientos, pero todavía no llegamos ni siquiera a hacer la planta baja como para decir que nos vamos a hacer un edificio de dos, tres, cinco, diez pisos o un rascacielos, y eso no va a cambiar si no se abona mucho a alguno de estos factores, y sobre eso ya podemos empezar a abordar muchos otros que no solamente no permiten el desarrollo de la ciencia, sino de cualquier otra cosa en el país”, ilustraba Alejandro Sánchez.
Para 2022, no se espera que las cosas mejoren: de los 22 mil millones de pesos aprobados para el Conacyt, sólo un seis por ciento se destinará al impulso de proyectos, los cuales llegarán etiquetados.
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