La tarde del 19 de septiembre de 2017, en la delegación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Morelos empezaba ya a calcularse el daño a los sitios y monumentos históricos de Morelos. María Isabel Campos Goenaga, delegada del INAH, reconoce la enorme afectación a la conciencia colectiva de Morelos, a sus sitios tradicionales, y advierte que el proceso de reconstrucción ha sido lento, pero seguro y profesional y habla con El Sol de Cuernavaca del pensamiento mágico, de la solidaridad de empresarios, y hasta de los intentos de cobro de piso a quienes trabajan en la recuperación del patrimonio de los morelenses.
“Falta bastante, pero hemos avanzado mucho. Puede dar a veces la sensación, y todos estamos con que no avanzamos tan rápido como quisiéramos; pero desde el principio se dijo, y todos los que andan dentro de este ambiente lo saben, que la restauración de monumentos históricos es algo lento. No es tan rápido como la reconstrucción de una casa y además tiene qué ver con que el patrimonio histórico de Morelos sufrió muchísimo daño. Tenemos más de 150 inmuebles de afectación severa, eso significa que se requieren retos técnicos importantes para la restauración total. Muchos de ellos, además, son muy grandes, en Morelos hay muchas iglesias y ex conventos, conjuntos conventuales, aparte de los once del Popocatépetl –los que están en la UNESCO-, hay otros muchos que están por todo el territorio del estado que sufrieron muchos daños. Por ejemplo, Tepalcingo: la cúpula de Tepalcingo es todo un reto para poder restaurar, es decir, hay cuestiones técnicas que hay que estar muy seguros cómo intervenir para no dañar el patrimonio que queda en pie y para, aparte de restituirlo, hacer que no tenga factores de vulnerabilidad o tenga los menos posibles en caso de que viniera otro sismo de características similares”, explica a grandes rasgos María Isabel.
PARA CADA EDIFICIO, UNA SOLUCIÓN
La restauración es diversa en cada caso, en pleno centro de Cuernavaca, apenas a unos metros conviven el domo de la Iglesia de Guadalupe y la torre del campanario en Catedral. En el caso de la primera, el daño fue reparado muy pronto, a pesar de ser una estructura enorme, mientras que el cupulín de la torre tuvo que ser totalmente desmontado. Campos Goenaga reconoce que de inicio ella tampoco entendía mucho de los procesos, pero ahora lo explica muy bien. “La cúpula de Guadalupe sí tenía grietas, pero el daño que tenía se podía restaurar con cosido e inyectado en las grietas con materiales de fábrica; por otro lado, la torre de Catedral, lo que es el cupulín y el último cuerpo que se está desmontando, justo ahora se ven más las grietas que tiene esa parte del campanario. Estaba prácticamente sobrepuesto y no permitía los trabajos, además de que cualquier movimiento que hubiera llegado ponía en peligro a las personas y al inmueble. Ahí la solución técnica no era coser las grietas e inyectar, sino que había que desmantelar, es decir, retirar todo lo que está para luego volverlo a construir de manera segura, utilizando obviamente los materiales de fábrica; en el caso de la torre de Catedral lo que se está intentando es que se elabore, pero intentando que el peso total de la torre sea menor al que tenía antes del sismo, porque eso tuvo mucho qué ver en los daños que sufrió. Entonces es distinto cada caso”. Cada monumento histórico se comportó de forma diferente en el sismo, por lo que las soluciones debieron individualizarse, explicó.
De hecho, estas particularidades fuerzan a hacer estudios individuales sobre los daños, realizar proyectos también por cada inmueble, presupuestarlos, gestionar los recursos y luego empezar a trabajar, lo que en mucho explica el tiempo que se lleva el proceso de restauración. Adicionalmente, aclara Campos Goenaga que, en el caso de los edificios históricos con daño mayor, los proyectos deben ser aprobados por las áreas normativas correspondientes, en este caso, la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos, y la de Conservación, áreas en las que se resuelven los proyectos para atender las afectaciones a los inmuebles y a las que se acumuló mucho el trabajo después del sismo que afectó a otros estados además de Morelos, reconoce.
La reconstrucción de los monumentos históricos de Morelos es aún incuantificable, primero se trabaja con el seguro institucional, que se comparte entre todos los estados afectados por los dos sismos de septiembre, Morelos, Puebla, Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Hidalgo, Veracruz, Tlaxcala y la Ciudad de México. Las cantidades que destinará el seguro institucional se están ajustando todavía, explica María Isabel, adicionalmente, el INAH también recurrió al Fideicomiso del Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden) y ha empezado a recibir algunos recursos; “no sabemos si lo vamos a utilizar en su totalidad o se va a necesitar más”; y profundiza “los inmuebles, una vez que empiezas a intervenirlos, aparecen sorpresas, por ejemplo, en Totolapan; lo mismo que sucedió en Catedral con algunos de los muros, los materiales con que estaban construidos hace que con el tiempo, con el clima, los materiales con que estaban construidos vayan desapareciendo, y eso genera huecos que deben rellenarse. Aparecen nuevas cuestiones nuevos daños que no se vieron en la primera revisión. Y eso significa un mayor recurso y para eso se están buscando también apoyos internacionales”.
REVIVE EL PENSAMIENTO MÁGICO
La gente en Morelos se preocupa mucho por su patrimonio, dice la delegada del INAH, después del sismo “las comunidades voltearon de nuevo hacia su patrimonio, pero sobre todo con el uso de ese patrimonio para cuestiones cotidianas, como cuestiones de fe, ceremonias, rituales que marcan el día a día de la familia y de la vida de la comunidad. A diez meses ven que necesitan ese espacio, se está apoyando para que tengan espacios alternativos de culto donde puedan seguir realizando este tipo de liturgias. Pero la sociedad ha volteado otra vez hacia el patrimonio y en cuestión de fe, es algo entendible. Es decir, sucede un evento como el sismo del 19 de septiembre, que voltea todo en la vida de las personas, no nada más las cuestiones físicas, dónde van los niños a la escuela, dónde van a rezar, dónde van a comprar, dónde van a vivir, y muchos de ellos piensan por la propia vida. Entonces cuando una persona o un grupo está ante un evento extremo que no consideraba que fuera de riesgo porque en el imaginario de Morelos pareciera ser que aquí no tiembla, y de repente ser conscientes de que sí tiembla y de que estamos expuestos, eso hace que las personas, cada quien voltee hacia donde tenga que voltear para tener seguridad, para que esa percepción del riesgo sea menor”.
Y junto con la religión, la magia vuelve, y recordamos las historias con matices de leyenda sobre las huellas del santo en una iglesia del oriente, o del Cristo que en otra parroquia “salvó a los fieles con sus manos y por eso se le dañaron los dedos”. María Isabel ha revisado el tema, “podemos pensar que todo forma parte de ese pensamiento mágico-religioso, o de lo que es la religiosidad popular, finalmente, o el conjunto de creencias de un grupo que se reafirma a sí mismo y que hace posible sobrevivir y pasar por un momento complicado. Cada grupo percibe el riesgo de manera diferente y realiza cuestiones, ve signos creencias y demás, conforme a su tradición cultural. Y si hay algo que tenemos es una riqueza en tradiciones culturales y en esa diversidad que es impresionante. Por eso hay todo este tipo de manifestaciones de comprensión hacia la realidad, hay una cantidad de elementos, todos aquellos que los grupos necesitan para vivir en el día a día”.
RECONSTRUYENDO EN CAMPAÑAS POLÍTICAS
El proceso de reconstrucción ha sido difícil y complicado sobre todo en Morelos porque el proceso electoral era de los tres niveles (Gobierno federal, estatal, y municipales), explica María Isabel. Y el tema de la reconstrucción en general, no sólo el del patrimonio, ha estado también presente durante toda esta etapa. El INAH respetó la veda electoral trabajando. “La clave es un gran equipo de trabajo, y agradezco a todos los que lo conforman aquí en el Centro INAH-Morelos. Creo que hubo la sensibilidad desde el principio de no nada más tratar de restaurar el inmueble, sino ver el contexto social”, así la relación con las comunidades es constante.
“Con ese tipo de trabajo, el año pasado, cuando hubo que hacer la chamba de gestionar los recursos”, y permitió contactar con las poco menos de 20 empresas que tienen a su cargo la reconstrucción, muchas de ellas morelenses y “han tenido la sensibilidad de reconocer la necesidad de la sociedad de saber que se está trabajando en el patrimonio. Muchas de ellas empezaron a trabajar con sus propios recursos mientras salían los recursos solicitados”. Involucrarse con las comunidades permitió hacer compromisos públicos sobre los trabajos y eso ayudó a tener presencia en todos los inmuebles que había que restaurar de una manera rápida y constante. “Eso ayuda a no tener mucha presión, porque además del calendario, estamos con el calendario climatológico, con el de fiestas litúrgicas, etcétera”. A esta coordinación ayudó el Plan Maestro de Restauración, que se trabajó desde la Dirección General del INAH y los estados.
PALACIO DE CORTÉS ABRIRÁ PARCIALMENTE
La prioridad en el Palacio de Cortés es abrir una parte en octubre o noviembre, con una exposición que ya se está preparando, explica y asegura que después de varios recorridos se verificó que la parte que está en mejores condiciones es la de bajo el torreón “que desmantelaron y se reconstruye y que es donde están el auditorio y las salas temporales, que además tienen entrada y salida a la calle directamente”.
El trabajo que se realiza ahora sobre el inmueble, además del notorio desmantelamiento del torreón, es el cosido y rellenado de grietas de todo el inmueble, explica. Se trabaja tanto en el relleno exterior como interior porque son muros muy gruesos y se da la vuelta a todo el inmueble, con dos complicaciones, la parte de la calle Leyva, donde está el mural de Diego Rivera, que tiene daño estructural, y la otra es donde están los plateros, que también se debe intervenir pues hay un movimiento del inmueble, explica.
FORTALECE EL SISMO LA RELACIÓN CON LA DIÓCESIS
La mayor parte de los inmuebles dañados en Morelos son dedicados al culto, explica Campos Goenaga, por lo que la relación con la Diócesis de Cuernavaca es fundamental, en tanto es el Obispo Ramón Castro Castro el responsable de los inmuebles. “Ya era buena relación, pero ahora es mejor, existe un muy buen diálogo, se atienden las necesidades de lo que solicita el señor Obispo dentro de las posibilidades”.
Esta relación ha facilitado mucho el trabajo de intervención de templos. En el caso de Catedral, por ejemplo, se trabaja en la parte externa, mientras se espera la aprobación del proyecto de intervención para el interior que incluye los murales. “Mientras se realiza el cosido de grietas, además de desmantelar la torre del campanario”, explica, y anuncia que probablemente se abriría la nave de Catedral en diciembre, una solicitud del obispo, en caso de que se resuelva la intervención y el proyecto de conservación; pero no me puedo comprometer hasta reunirme con toda la gente que en ello interviene (empresa, restauradores, y autoridades federales)”.
El templo de Santiago Apóstol, en Jiutepec, está muy dañado. “Ya se está trabajando en el proyecto de intervención, pero lo primero que hay que hacer es generar las condiciones de seguridad para que se pueda trabajar; aunque se realizaron en el año pasado los trabajos de apuntalamiento y medidas preventivas, las que hay que realizar ahora para poder intervenir el inmueble son bastante más complicadas. Una de ellas tiene que ver con el campanario, hay que asegurarlo para que no caiga sobre la bóveda del templo”, esto debe hacerse en un espacio muy estrecho en el que no caben grúas. Lo que hace que su proceso de intervención sea de los más largos previstos por el INAH.
En el caso de los conventos, para todos hay ya proyectos de intervención, “en algunos hay que decidir cuestiones específicas pero se ha seguido trabajando, por ejemplo en Tepoztlán y Tlayacapan se pusieron techos sobre las naves que permiten realizar los trabajos”, el obstáculo es el tamaño de los edificios, que provoca un mayor reto técnico de precisión, explica. “La parte arquitectónica se terminará obviamente antes que los bienes muebles y la pintura mural, hay esculturas que ya se han restaurado pero será un proceso lento”.
XOCHICALCO Y TEOPANZOLCO, EN EL MISMO PROCESO
Para el caso de Xochicalco, la delegada del INAH explica que se están gestionando recursos del Fonden, parte del trabajo que se hizo el año anterior. Se subieron las acciones a Fonden en tiempo y forma, pero es más lento que las aseguradoras, explica. “Dependemos un poco no se nuestra institución sino de otras instituciones”. En la zona arqueológica debe intervenirse el observatorio, que está agrietado casi en su totalidad, y la Acrópolis, “ya existe el proyecto, administrativamente tenemos el expediente, y se necesitan reuniones, y cuestiones institucionales que hay que cumplir en comisiones y comités que deciden, que por normatividad hay que seguir esos procesos porque Fonden es recurso fiscal”.
En el caso de Teopanzolco también se ha finalizado una etapa pero igualmente se espera la radicación de recursos de Fonden para seguir trabajando la otra parte de la estructura principal. Ya se consolidó el núcleo del templo de Tláloc, y ahora se trabajará en el de Huiztilopoztli, y el resto de las estructuras que sufrieron daños, explica, estamos exactamente en el mismo punto que con Xochicalco.
El respaldo de las comunidades y de las instituciones, reconoce, ha permitido avanzar. Para el 19 de septiembre, un año después del desastre, se habrán finalizado los trabajos en 67 inmuebles, algunos de ellos de daño severo. Lo que faltan son las zonas arqueológicas que deben financiarse por Fonden. Todo el universo ya se está trabajando ya sea a nivel administrativo o en obra, pero los niveles de avance son diversos, reconoce.
SUFREN CONSTRUCTORAS POR COBRO DE PISO
Si bien el INAH no ha tenido directamente un problema con grupos delictivos en las comunidades, sí ha recibido dos denuncias de constructoras por cobro de derecho de piso. “Nosotros lo que hacemos es levantar un acta, estar cerca de ellos, y decirle a la empresa que le corresponde ir a la fiscalía a hacer la denuncia correspondiente”.
Igualmente, se ha recomendado al personal del INAH que sale a supervisar trabajos de restauración, que evite andar por las noches y estar alertas. “Algunos dicen que han visto carros que los han seguido, es decir, la misma percepción de inseguridad que puede tener cualquier ciudadano, pero sí es un punto que hay que cuidar”. Es un tema que hay que cuidar, dice, “me imagino que cuando ven obra piensan que hay dinero, pero en restauración los beneficios son muy mínimos, lo que nos toca es cuidarnos y tenemos confianza en las instituciones".