Desde hace más de 70 años existe un lugar en el corazón de Cuernavaca que es necesario visitar, y es el sustento de decenas de familias, hablamos del Mercado de Artesanías, ubicado en la plaza sur del Palacio de Cortés. Si bien a lo largo de los años han padecido la reducción del turismo en la capital del estado, la pandemia por Covid-19 vino a agravar una crisis financiera.
Para José Eduardo Severo Nava, encargado de uno de los locales más antiguos de artesanías, la llegada del Covid-19 se ha traducido en muy bajas ventas, incertidumbre y mucha paciencia para que los visitantes decidan regresar a este punto emblemático en la entidad morelense.
En octubre de 2019, los padres de José Eduardo Severo Nava decidieron tomar las riendas del negocio familiar, en busca de tener su propio comercio y un recurso extra; a lo largo de los años las ventas se mantuvieron estables, claro, todo dependía de la afluencia de turismo en la capital del estado.
Al llegar la contingencia sanitaria, en el periodo de mayor aislamiento social, durante cuatro meses tuvieron que bajar sus cortinas, si iban al mercado de artesanías era para limpiar y desinfectar los espacios, preparando todo para el regreso a la nueva normalidad, también los mismos locatarios colocaron la señalética para respetar el flujo de tránsito.
En julio retomaron sus actividades y desde entonces no han vuelto a cerrar pese a los cambios en el color del semáforo epidemiológico; sin embargo, las ventas, afirmó Severo Nava, han sido muy bajas, no se ha vendiendo mucho; consideró que podría ser por el temor de los turistas, el miedo de meterse al mercado al ser un lugar cerrado.
“No se ha visto un mayor movimiento después de que abrimos como en otros años, como se venía dando. Antes de la pandemia se presentaba un poquito más de gente”.
En el negocio de artesanías de la familia de José Eduardo Severo Nava ofrecen productos hechos a base de madera, vidrio, cerámica y hasta palma, transformados majestuosamente por manos artesanas en recuerdos como plumas, llaveros, alcancías, tazas y hasta canastos.
Los canastos a base de palma, explicó, son elaborados por su mamá, lo cual además es una tradición familiar, puesto que su abuelo, quien inició el negocio, se dedicaba a vender la palma en Taxco, Guerrero, de donde es oriundo. Al decidir vivir en Morelos se trajo consigo esta labor, se traía la palma y fabricaba los productos.
Este es un negocio 100 por ciento familiar, si bien lo inició su abuelo, antes estaba en manos de su tío y desde octubre pasó a sus manos, ha estado de generación en generación, pero siempre en el mismo local, cuentan con otro que está justo enfrente pero ese pertenece a su abuela, no han podido abrirlo debido a la pandemia.
En los cuatro meses que se mantuvieron cerrados pudieron subsistir al contar con un negocio de venta de comida.
Entre sus proveedores se encuentran artesanos de Guerrero, que por la emergencia sanitaria tuvieron problemas para transportar su mercancía, pero pese a cualquier obstáculo seguían viajando al estado vecino.
“Al pasar a color verde no hemos visto movimiento pero creemos que es por el tema de las elecciones que están más enfocados en eso. Las ventas están de 500 a mil pesos cuando antes eran mayor de mil, menos de dos mil pesos al día, entonces sí ha afectado. Es complicado en el tema de esperar clientes y vender la mercancía”, detalló.
Para abrir el local les pidieron respetar las medidas de seguridad sanitarias, como el distanciamiento social entre los clientes y vendedores, otorgar gel antibacterial y mantener limpio el mercado en sí, además de pedirle a los consumidores que las acaten.
“Sí era un gasto extra aunque entre los mismos locatarios nos cooperamos para comprar estos productos, entre cada comerciante y dueño. Sí había ciertas veces en que los consumidores no querían usar el cubrebocas pero les insistimos en usarlo para poder entrar”.
Sin embargo, la pandemia tuvo su lado positivo puesto que José Eduardo pudo quedarse encargado del local, que aunque está cursando la preparatoria, al estar en clases virtuales tiene el tiempo para ayudar a sus padres y quedarse al frente.
En su negocio ofrece productos de diferentes precios pero bastante económicos, lo que ha logrado que sean de la preferencia de los turistas y de los mismos morelenses, que compran también artesanías para regalar, aunque insistió que la falta de turismo es lo que más los perjudica.
La mercancía que más atrae a los visitantes, dijo, son productos relacionados a Morelos, como cualquiera que tenga consigo un chinelo, ya que es la imagen conmemorativa de la entidad.
El negocio de artesanías de la familia de José Eduardo Severo Nava está abierto de 9:00 a 20:00 horas, de lunes a domingo y se encuentra en el área de artesanías del Mercado de Artesanías en el primer pasillo hasta el fondo, ubicado en la plaza sur del Palacio de Cortés.
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