Ante un escenario donde la información es cada vez más diversificada y cambiante, Voz Pro Salud Mental Ciudad de México (VPSM CDMX) analiza el impacto que generan las fake news(noticias falsas), por lo que señala que provocan incertidumbre al manipular el juicio de las personas, lo que hace que éstas reaccionen desde sus emociones más primitivas, como puede ser el miedo.
Estas noticias se crean con el propósito de llamar la atención o causar una reacción dirigida, y se valen de la manipulación total o parcial del contenido para generar un fuerte eco social y político.
En la actualidad, con las redes sociales, existe una amplia oferta de medios alternativos que proporcionan gran parte de la información sobre la cual la gente toma decisiones. En estas plataformas, el impacto de las noticias falsas puede ser determinante, ya que es posible viralizarlasde manera inmediata y casi infinita.
En su artículo “Social media and fake news in the 2016 elections”, Hunt Allcott, profesor de la Universidad de Nueva York, muestra que en Estados Unidos 62 por ciento de los adultos prefiere mantenerse informado a través de las redes sociales.
El académico de la Universidad de Nueva York agregó que, si no las cuestionamos, estas noticias pueden tener un impacto decisivo en nuestra vida, pues “la mayoría de las personas que leen ‘fake news’ las creen”.
El miedo es un efecto bastante buscado en ellas, ya que, desde una perspectiva neurológica, nos obliga a dar respuestas inmediatas y no razonadas ante elementos que amenazan nuestra supervivencia. Esto puede derivar en caos o en decisiones apresuradas.
Casos relevantes
Existen diversos ejemplos de cómo opera este fenómeno, uno de los más impactantes es el caso del movimiento anti vacunación.
En 1998, Andrew Wakefield publicó un artículo que establecía una relación entre la administración de la triple vírica (vacuna que protege contra el sarampión, la rubeola y las paperas) y la presencia de autismo. A pesar de que la comunidad científica se mostró escéptica en ese momento, el impacto mediático generado en el Reino Unido bastó para que, en los siguientes diez años, el índice de vacunación cayera siete por ciento y los casos de sarampión se dispararan.
Esta campaña -apoyada también por celebridades en medios de comunicación- se propagó en varios países, teniendo un fuerte efecto en los padres de familia, quienes comenzaron a negarse a vacunar a sus hijos, lo que culminó en un incremento de varias enfermedades, e incluso, el resurgimiento de algunas que ya habían sido erradicadas (el sarampión en México, por ejemplo).
Años después, Wakefield fue vetado de su ejercicio profesional en Reino Unido y salió a la luz que había planificado una serie de negocios para obtener millones de euros con la comercialización de pruebas para la detección de enterocolitis autística, enfermedad inventada por él en su artículo que relacionaba la triple vírica con el autismo.
Otro ejemplo es el caso de la epidemia de influenza A (H1N1), en abril de 2009 en México, donde se muestra claramente que las noticias falsas no sólo influyen en nuestras decisiones, sino también en nuestras creencias.
Poco después de iniciado el contagio en Estados Unidos, el miedo a ser infectados se transformó en rechazo hacia los residentes mexicanos y latinos. En el artículo “The H1N1 pandemic: media frames, stigmatization and coping”, Michael McCauley afirma que la gente suele manejar el miedo a ser infectado culpando a personas o grupos sociales fuera de su esfera social.
También habla sobre cómo, ante situaciones que causan ansiedad y estrés, las personas hacen una evaluación de sus recursos emocionales, sociales y económicos para mitigarlas o enfrentarlas. Y, con base en esta evaluación, pueden tomar dos vías de acción: una negativa y otra positiva. La primera consiste en implementar mecanismos de defensa entre los cuales se encuentra el estigmatizar, culpar o desvalorizar a un grupo social. La segunda, busca afrontar y superar el problema de manera directa.