Realizar los estudios socio económicos y “ayudarles” en que las cuentas por el uso del hospital sea lo más apegado a la realidad del paciente, no es la única función de las responsables del Trabajo Social en el Hospital General “Dr. José G. Parres”, pues además de esto también llevan a cabo otras labores como el apoyo emocional de quienes por diversas situaciones llegan ahí, comparte la Jefa del área, Liliana Arellano Galindo, quien a su cargo tiene a otras 50 mujeres y 3 hombres.
Lilia Arellano ha sido considerada dentro de las #100MujeresLíderes al ser pieza clave en la implementación del programa de video llamada entre familiares y pacientes con Covid-19 en el Hospital Parres, logrando que cientos de personas puedan volver a ver su ser querido, darle ánimo, lanzar un beso virtual y hasta una triste despedida.
Antes de ser Jefa de Trabajo Social desde hace 11 años ya, cursó su carrera en el Instituto Politécnico Nacional (IPN), en donde le tocaba compartir campus con estudiantes de otras carreras como medicina y enfermería.
“En la universidad fue difícil porque en la carrera nos estereotipaban, decían que éramos de trabajo sexual no social porque incluso en la generación estábamos 100 mujeres y 20 hombres decía la carrera de las viejas”.
Al salir al campo laboral también tuvo que dar la batalla contra la discriminación “porque en cada concurso que se abría para ocupar los puestos más altos a las mujeres nos hacían a un lado, por ejemplo, en el Reclusorio Sur y Norte decían que los puestos eran para hombres, igual en la Fiscalía porque nos veían como las débiles, es con lo que nos topábamos antes”.
Eligió ser Trabajadora Social por la convicción de ayudar a otras, poder aportar algo de ella misma hacia quienes llegan sin dinero, enfermos, o incluso en situación de abandono es de sus mayores satisfacciones pues a pesar del paso de los años no pierde la capacidad de asombro de lo mucho que una persona es capaz de soportar, y no habla del dolor físico sino el “del alma”.
“Mi mayor aporte es ayudar a la gente, porque muchas veces me preguntan cómo puedo hacerlo cuando una persona ingresa rota emocionalmente, víctimas de una violencia impresionante, golpeadas, no solo es ayudarlas con las cuentas porque tenemos mucho más que aportar. He apoyado a muchas mujeres que llegan con violencia física y sexual y es una impotencia tremenda, porque a veces quisiera hacer mucho más para apoyarlas, sé que como mujeres podemos salir adelante, pero a veces necesitamos un empujoncito”.
Creer unas en otras es la pauta para que las mujeres puedan gozar de más libertades, de una vida libre de violencia “siempre hay que aprender una de otra, pero primero debemos creer en nosotros mismas porque si no cualquiera puede venir a romper nuestros sueños o proyectos. Creo mucho en las mujeres, no es fácil trabajar con ellas porque cada una traemos nuestras emociones al rojo vivo, cargas emocionales, pero como profesionistas somos excelentes, tenemos mucho que dar”.
El 8 de marzo lo recuerda como el día para levantarla voz lo más alto que se pueda, un recordatorio de que por las libertades se lucha todos los días, aunque los tiempos sean adversos siempre habrá un modo y una trinchera desde donde las mujeres puedan exigir sus derechos.
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