Después de dos años de pandemia, el obispo de la Diócesis de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, ofició la misa de Domingo de Ramos.
En el inicio de la Semana Santa, cientos de fieles creyentes católicos se dieron cita en la Catedral de Cuernavaca para recibir la consagración; el recinto estuvo en su capacidad al 100 por ciento, por lo que se buscó respetar los protocolos de sanidad con respecto al uso de gel antibacterial y cubrebocas.
Durante el sermón, Castro Castro hizo una invitación a sentir la muerte y resurrección de Jesús, pidiendo aprovechar la Semana Santa para ser empáticos y conectar con el sufrimiento ajeno, tratar de estar en sintonía con el sufrimiento del Mesías, y percibir el fondo de lo que se está viviendo y celebrando.
También pidió que se hiciera una reflexión sobre la violencia que se vive en el mundo, demandó un alto a la violencia familiar, a la ejercida a los grupos vulnerables y en las calles.
Expresó que la humanidad no debería matarse ni destruirse entre sí, pues recordó que el corazón humano debe ser empático y solidario con las personas menos afortunadas.
Por otra parte, solicitó a todos los acompañantes a seguir los protocolos de sanidad y pese a que la Catedral estuvo llena en su totalidad, tanto adentro como afuera se les solicitó a los visitantes que no retiraran sus cubrebocas.
A quienes no tuvieron oportunidad de presenciar la misa se les invitó a regresar en el horario siguiente para evitar aglomeraciones. El acto religioso concluyó sin incidentes; al finalizar se compartió el calendario de actividades para quienes desearan presenciarlos. Lo anterior, como parte del inicio de Semana Santa y que congregó a creyentes en la Catedral de Cuernavaca.
Con información de Emireth Cossio
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