Reconocidos como Patrimonio Cultural de Morelos desde 2018, los sayones volvieron a protagonizar las actividades que se realizan tradicionalmente durante la Semana Mayor en el municipio de Tetela del Volcán, luego de que hace un año las condiciones sanitarias causadas por la pandemia del covid-19 llevaran a cancelar su salida a las calles del pueblo.
La danza de los sayones es una tradición en la que, disfrazados de soldados romanos, los habitantes salen a las calles en Viernes Santo y arrastran el filo de sus machetes en el suelo. En 2018, estos personajes fueron declarados Patrimonio Cultural de Morelos, lo que dio pie a que los pobladores buscaran ahora su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
De acuerdo con Miguel Arenas Arenas, promotor cultural del municipio y responsable del grupo “Cultura Tetela”, el regreso de los sayones a las celebraciones de Semana Santa, particularmente el pasado viernes, se dio en un escenario distinto al de años anteriores, con restricciones sanitarias y una participación muy limitada, que permitió sólo la concentración de 30 habitantes con sus disfraces.
“El comité trabajó muy de la mano con el sacerdote, y hubo nada más 30 sayones y estas personas acudieron a varias pláticas previas a la Semana Santa, donde se les indicó qué eran los sayones, cuál era el papel que jugaban o que iban a desempeñar dentro de estos días y sobre todo hacer énfasis en esa parte de la responsabilidad, de estar en tradición de una manera con respeto”, explicó.
En la reanudación de las actividades presenciales para participar en la Semana Santa, Arenas Arenas destacó la devoción de su pueblo y la responsabilidad con la que asumieron que se llevaran a cabo los eventos: para asistir a misa, los habitantes tuvieron que sacar cita con anticipación.
“Tetela siempre se ha caracterizado como un pueblo de fe, de cultura y tradición. La Semana Santa se vivió de una manera diferente a otros años, fueron eventos a puerta cerrada, la gente estuvo sacando cita para poder asistir a esos eventos desde tiempo anterior, no fue de llegar, entrar y ya. Por otro lado, el padre, junto con los grupos parroquiales, se pudo organizar tomando en cuenta todas las medidas de sanidad”, destacó.
Durante las procesiones, agregó, se determinó que las imágenes religiosas no serían cargadas sobre los hombres de los fieles, sino en un vehículo.
“Para nosotros fue bonito, aunque triste a la vez porque no fue nada como en las semanas santas anteriores, pero bonito por la parte de que, independientemente de la situación, se pudieron realizar las actividades de una manera distinta, pero con la misma fe”, dijo.
Una vez que los sayones salen a las calles en Viernes Santo, sus sombreros, hechos con papel de china, son quemados en el atrio del exconvento de San Juan Bautista el Domingo de Resurrección, de acuerdo con la tradición.
Suscríbete a nuestro canal