Cómo casi todas las mañanas "El Negro" y su compañero de aventuras "El Muchacho", dos perros callejeros, llegan poco antes de las 11:00 horas a un local comercial de la calle Guerrero en el Centro Histórico de Cuernavaca, dónde sus dueños los alimentan y les dan "posada" hasta las 17:00 horas en el que los visitantes regresan al mercado "Adolfo López Mateos" dónde se refugian en algún recoveco.
A veces sólo "El Negro", acude el local comercial, pero casi siempre lo hace acompañado de su escudero, "El Muchacho" y con total seguridad y calma se echan a las puertas de la cortina de la tienda de ropa que saben que en cuanto la abran serán bien recibidos y atendidos, pues les dan sus croquetas que los dueños del lugar siempre tienen preparadas para ellos, y además les brindan un espacio donde descansar.
Tras "almorzar", en cuanto el negocio es abierto, el par de visitantes descansa tranquilamente reposando su comida, y más tarde antes de las 17:00 vuelven a comer si tienen hambre y finalmente salen del negocio, caminan por la calle de Guerrero y regresan al mercado, con la rapidez que le permite al "Negro" su edad, pues se estima que tendrá poco más de diez años, mientras que su compañero es un más joven.
Comerciantes de la zona, que saben de la historia del "Negro" y del "Muchacho" dan a conocer que desde hace poco más de un año, primero "El Negro" comenzó a frecuentar dicho negocio luego de que sus dueños al darse cuenta de las malas condiciones en que se encontraba cuando pasaba por frente a su local le comenzaron a dar de comer y después le permitían descansar, pero al paso del tiempo el can llevó a su invitado, y ahora son por lo regular los dos lo que acuden a comer y descansar en dicho establecimiento.
En medio de las visitas cotidianas "El Negro” enfermó y fue llevado al veterinario y atendido, se le practicó una operación por un tumor que tiene por lo que sigue bajo tratamiento, pero a pesar de sus dolencias, dificultades que ya enfrenta y por su lento caminar, este no dejar de cumplir con su rutina de acudir por las mañanas a la calle de Guerrero, al local donde sabe que lo esperan y atienden, para después regresa al ALM, el lugar que se presume lo vio nacer y que por ello no olvida ni abandona, invitando con su rutina, que esta sea imitada por su compañero "El Muchacho", quien gracias al ahora su amigo, goza por igual de las atenciones y muestras de cariño que recibe en su refugio de la calle de Guerrero.