Este 14 de febrero se realizó en la Catedral de Cuernavaca la primera misa de la Cuaresma. El obispo de la Diócesis, Ramón Castro Castro hizo una reflexión sincera al reconocer su propia humanidad y pecado, destacando que incluso como representante de la institución eclesiástica, él también suele tener errores: "El primero que se pone las cenizas es el obispo porque también es pecador, un ser humano. Yo también tengo que luchar entre el bien y el mal".
Explicó que la imposición de la cruz de ceniza en la frente es un símbolo de autoconocimiento y aceptación de la condición humana, con la promesa de ser mejor persona.
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En su sermón, Ramón Castro recordó los objetivos de la Cuaresma, que es deshacer hábitos que dañan la salud espiritual y mental como el uso excesivo de las redes sociales, el consumo de contenidos que no nutren al conocimiento y los gastos innecesarios para complacer gustos y no necesidades.
Asimismo, el Obispo instó a los fieles a ser agentes de paz en todos los aspectos de sus vidas, especialmente en un tiempo donde la violencia amenaza la sociedad, deseando que incluso aquellos alejados de principios éticos reconsideren su camino.
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"Que bello sería que las personas que están acostumbradas al mal... reflexionaran y se dejaran educar", dijo Ramón Castro.
Una vez que terminó su sermón, el Obispo procedió a bendecir las cenizas y posteriormente les impuso su cruz en la frente a las personas y aclaró que tener este símbolo en la frente es un compromiso para ser mejores personas: "La ceniza no es nada mágico, al ponerse ceniza uno se compromete a ser mejor, es un signo externo de que soy humano, soy pecador, pero puedo ser mejor", concluyó.