El 4 de julio el pediatra cuautlense Alfredo Cruz logró un hito monumental en su vida: ascender a la cumbre del Chimborazo, el monte más cercano al sol desde la Tierra.
Ubicado en Ecuador, el Chimborazo se alza a una altura imponente de seis mil 263 metros. Cruz de 44 años, no sólo buscaba satisfacer su pasión por el montañismo, sino también cumplir una promesa muy especial.
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"Mi abuelo relataba que él subió al Popocatépetl, y a mí era una historia que, cuando me la contaba, me impactaba mucho", compartió Cruz.
Como un homenaje a su abuelo, el médico llevó consigo a la cumbre una bandera de México y una foto de su abuelo. Cruz describió la subida como un desafío arduo, repleto de dificultades.
"Llegamos al glaciar, la zona de hielo perpetuo, de hielo ecuatorial, y como es una temporada en que no hay nieve, es el hielo pelón, pero el hielo perpetuo de los glaciares es muy duro y tiene mezclado piedra y minerales, así que es muy resbaloso y el piolet no se entierra", relató.
A pesar de los retos, no se rindió. "Pasando [los seis mil metros], el guía me dijo que se podía ver la cima, eso me alentó y me dio ánimos, porque de verdad que en algún momento ya me sentía muy mal del cansancio, me empezaron a doler mucho las piernas y el aliento no lo recuperaba, y sí pasó por mi cabeza decirle que abortáramos la misión, pero los incentivos personales empezaron a tomar forma", recordó.
La determinación de Cruz finalmente le llevó a la cumbre, donde honró su promesa a su abuelo y a México.
"Llegamos a seis mil 200, que es la primera cumbre, y de ahí se aprecia la cumbre máxima... Con esa cumbre a la vista dan ánimos y ganas de seguir caminando, a paso lento", describió Cruz.
La historia de Alfredo es hoy un ejemplo inspirador de cómo el espíritu humano puede enfrentar y superar grandes desafíos. Con preparación, determinación y un fuerte sentido de propósito, Cruz demostró que es posible conquistar incluso las cumbres más altas.
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