Morelos es el único estado de la República que no registra avance alguno en la integración de su Sistema Estatal Anticorrupción, afirmó Fernando Blumenkron Escobar, en entrevista exclusiva con El Sol de Cuernavaca y El Sol de Cuautla, en la que advirtió que la entidad ha faltado a la obligación jurídica que se le impuso de integrar este sistema desde el 2016, y por el contrario, permite que pervivan vicios que obstaculizan la lucha contra el que considera el mayor problema de las democracias modernas.
El autor del libro Origen y Funcionamiento del Sistema Nacional Anticorrupción, señaló que entre los problemas graves que se perciben en Morelos, está que el nombramiento de del Fiscal Anticorrupción del estado, haya sido nombrado por la legislatura anterior a pesar de haber sido colaborador cercano del entonces gobernador, Graco Ramírez, con quien sirvió como consejero jurídico.
Y así podríamos decir de otros servidores públicos que pudieron haber influido en el combate a la corrupción, pero que realmente se ajustaron más bien a lo que el Ejecutivo estaba señalando, indicó.
Otros rezagos en el estado son la integración del Tribunal de Justicia Administrativa, que sería el encargado de sancionar la corrupción de los servidores públicos aún no está completamente integrado; y tampoco se ha conformado el consejo de participación ciudadana, advierte Blumenkron Escobar:
La actual Legislatura tiene esa obligación frente a los morelenses de conformar ya el comité de participación ciudadana para que a partir de ahí también se obligue a las autoridades.
Todo este andamiaje constitucional no funcionará si pasa lo que está sucediendo en Morelos, no hay voluntad política, no la hubo antes, y tiene que haberla ahora para que avance el Sistema y realmente tenga buenos dividendos.
¿La apuesta a la incorruptibilidad del presidente, del gobernador, de los funcionarios, es una buena apuesta?
- Debe haber una dosis importante de esa incorruptibilidad en los funcionarios públicos, pero además, que el Sistema, las instancias que lo conforman, son una forma de disminuir el riesgo. Porque “si venimos de un gobierno en que actores políticos y ciudadanos que se manifestaron en las urnas consideraron que era un gobierno corrupto, y donde la bandera del actual gobierno fue justamente esa, la lucha contra la corrupción del exgobernador del estado, ¿por qué no avanzar en este Sistema?
Blumenkron señala que además de las denuncias, debe haber resultados y castigos para quienes hayan cometido actos de corrupción. Porque es cierto, reconoce, hay denuncias, pero si no hay sanciones, si no se terminan los procesos, entonces no sirven, por eso la gente se decepciona. Si hay un fiscal anticorrupción que funcione, que sea confiable, podría avanzarse en el castigo, pero hace falta voluntad política del Congreso, porque por ahí pasan muchos de los asuntos que tienen que ver con el combate a la corrupción.
Sobre la corrupción advierte que si bien es un asunto social en el que influyen muchos factores, en México y en la región latinoamericana, pero tampoco se desfasa de lo que ocurre en otros países de Europa y hasta en Norteamérica.
Culturalmente se puede establecer un origen, pero no es el único, hablamos también de factores políticos, institucionales, el contubernio entre delincuencia organizada y actores políticos; si tomamos en consideración esos factores nos daríamos cuenta de que tiene muchos orígenes, pero además es el mayor mal global que existe en los estados democráticos, dijo.
Reconoce que la cultura es un factor que tiene que ver con la corrupción, por ejemplo las famosas frases como “el que no transa no avanza”, o institucionalmente como el tiempo que pasan gran parte de los gobiernos en la lucha contra la corrupción; y se toman acciones emblemáticas.
Pero también advierte que, en alguna medida, la lucha contra la corrupción se convirtió en ajustes de cuenta s con el pasado, porque era una tradición del sistema político mexicano.
Los gobiernos se legitimaron con la persecución de corruptos que disfrazó venganzas; es decir, hay venganzas, pero también búsqueda por la legitimación y no sólo en México, hay otros países con jefes de Estado que lo hacen, tratando de justificar esa lucha meten a la cárcel a sus enemigos o a otros actores políticos para legitimarse.
Y la habilidad gubernamental no justifica la existencia de tramos de corrupción, explica Blumenkron. La honestidad sí trae dividendos y la corrupción debe entonces ser castigada. Un servidor público, un ciudadano, un empresario honesto, además de que puede tener acceso al bienestar en cuanto a buen sueldo y bienestar para su familia, puede vivir con la tranquilidad de que cumple con su deber.
El Sistema Nacional Anticorrupción no es la panacea para acabar con la corrupción, advierte el autor, pero debemos confiar en él porque no hay otra política pública vigente para enfrentar ese mal.
“El impulso que le dio la sociedad civil al sistema fue determinante. La existencia misma del sistema no es una cosa fortuita, ni obra de Peña Nieto o de los partidos que estaban en el Congreso, no fue para su regocijo. La sociedad fue la que lo impulsó –algunas organizaciones desde hace dos décadas- y que empieza con la Ley 3 de 3, para presentar la declaración patrimonial, de intereses y fiscal de los servidores públicos”.
A partir de esa ley se crea el sistema, y la participación de la sociedad es vital para el sistema. La representación de la sociedad civil viene propuesta por universidades, empresarios, ciudadanos, que dan un matiz diferente para acabar con la corrupción, asegura el autor.