Platicando un poco sobre el día del niño, me pregunto porque invisibilizar a las niñas y englobar todo en masculino, nunca estaré conforme hasta que la dignidad de las niñas y mujeres se haga costumbre.
Les cuento un poco: en el año de 1924, en México, se señaló el 30 de abril como Día del niño, siendo presidente de la República el General Álvaro Obregón y Ministro de Educación Pública el licenciado José Vasconcelos. Esta decisión fue tomada con la finalidad de lograr reafirmar los derechos de los niños y crear una infancia feliz para un desarrollo pleno e integral como ser humano. Lo anterior debido a que el 20 de noviembre de 1959, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) instituyó la celebración del día internacional de los niños, sin embargo, cada país ha decidido un día especial a fin de celebrar a los pequeños de todo el planeta; no obstante, la ONU declaró el 20 de noviembre el Día Universal del Niño, fecha en que se aprobó también la Declaración de los Derechos del Niño y la Convención Sobre Los Derechos del Niños.
El objetivo del Día Universal del Niño es recordar a la ciudadanía que los niños son el colectivo más vulnerable y, por tanto, que más sufre las crisis y los problemas del mundo, de igual manera es un día para dar a conocer los derechos de la infancia y concienciar a las personas de la importancia de trabajar día a día por su bienestar y desarrollo.
Es por ello que, en 1924 el entonces secretario de Educación Pública, durante el mandato del expresidente de México Álvaro Obregón, exhortó a todas las instituciones a fomentar la fraternidad y la comprensión hacia esa población, así como a desarrollar actividades para la promoción de su bienestar de sus derechos. José Vasconcelos decía que había que hacer de cada escuela “un palacio con alma”, para que los niños pobres, descalzos y hambrientos vivieran en palacios las mejores horas de su vida y guardaran recuerdos luminosos.
En la actualidad el mundo entero se encuentra invadido por una crisis sanitaria debido al COVD-19. La pandemia ha puesto de manifiesto las lagunas no sólo en campos tan vitales como la educación, sino en necesidades tan básicas como el acceso al agua, a los alimentos y al trabajo. Todos ellos causan un impacto directo en millones de niños que verán afectado su crecimiento y que necesitan protección por parte de instituciones internacionales, gobiernos, ONG y sector privado. Este 20 de noviembre es una oportunidad más para alzar la voz en nombre de los que no pueden hacerlo
Pero, cabe mencionar la desigualdad que viven las niñas y por la estructura patriarcal la violencia y la desigualdad las atraviesa de diversas y múltiples formas más que al género masculino. La inequidad de género se manifiesta desde los primeros años. Esto es evidente al estudiar datos estadísticos, prácticas culturales, normativas legales, políticas económicas y en la mayoría de los ámbitos de las relaciones humanas. Las desigualdades de género se sustentan simbólicamente a partir de relaciones de valor y de poder entre lo femenino y lo masculino, que desfavorecen a las niñas. Desde la infancia se aprenden de manera binaria los espacios y las actividades que corresponderán a mujeres y a hombres. Las diferencias de género se refuerzan a través de juguetes y juegos, la vestimenta, colores, cortes de cabello, etc.
Desde la socialización escolar se reproducen estas concepciones binarias y diferenciadas, la inequidad se refleja en dinámicas curriculares y extracurriculares que se traducen en desigualdad y exclusión y que desconocen los derechos de otras identidades de género. Las niñas son cuestionadas si practican ciertos deportes y los varones si se involucran en actividades artísticas, por ejemplo. Las mujeres aprenden en la escuela que los espacios centrales y más amplios como patios y canchas deportivas pertenecen a los varones, mientras que ellas generalmente quedan relegadas a jugar en espacios periféricos.
Por otro lado, aunque ha habido pequeñas transformaciones, los juguetes marcan la pauta de los roles de género esperados para mujeres y varones. Los juegos “para niñas” les enseñan a cuidar de otras personas, a ser madres y a realizar trabajos del hogar; mientras que la oferta de juguetes “para varones” invoca roles profesionales más amplios y refuerza estereotipos violentos a partir de juegos bélicos y con referencias militares.
Sin dudar mi invitación es a reflexionar en este festejo a nombrar a las niñas y niños por igual comenzar creando cambios desde casa, desde todos los entornos como son la escuela y la sociedad en general, sumarlas y nombrarlas en el espacio por igual.
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