Desde hace un año las celebraciones católicas han cambiado, algunas han tenido que ser suspendidas por completo, mientras que otras se pueden realizar solo a la distancia pero siempre acatando las medidas de seguridad sanitaria.
El miércoles de ceniza se acerca, pero por cuestiones de la pandemia de Covid-19 la forma en que se llevará a cabo en Morelos sigue pendiente en base al color del semáforo epidemiológico.
El vicario de la Diócesis de Cuernavaca, el padre Tomás Toral Nájera, informó que si la entidad morelense continúa en color rojo solo habrá imposición de cenizas sin bendición ni aglomeración de personas, así como no habrá celebraciones de la palabra para evitar riesgos de contagio en las parroquias.
"La gente solo acudirá a las iglesias y el sacerdote o a quien se determine podrá hacer la imposición de la ceniza dejándola caer sobre la cabeza y ayudándole a que vaya haciendo una reflexión sobre su vida".
Según las creencias católicas, el próximo 17 de febrero se conmemora el miércoles de ceniza, dando paso al inicio de la Cuaresma, que es donde los católicos se preparan para vivir los misterios de la muerte y resurrección de Jesucristo la Semana Santa.
El presbítero puntualizó que la ceniza no es un sacramento, es un signo, por lo tanto aquellos fieles que consideren no pueden asistir por la angustia, ansiedad o miedo que genera la contingencia sanitaria, no representa un perjuicio para la Fe, siendo un signo que pueden hacer desde su hogar.
El miércoles de ceniza es un signo sacramental y así como el 2 de febrero, Día de la Candelaria, exhortan a los laicos recuerden que lo primero es resguardar la salud, pero de una u otra manera la iglesia quiere seguir sirviendo a la fe y la dimensión espiritual, “los invitamos a que desde la casa reconozcan este discernimiento de que comenzamos un tiempo en que el Señor nos invita a la conversión, como es el tiempo de la Cuaresma”.
Finalmente, el padre Tomás Toral Nájera, señaló que si el estado pasa a color naranja en el semáforo epidemiológico podrían retomar las celebraciones eucarísticas con la presencia de los fieles aunque solo con un 25 por ciento de aforo.