Que por segundo año consecutivo el olor a copal, las casas y calles adornadas con flor de cempasúchil y las magnas ofrendas queden solo para el disfrute local de la comunidad de Ocotepec afecta al poblado en materia económica, aunque tiene más peso la intención de preservar y cuidar la salud de sus pobladores en medio de una pandemia global.
Gustavo Chávez, ayudante municipal de Ocotepec, reconoció que el mantener a puerta cerrada, por segundo año consecutivo, dicha tradición turística que trae consigo la celebración de los Fieles Difuntos ocasiona pérdidas económicas graves, ya que gran parte de los residentes de dicha comunidad se dedican al comercio, siendo ésta la fecha en que tienen la certeza de que obtendrán más ganancias.
Sin embargo, puntualizó que desde el año pasado lo primordial ha sido la salud y seguridad de los habitantes, por lo cual restringir el acceso a las viviendas donde aguardan a sus seres queridos fue un acuerdo en común.
"Las ofrendas la gente las pone porque es tradición, esperan al difunto y preparan todo, lo único que estamos haciendo es la invitación para que la gente no visite para evitar contagios y también ellos se cuiden".
En Ocotepec, uno de los 12 pueblos originarios de Cuernavaca, las festividades a los muertos constituyen una de las más importantes de su calendario ceremonial.
La fiesta comienza desde el 18 de octubre celebrando a “San Lucas”, tradición que consiste en poner ofrendas a los difuntos que murieron de manera trágica durante el año. A partir de este momento, el poblado transforma el duelo en un acto de ofrenda y recuerdo de sus familiares fallecidos.
El 31 de octubre y 1 de noviembre se tocan las campanas de las iglesias y se ofrecen misas por los difuntos. Durante ambos días, el copal, la flor de cempasúchil, la música y platillos específicos son las fragancias que van mostrando el camino a aquellos seres queridos en su trayecto al mundo terrenal, esperando por ellos las 24 horas del día.
Para recibirlos, los deudos montan altares donde disponen viandas del gusto de los familiares a los que recuerdan y les colocan objetos que fueron de su pertenencia. En la ofrenda simulan el cuerpo del fallecido con pan y fruta encima de una mesa cubierta con un mantel blanco, para finalmente colocar la ropa que el difunto solía vestir; además se colocan imágenes de los difuntos de la familia a los que se le dedica esta conmemoración.
Cuenta la historia y la tradición que ha pasado de generación en generación, que las ánimas llegan en orden a las 12 del día, es por ello que previamente los alimentos deben estar ya preparados y listos en la ofrenda, aguardando todos los presentes en la entrada de la vivienda a su fiel difunto para decirle “Bienvenido de nueva cuenta a tu casa”, y conminándolo a que inviten a los demás difuntos de este mundo.
El 2 de noviembre culminan las actividades reuniéndose en el panteón municipal donde por segunda ocasión sólo habrá acceso a tres personas por familia. La tradicional misa en esta fecha se efectuará pero con una mínima afluencia.