Algunos adultos mayores tienen una casa donde resguardarse ante el Coronavirus, otros tienen que salir a trabajar para poder vivir, pero para otros como a Don Juan Castillo, comerciante del mercado Cuautla, la soledad, los recuerdos y el estar encerrados en casa los puede matar incluso más rápido que cualquier enfermedad, para ellos el salir a la calle es mantenerse con vida, pues como él dice “ya no tienen nada que perder”.
Don Juan es comerciante del mercado Cuautla y se ubica en el área de huaracherías, desde hace más de 34 años él lleva abriendo su negocio diariamente, él vende disfraces de temporada, mascadas, entre otras prendas de vestir de temporada.
Por años su esposa y él trabajaron juntos, todo lo hacían juntos y compartieron más de la mitad de su vida juntos, sin embargo hace algunos meses su esposa falleció y don Juan quedo solo, pese a que cuenta con otros familiares, la pérdida de su esposa es algo que aún no ha podido superar.
Con 95 años de edad don Juan se levanta diario a las 5:30 de la mañana para minutos antes de las seis de la mañana salir caminando rumbo al mercado y estar en el mercado a las seis de la mañana, todavía no abren el mercado y él ya está en su negocio , “ llego y toco al velador y me deja pasar”, ahí pasa todo su día y no es hasta las 5:30 de la tarde o poco después que él comienza cerrar su negocio para pasar a comer cerca de ahí y llegar a su casa a dormir, al día siguiente hacer lo mismo.
Pese a que las personas de la tercera son de los sectores más vulnerables ante el Coronavirus, él no utiliza cubrebocas ni gel antibacterial, no guarda cuarentena y sale a trabajar diariamente para hacer su vida con normalidad.
Don Juan señala que él ya ha vivido demasiado y ha hecho muchas cosas, por eso aunque si cree en el Coronavirus, señala que desde que falleció su esposa “ya no tiene nada que perder”.
“Ahorita están muy mal las ventas, a veces sale para comer a veces no, desde joven me ha gustado el trabajo, en el campo fui campesino y después nos dedicamos al comercio, pero me gano mi esposa y ahora me toca seguir a mí solo”.
Hay adultos mayores que tienen una casa, una familia y un plato de comida caliente para pasar la cuarentena, hay otros que forzosamente tienen que trabajar, pero hay otros a los que el encierro y los recuerdos los pueden dañar más rápido que la posibilidad de contagiarse de Covid-19.