Posadas: una tradición en evolución

Esta celebración se ha modificado con el paso del tiempo por diversos factores; sin embargo, morelenses luchan por conservarla

Emireth Cossio | El Sol de Cuernavaca

  · viernes 15 de diciembre de 2023

De acuerdo con la Secretaría de Cultura del gobierno federal, la historia de las posadas se remonta a la Conquista Española, reemplazando la tradición azteca que celebraba la llegada de su dios Huitzilopochtli durante diciembre. / Cortesía | Freepik

Las posadas son el pretexto perfecto para compartir con amigos y familiares en una atmósfera de unión, alegría y felicidad; sin embargo, con el paso de los años ha enfrentado algunos desafíos que ponen a prueba esta celebración.

De acuerdo con lo que marca la tradición, las posadas inician el 16 de diciembre y concluyen el 24 del mismo mes; en algunas colonias de la zona metropolitana de Cuernavaca todavía algunos vecinos se reúnen para organizarlas.

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A pesar de la evolución de las tradiciones y el paso de los años, Morelos es un estado donde jóvenes y adultos buscan un equilibrio para disfrutar de las festividades decembrinas.

Los jóvenes han buscado adaptar esta tradición a la actualidad; por ejemplo, muchos prefieren reuniones con amigos, que salir a las calles a cantar letanías y pedir posada, tal es el caso de Javier, de 17 años, quien asegura que prefiere pasar el tiempo con amigos, concentrándose en la convivencia y diversión, en lugar de recitar letanías. “Es más divertido con ellos”.

Caso contrario al de Estefani, originaria de Temixco, quien asegura que las posadas en su colonia son una tradición que disfruta junto a su familia. Me gusta convivir, más que nada. Donde vivo, aún salen las familias enteras, seguimos cantando y nos dan ponche; mi familia me lo ha recalcado mucho y buscamos seguir con esa costumbre”.

En la colonia Fivissste Las Águilas, por ejemplo, la tradición persiste. De acuerdo con Elisa, residente del lugar, la inseguridad y la economía han influido en la forma de celebrar, pues cada vez es más complicado organizarlas.

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No es la misma gente de antes, pero los que vivimos ahí sí nos juntamos. Yo creo que en conjunto todo cambió, la inseguridad, la economía; ahorita una posada no sale tan barata, simplemente el ponche, mínimo te lo avientas en unos 600 pesos, ya una posada para una familia ya no es prudente, tenemos que hacerla entre dos o tres vecinos para sacarla bonita”, expuso.

Con Elisa coincide Martina, vecina de la colonia Miguel Hidalgo, quien afirma que muchas veces el dinero es insuficiente para mantener la tradición, por lo que es necesario adaptarse a las circunstancias que van cambiando.

No todos pueden realizar la posada, ¿cuánto puede costar una piñata? 400 o 500 pesos, imagínate si se realizan dos o tres piñatas, ya es bastante, y aunque uno hace el esfuerzo y es bonito, sí afecta en el dinero de la casa”, mencionó.

Abigail Martínez, comerciante del tianguis navideño del mercado de La Selva, en Cuernavaca, destacó que son los adultos mayores quienes aún compran velitas para las posadas y las hojas con las letanías, y aunque reconoce que la tradición sigue presente, la economía y las circunstancias actuales han llevado a adaptar la tradición.

El origen

De acuerdo con la Secretaría de Cultura del gobierno federal, la historia de las posadas se remonta a la Conquista Española, reemplazando la tradición azteca que celebraba la llegada de su dios Huitzilopochtli durante diciembre. Mientras los aztecas adornaban árboles y estandartes del templo, la fe católica estableció que las posadas iniciaran el 16 y culminaran el 24 de diciembre.

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Tras la Conquista, los misioneros convocaban a los creyentes a las iglesias para rezar una novena, simbolizando la espera del Niño Dios y los 9 meses de embarazo de María. Con el tiempo, estas celebraciones se trasladaron a casas y barrios, representando el peregrinaje de María y José hasta Belén en busca de posada. La fe católica sugiere no olvidar la imagen de los peregrinos y tener en cuenta que las piñatas deben tener siete picos, que representan los pecados capitales, mientras que la venda en los ojos simboliza la fe de las personas.