Ante la propuesta de reforma migratoria del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, los indocumentados en ese país están esperanzados y con mucho ánimo; sin embargo, estamos en un momento difícil porque aún no pasamos del nivel discursivo, consideró Camelia Tigau, especialista del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la UNAM.
“No sabemos si en realidad se logrará lo que el presidente estadounidense ha propuesto, sus proyectos son buenos, pero estamos a la expectativa”, precisó.
La especialista recordó que con el expresidente Barack Obama se tenía la misma expectativa de regularización de la población migrante en ese país, pero no ocurrió así y, en cambio, hubo más deportaciones.
Es difícil determinar si esta reforma sería aprobada, detalló, porque apenas estamos analizando el discurso, que es bueno, pero hay dificultades procedimentales porque la opción de brindar ciudadanía a 11 millones de indocumentados es un proceso difícil y el sistema estadounidense de visado es tardado.
Camelia Tigau estimó que el actual escenario de crisis sanitaria no terminará pronto, y los migrantes “por falta de seguro de salud y condiciones laborales están en una situación de vulnerabilidad ante la pandemia”.
La especialista señaló que de aprobarse la propuesta migratoria sería una gran lección en términos burocráticos para aquellos países de la Unión Europea con un gran número de indocumentados, pero también para México donde hay una cantidad significativa en esa condición.
“Desde luego, en el terreno de políticas migratorias, los países aprenden unos de otros, y eso podría ser uno de los ejemplos para otras naciones, mientras que a la comunidad migrante le elevaría la autoestima y les brindaría derechos que no tienen en estos momentos” refirió.
En Estados Unidos hay argumentos de que económicamente es mejor tener a los migrantes temporales y en condiciones de vulnerabilidad porque no exigen, no se pueden organizar en sindicatos ni votar, carecen de derechos educativos y de salud, se les puede pagar lo que se quiera y deportarlos en cualquier momento, así tengan 20 o 30 años viviendo en ese país.
No obstante, continuó la universitaria, la población trabajadora migrante contribuye a la economía estadounidense, pero se considera que es una ventaja tener a esta población indocumentada porque es una carga menos para el sistema público.
“Es mucha la presión para esta gente, demasiado miedo, pues ahora como migrante deben ser doblemente buenos, portarse doblemente bien, no pueden cometer ninguna falta cívica porque los deportan de inmediato”, apuntó.
Y comentó: las órdenes ejecutivas que pudieron hacerse desde la oficina, las aplicó el presidente Biden, por ejemplo remover los topes para el visado H1B, que permite a los empleadores estadounidenses contratar temporalmente a trabajadores extranjeros en ocupaciones especiales, y anuló el veto migratorio establecido por su antecesor a viajeros de 11 países de mayoría musulmana.
Camelia Tigau aseveró en el vecino país del norte se acostumbra a dar alivio migratorio por segmentos, y eso es lo que algunos diputados y senadores estadounidenses consideran sería más factible, como parte de la propuesta de reforma del presidente de Estados Unidos.
La especialista en migración calificada puntualizó que de esos 11 millones de personas indocumentadas en Estados Unidos, aproximadamente la mitad son mexicanos, el resto de diversas nacionalidades; también hay profesionistas que se quedaron allá después de que sus padres no lograron obtener sus visas.
Planteó que otra lección de la historia estadounidense es que primero se excluía a migrantes de cierta nacionalidad, luego a aquellos por razones de orientación sexual y, posteriormente, por las nacionalidades que participaron en las dos guerras mundiales.
Casi al término del siglo XX empezaron a excluir a los trabajadores agrícolas, quienes ya no son tan requeridos, porque se pasó a la economía del conocimiento y ahora la demanda más grande es de profesionistas, pero no disponen de las herramientas para luchar por sus derechos en ese país, aseguró Camelia Tigau.
Unas de las propuestas del presidente Biden para evitar que los centroamericanos migren hacia el norte, subrayó, es otorgar cuatro millones de dólares como apoyo a El Salvador, Honduras y Guatemala; además, incluir la violencia doméstica y la persecución sexual como motivos para pedir asilo.
Al concluir, Camelia Tigau reconoció en Biden una figura que busca modernizar el sistema de migración estadounidense, “un poco volviendo a la tradición acogedora, de atracción de talento profesional y de mano de obra, según las necesidades del mercado laboral. En su discurso hay un cambio, un sentido de dar la bienvenida a los migrantes dejando atrás el discurso racista”.
Con información de la UNAM