El del Paseo Ribereño, inaugurado, caído y clausurado ayer, es un puente colgante simple que conecta a dos pasillos mayores construidos en cemento y estructura metálica. El paso es parte obligada de la ruta por la barranca de Amanalco, que inicia en el parque Porfirio Díaz, a unos metros de la Iglesia de El Calvario y suele concluir en la calle de Carlos Cuaglia, a unos metros de donde los voceadores recogen los periódicos ya en el mero centro de Cuernavaca.
La idea del Paseo Ribereño empezó en el ayuntamiento que presidió Alfonso Sandoval Camuñas. Quien fuera alcalde de Cuernavaca entre 1994 y 1997 pensaba que las barrancas de la ciudad podrían ser un enorme atractivo turístico, así que se construyeron entonces los primeros pasillos para recorrer el tramo de poco menos de un kilómetro que incluía el bello jardín del Parque Porfirio Díaz, la frescura de las formaciones rocosas dentro de la barranca -que muy pronto sería sitio para jurar amor eterno entre parejas de escolares- y el paso por el puente colgante, a menudo humedecido por las lluvias que se convertía en un elemento de diversión y riesgo adicionales para el paseo.
El sismo de septiembre de 2017 provocó el cierre del paseo. Había daños en las estructuras que requerían rehabilitación. Así pasaron los años y Cuernavaca extrañaba los paseos, las actividades culturales con leyendas de muertos, los pequeños conciertos y todo lo que las barrancas aportaban al entretenimiento citadino.
Millonaria inversión con recursos del Fidecomp
Fue hasta marzo del 2021 que el Ayuntamiento de Cuernavaca, entonces presidido por Antonio Villalobos Adán, acordó con el gobierno estatal la rehabilitación del Paseo Ribereño, al que bautizaron en honor de quien lo cristalizó por primera vez, Alfonso Sandoval Camuñas. El proyecto fue ejecutado por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas del municipio, y financiado por el Fideicomiso Ejecutivo del Fondo de Competitividad y Promoción del Empleo, Fidecomp, del gobierno estatal.
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En el proyecto de rehabilitación del paseo se invirtieron en total tres millones 410 mil 729 pesos; que incluyeron 985 mil 768 pesos para un nuevo puente peatonal bajo el puente vehicular Porfirio Díaz; pintura en la herrería del mismo por 144 mil 403 pesos; caseta de vigilancia, por 24 mil pesos, sanitarios públicos por 79 mil; además de taludes con un valor de 472 mil 874 pesos; 1 millón 654 mil 625 pesos para iluminación y el desmantelamiento de ducteria por un monto de 49 mil 703 pesos. El convenio, de acuerdo con la información del Gobierno del Estado, concluyó en septiembre de 2021, y no incluyó ni el mantenimiento del puente colgante que colapsó.
En octubre del 2021, el propio gobernador, Cuauhtémoc Blanco, supervisó la conclusión de las obras en el Paseo Ribereño, que presumió como una inversión del gobierno estatal. No obstante, en su comunicado posterior a la caída del puente, el Ejecutivo se deslindó atribuyendo la responsabilidad total por la obra al ayuntamiento de Cuernavaca: “se puntualiza que el proyecto “Rehabilitación del Paseo Turístico Ribereño Alfonso Sandoval Camuñas” fue propuesto por el Gobierno municipal de Cuernavaca en el periodo 2019-2021 y el ejecutor fue la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas de dicho municipio”.
El Paseo Ribereño abrió después de casi cinco años de estar cerrado. Su apertura duró poco más de una hora y lo visitaron en ese lapso casi quinientas personas. Después de la caída del puente, se colocaron nuevamente los enormes candados y una nueva inauguración tendrá que esperar hasta que las condiciones de seguridad lo permitan. Esta vez, seguramente se dará especial atención al puente colgante.
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