La tradición del año nuevo nació en Roma, en el año 47 a.C. para dar homenaje a Janus, Dios pagano de las puertas y del comienzo, a quien Julio César decidió dedicarle una fiesta con comida copiosa, ofrendas de medallas, ramas y dulces. El año nuevo tenía que ser recibido con alegría y abundancia durante 10 días. El mes de enero heredó su nombre de Janus, quien por su doble cara, representa un tiempo de transición entre el año pasado y el año que comienza.
Posteriormente, el Año Nuevo comenzó a festejarse el 1 de enero cuando el Papa Gregorio XIII lo dispuso en 1582 para todos los países católicos, al inaugurar el calendario en vigencia que sustituyó al juliano. Lentamente, las demás naciones lo incorporaron y de esta forma se aceptó en todo el planeta, que el año comenzara el 1 de enero y no el 21 de marzo o el 1 de abril, como solía serlo con el calendario juliano.
En Morelos, específicamente en Catedral de Cuernavaca, el obispo Ramón Castro Castro oficia la misa del 31 de diciembre, mejor conocida como Misa de Gallo que tiene la finalidad de da gracias a Dios por el año que termina y encomendar el siguiente al Señor.
Sin embargo, el 1 de enero es un día importante por su categoría litúrgica de solemnidad, se dedica desde la religión católica a Santa María, madre de Dios, y se recuerda la circuncisión de Jesús; además cada 1 de enero el catolicismo celebra la Jornada Mundial por la Paz, momento donde el prelado pide por la tranquilidad y la paz en el estado. Se efectúa durante la misa de 12. Para el jerarca religioso, Ramón Castro Castro la celebración para recibir el Año Nuevo es muy tranquila. Luego de presidir la misa de gallo, cena algo ligero en su hogar en compañía de sus familiares o los mismos sacerdotes, para posteriormente dormir a buena hora, descansar y prepararse al otro día para oficiar la misa de 12 del 1 de enero.