El territorio del estado de Morelos es privilegiado, posee uno de los mejores climas del país y del mundo: montañas, valles, ríos y barrancas; además de una gran variedad de suelos, buena parte de ellos excepcionales para la producción agrícola, y agua superficial y subterránea de excelente calidad para el consumo humano y agrícola.
De esa manera se “retrata” a Morelos en el Plan Estatal de Desarrollo 2019-2024 del gobierno estatal que encabeza Cuauhtémoc Blanco Bravo.
En el eje rector número 5 encontramos un amplio diagnóstico respecto a la sustentabilidad ambiental de Morelos en el que también se advierte de un “fenómeno en ascenso”: la conurbación y metropolización de diversos entornos urbanos.
Y es que a pesar de que existen instrumentos de ordenación, éstos no son vinculantes y no están alineados con la reciente legislación federal vigente en materia de asentamientos humanos, ordenamiento territorial y desarrollo urbano.
De la misma manera, a nivel estatal y municipal se requiere con urgencia lograr la armonización de los instrumentos de planeación urbana con el ordenamiento ecológico para detener la expansión de la estructura urbana en las zonas periféricas, de riesgo, de protección o no aptas para los asentamientos humanos y fortalecer la resiliencia de los centros de población, éste, es uno de los principales ‘retos’ que se señalan en el Plan Estatal de Desarrollo de la actual administración estatal, que aún no se cumple.
Los instrumentos de planeación, en su mayoría, no incluyen incentivos para que los desarrolladores y promotores de la inversión construyan dentro de la estructura urbana; ni mecanismos que promuevan la accesibilidad universal al espacio público, la vivienda y los servicios básicos de manera adecuada, segura y asequible; o instrumentos que faciliten la movilidad urbana incluyente.
Morelos es una entidad que cuenta con un nivel de urbanización elevado, basado en un sistema bicéfalo en el que la Zona Metropolitana de Cuernavaca y la Zona Metropolitana de Cuautla fungen como polos de la dinámica de crecimiento de la entidad.
Ambas están reconocidas por la Federación, lo que permite el acceso a la solicitud de recursos del Fondo Metropolitano para el financiamiento de proyectos de inversión a nivel regional, en condiciones de sustentabilidad social y económica que benefician al 76.29 por ciento de la población de la entidad.
Desde el año 2011, el gobierno estatal ha ejercido recursos del Fondo Metropolitano, proveniente de los recursos federales etiquetados dentro del Ramo 23 del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para subsidiar la ejecución de estudios, planes, evaluaciones, programas, proyectos, acciones y obras de equipamiento e infraestructura de escala metropolitana.
La alta incorporación de suelo al desarrollo urbano en las zonas metropolitanas ocasiona la expansión de sus periferias de manera dispersa, fragmentaria y con tejidos de baja densidad; fenómeno que incrementa los costos económicos, sociales y ambientales en detrimento de la competitividad regional y la calidad de vida de los habitantes.
Lo anterior se complementa por la declinación poblacional en la ciudad interior, lo que acarrea el desaprovechamiento de las zonas urbanas consolidadas y se correlaciona con los déficits de equipamiento e infraestructura en las periferias, principalmente en los municipios de Emiliano Zapata, Cuautla, Atlatlahucan, Tepoztlán y Yecapixtla; y, en segundo término, los municipios de Yautepec, Temixco, Puente de Ixtla, Ayala y Xochitepec.
Recientemente, en el marco del programa “Campaña de Acopio de Árboles de Navidad 2022” el secretario de Desarrollo Sustentable del gobierno estatal, José Luis Galindo Cortez, habló de manera superficial sobre su compromiso de conservar “el capital natural de Morelos”.
Apenas el 1 de diciembre, Galindo fue designado secretario de Desarrollo Sustentable en Morelos, en sustitución de Constantino Maldonado Krinis quien ocupó el cargo durante la primera mitad del sexenio de Blanco Bravo.
Hasta ahora, Galindo no se ha referido a su plan de trabajo al frente de la secretaría que está definida como “el punto de partida” para concientizar a la población de la urgencia de establecer relaciones más armónicas entre el ser humano y el entorno ecológico, considerando que los recursos naturales son finitos y se pueden agotar, existiendo la imperiosa necesidad de preservar los sistemas naturales de manera que puedan persistir y desde punto de vista humano, heredarse tal y como están o en mejores condiciones, en un plano ideal, a las generaciones futuras, con la única finalidad de aportar las condiciones necesarias para nuestra propia especie.
Recientemente, y a propósito del análisis del Presupuesto para el ejercicio fiscal de 2022, la diputada local Andrea Gordillo Vega, presidenta de la Comisión de Medio Ambiente en el Congreso, exhibió “el bajísimo” presupuesto que se pretendía asignar a la secretaría de Desarrollo Sustentable del gobierno de Morelos y de manera específica para el cuidado del ambiente.
La propuesta era asignarle un presupuesto de 79 millones 494 mil pesos, de los cuales 55 millones 799 mil pesos serían para el rubro de gasto corriente (sueldos y salarios), lo que traería como consecuencia que el gasto operativo de la dependencia fuera solo de apenas 23 millones de pesos.
Incluso, de acuerdo con la distribución que se tenía considerada, “para los Programas de inspección y vigilancia para áreas naturales y protegidas”, solo se tenía previsto un gasto de apenas dos millones 314 mil pesos.
Pero la falta de aprobación del Presupuesto de Egresos para el actual ejercicio fiscal permitirá a la Secretaría de Desarrollo Sustentable ejercer 55 millones 363 mil pesos en el rubro de gasto corriente y 76 millones para el gasto de capital.
Héctor Sotelo Nava, titular de la Dirección General de Desarrollo Sustentable (DGDS) de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), consideró que la estrategia ambiental implementada por el gobierno del estado en conjunto con los municipios, debe estar encaminada a reducir los impactos al ambiente, al agua y suelo para hacer frente al cambio climático, y es ahí donde la Máxima Casa de Estudios está comprometida con el impulso al desarrollo sustentable mediante acciones, estrategias y actividades de investigación, que van a colaborar en la resolución de problemas sociales, pero principalmente ambientales, que hoy son de importante atención.
Evidentemente, el incremento poblacional en el estado implica un aumento proporcional en la demanda de recursos naturales de todo tipo para abastecer agua, alimentos, suelo para vivienda, entre otros, y tiene como consecuencia la pérdida y degradación de superficies forestales y productivas, debido a invasiones y asentamientos humanos irregulares, cambio de uso de suelo forestal a urbano, sobrepastoreo, introducción de especies exóticas, disposición de residuos a cielo abierto y falta de sensibilidad en el uso de los recursos naturales, tales como los árboles de aprovechamiento que son nativos del estado de Morelos, el cual se hace de forma irregular y que ha derivado en una pérdida alarmante de la cubierta vegetal en todo el estado, tanto de bosque templado como de selva baja caducifolia, de los cuales se ha visto una disminución del 70 al 80 por ciento en la última década.
Lo anterior evidentemente es un grave problema ambiental, ya que la deforestación es cusa de problemas como el cambio climático y la merma en la biodiversidad en los sistemas terrestres, así como de la pérdida de absorción de mantos acuíferos y desvío de los cauces naturales de las cuencas, con lo que no se estaría cumpliendo con los objetivos del desarrollo sostenible.
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