Por la desaparición y sustracción del Manifiesto al Pueblo, de Emiliano Zapata, el Gobierno del Estado presentó ante la Fiscalía General del Estado una denuncia, a fin de que se investigue y se recupere e invaluable documento histórico.
Así lo informó José de Jesús Guizar Nájera, subsecretario de Gobierno al enfatizar que se trata del documento firmado personalmente por el general Emiliano Zapata Salazar en Tlaltizapán Morelos el 25 abril del año 1918.
La denuncia es contra del ex director del Instituto Estatal de Documentación de Morelos, Jesús Zavaleta Castro y en contra de quien resulte responsable.
Se trata de un “documento de invaluable valor histórico que forma parte del patrimonio cultural del Estado
Jesús Guizar
El Instituto Estatal de Documentación de Morelos es un órgano desconcentrado de la Secretaría de Gobierno del Poder Ejecutivo del Estado, cuyo objetivo es garantizar el buen manejo de la documentación y los archivos públicos de todo el Estado.
Su labor está encaminada en la conservación, resguardo, clasificación, organización y descripción de los archivos públicos.
La responsabilidad de ese Instituto también es la conservación del Archivo Histórico del Estado y la Hemeroteca Estatal.
EXTRACTO DE MANIFIESTO:
La revolución se propone: redimir a la raza indígena, devolviéndoles sus tierras, y por lo mismo, su libertad; conseguir que el trabajador de los campos, el actual esclavo de las haciendas, se convierta en hombre libre y dueño de su destino, por medio de la pequeña propiedad; mejorar la condición económica, intelectual y moral del obrero de las ciudades, protegiéndolo contra la opresión del capitalista; abolir la dictadura y conquistar amplias y efectivas libertades políticas para el pueblo mexicano.
Y para evitar que una nueva facción exclusivista o nuevos personajes absorbentes ejerzan preponderancia o influencia excesiva sobre el resto de la revolución, hemos acordado adoptar el siguiente procedimiento, de aplicación fácil y sencilla: al ocupar las fuerzas revolucionarias la capital de la República se celebrará una junta a la que concurrirán los jefes revolucionarios de todo el país, sin distinción de facciones o banderías. En esa junta se cambiarán impresiones, harán valer su opinión todos los revolucionarios, y cada cual manifestará cuáles son sus especiales aspiraciones, y cuáles las necesidades propias en la región en que opere.
A esta obra de patriotismo y de concordia, de fraternidad y de progreso, sólo los ambiciosos podrán eximirse de colaborar, sólo podrán negarse los que pretendan imponer su voluntad sobre la de los demás, los que quieran valerse de la revolución para satisfacer miras personales, o para realizar propósitos de medro, de lucro o de venganza.
Estorba Carranza el ambicioso, y hay que derribarlo. Perjudican los antiguos rencores, las torpes desconfianzas, las pasiones vulgares, y hay que suprimirlas, hay que borrarlas.
Sobre la unión de todos los revolucionarios, militares o civiles (siempre que unos y otros sean honrados), sobre el cordial acercamiento de todas las voluntades, sobre el mutuo y libre acuerdo de todas las inteligencias, debemos basar el triunfo de nuestros ideales y la reconstrucción de la patria mexicana.