En el último cuarto de siglo, el volcán Popocatépetl ha marcado cambios en el país y ha evidenciado el impacto del conocimiento científico en beneficio de la sociedad, especialmente para impulsar medidas de protección, coincidieron expertos en el Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.
Al inaugurar el encuentro El Popocatépetl: 25 años de actividad eruptiva, Guadalupe Valencia García, coordinadora de Humanidades, recordó que han pasado dos décadas y media desde que el volcán se manifestó como ente vivo ante la Ciudad de México, Morelos, Puebla, Tlaxcala y Estado de México. “En 1994 el país era una tierra convulsa, y no es de extrañar que él también manifestara su sentir ante una nación que se contenía para no explotar”.
Hugo Delgado Granados, director del IGf, afirmó que en este tiempo han tenido contacto con la realidad. “Nuestra ciencia no solamente es físico-matemática o geoquímica, sino que nos permite apoyar a la sociedad con estos conocimientos, y siempre hemos tenido apoyo del Centro Nacional de Prevención de Desastres y de Protección Civil federal”.
Acompañado por Enrique Guevara Ortiz, director General del Cenapred; y David León Romero, coordinador Nacional de Protección Civil, Delgado Granados recordó que la primera gran fumarola se registró el 21 de diciembre de 1994, pero desde 1990 el Popocatépetl comenzó a mostrar los primeros signos de activación.
Tras dar seguimiento y realizar investigaciones, los expertos de esta casa de estudios se comunicaron con el entonces coordinador de la Investigación Científica, Gerardo Suárez, quien se contactó con el Cenapred y el Instituto de Ingeniería, para conformar, junto con el IGf, un primer comité asesor y revisar los estudios de gases, muestras de azufre y sismología del volcán.
En tanto, Guevara Ortiz destacó que en estos años el coloso ha marcado el rumbo de trabajo en la protección civil, y en la gestión del riesgo. “Es un volcán que ha estado presente en la historia del país, inspiración de artistas…”.
En el auditorio Tlayolotl del IGf, David León Romero agradeció a los expertos de la UNAM por dedicar su experiencia para monitorear, investigar y conocer de mejor forma al Popocatépetl, labor reconocida por el Gobierno Federal en 2019 con el Premio Nacional de Protección Civil en la categoría de Prevención.
“Significa un reconocimiento al esfuerzo de dos décadas y media en torno al volcán. El trabajo que realizan llega a las familias mexicanas, se concreta en mecanismos de prevención y preparación, y eso es muy satisfactorio”, subrayó.
El Popocatépetl hoy
Carlos Valdés González, director del Centro de Estudios Mexicanos UNAM Costa Rica, recordó que nuestro territorio tiene más de dos mil volcanes, 12 de ellos considerados activos o peligrosos, y cerca de los cuales vive aproximadamente 75 por ciento de la población.
De diciembre de 1994 a 2019, ha presentado más de 83 domos o tapones, lo que implica que hay un equilibrio entre el material que asciende y su destrucción. Además, se han analizado más de cinco mil 500 sismos originados en el coloso, donde la actividad principal se localiza a dos kilómetros sobre el nivel del mar y hasta dos kilómetros por debajo del nivel del mar.
Las mejoras en la instrumentación y los sistemas de monitoreo han permitido revisar en tiempo real la información, además de hacer análisis que permiten tomar mejores decisiones.
“Da la impresión de que la actividad va aumentando, pero hay un equilibrio de fuerzas entre la presión que ejerce el edificio volcánico y el material que quiere salir; mientras haya un equilibrio tendremos una situación estable”, aseguró.
Asimismo, destacó que la actualización del mapa de riesgos del volcán es clave para llegar al medio millón de personas que viven en sus alrededores, “pero es necesario seguir trabajando para hacer llegar la información más precisa a la comunidad”.
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Mejor monitoreo volcánico
En los últimos dos años, la UNAM, el Servicio Sismológico Nacional y el Cenapred han realizado importantes esfuerzos para modernizar la red sismológica y de geofísica del Popocatépetl, destacó Marco Caló, investigador del IGf.
Esto implicó no sólo la reparación de los equipos que ya no funcionaban, sino la instalación de sensores sísmicos de última generación; colocar equipos de GPS para las estaciones más cercanas al cráter; sensores de monitoreo meteorológico; instalación de video de alta definición y un sistema de transmisión de datos robusto capaz de garantizar el monitoreo también en caso de eventos mayores.
“Todas las estaciones que monitorean el volcán están sujetas a un peligro muy elevado por la caída de balísticos, y si añadimos el peligro de lahares (flujos de sedimento y agua), todas las estaciones podrían ser afectadas en caso de un evento mayor”, detalló.
La idea era modernizar y hacer más eficientes las estaciones alrededor del volcán, además de tener nuevas estaciones que estén más alejadas, pero que permitan tener control de lo que ocurre bajo el volcán, sin dejar de lado un sistema híbrido de transmisión de datos que aprovechen los sistemas satelitales y los servicios de radio.
Con estos sistemas los expertos esperan conocer mejor la estructura interna del volcán, algo difícil de lograr, pero con los nuevos sistemas se podrá “tener una resolución exhaustiva que permita caracterizar cámaras magmáticas, conductos y estructuras que aún no se conocen, pero que podrían tener una gran implicación en el estudio del Popo”, finalizó el investigador.
Con información de la UNAM
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