El padre Antonio Espinosa Machuca, quien ejerció el ministerio de exorcista desde hace casi 25 años, confirmó que jugar la ouija, lápices, u otro tipo de mecanismo para hablar con los muertos, no es tanto que sea el demonio sino es la misma persona con su mente y su energía la que cae en esa situación; sin embargo, es necesario tratarla porque da el caso que no se les atiende.
Mencionó que una persona que tiene problemas psicológicos, afectivos y/o patológicos es necesario escucharla, primero porque no todo es cuestión del demonio, a veces es la idea que se tiene cuando viven situaciones internas muy fuertes.
Como dicen se me subió el muerto, oigo voces, ruidos. Sí uno la escucha y hace una investigación familiar, va descubriendo a través de la plática que es lo que tienen
Destacó que el exorcismo es prácticamente ordenarle al demonio que salga de la persona cuando esta posesionado, lo cual es muy complicado de lograr, y es provocado porque el mismo ciudadano libremente invoca al demonio, mientras no sea libremente el demonio no puede posesionarse de la persona, del cuerpo sí pero no del espíritu, a menos que la persona viva de acuerdo a lo contrario de la doctrina de Cristo, “situaciones de pecado muchas veces también”.
Incluso, el sacerdote confirmó que para las liberaciones muchas han encontrado la gracia y paz con una oración, para las que no tiene una cifra exacta de cuantas ha realizado.
No obstante, en 25 años ha realizado tres exorcismos, uno en Tlaquiltenango donde la persona fue consagrada al demonio por su abuela en un sótano, pero ella no sabía, por lo cual cuando se liberó no reconoció nada y la familia comenzó a platicarle cuál era el motivo.
El otro caso fue muchos años después, a un joven que también había sido consagrado al demonio en Estados Unidos, tras invocar de manera personal al Dios Águila, a quien consideraba el Dios verdadero, generando que tuviera una fuerza descomunal al poder romper con los pies hasta las mesas. Y el tercero, fue una señora que caminaba como víbora en el piso.
Tiene que ser un proceso de dos, tres, cuatro o cinco sesiones hasta que la persona libremente ya confiese su fe y renuncie al pecado, al demonio, porque también es astuto y engaña al exorcista. Sí el exorcista ha vivido una manera diferente, disoluta porque también se puede, el demonio se aprovecha de él también. Hay que llevar una vida como Dios quiere, transparente y honesta
Para atender casos de liberación o exorcismo, indicó, se puede contactar a los párrocos Arteaga y Felipe ubicados en Anenecuilco dentro del municipio de Ayala, así como en Coatetelco, respectivamente o al mismo padre Antonio Espinosa Machuca en Catedral de Cuernavaca.