“San Antón ha sido un lugar de la siembra, de la cerámica y de tradiciones. Es uno de los pueblos más viejos que hay en Cuernavaca”, asegura César Salgado Castañeda, trabajador social y originario de este poblado.
San Antón es una de los 12 pueblos históricos de Cuernavaca; se dice que este lugar fue uno de los principales en la época de la Conquista. Se caracteriza por estar entre barrancas y por supuesto, por su emblemática cascada: El Salto.
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“Este pueblo trae historia; aquí llegaron los Tlahuicas y empezaron a hacer sus asentamientos”, comparte César Salgado.
San Antonio de Padua, el santo patrono
Este pueblo originario de Cuernavaca fue fundado después de la conquista de México, y se desarrolló alrededor de la capilla de San Antonio de Padua.
“Después de La Conquista... se formalizó la fundación del pueblo de San Antón, y fue a través de su iglesia Franciscana, una de las más antiguas de Cuernavaca, después de la de Tlaltenango”.
Esta iglesia se caracteriza por su arquitectura colonial y su fachada barroca. En su interior se aprecian retablos y pinturas religiosas, además de albergar la imagen de San Antonio de Padua, el santo patrono del poblado.
A la fecha, San Antón se caracteriza por ser un poblado lleno de tradiciones, y en especial por la celebración de su fiesta patronal, cada 13 de junio. En 2025 celebrarán su edición número 500, lo que la convierte en una de las celebraciones más antiguas de Cuernavaca.
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Tierra de viveros y alfarería
Durante muchos años, este poblado se caracterizó por su actividad alfarera y viverista; aquí podrías encontrar variedad de macetas, plantas de ornato y piezas de cerámica y alfarería a la venta, creadas por los propios pobladores.
Cuernavaca se fue conociendo por sus viveros, porque tenían muchas flores y plantas, y en San Antón había huertos de guayabas donde ahora hay condominios. También, había mango, arrayanes y muchos árboles frutales. Pero, sobre todo, se caracterizó por la cerámica que se hacía en lo que se llama, Sacatierra, que precisamente se le nombró así porque de ahí sacaban el barro para hacer los jarros, comales, ollas, macetas, cántaros y eso era muy conocido por la gente.
El Salto de San Antón
Uno de los atractivos turísticos más emblemáticos de este lugar es el Salto de San Antón, una cascada con una caída de agua de más de 40 metros de altura, rodeada de prismas basálticos.
La leyenda prehispánica de esta cascada cuenta que surgió cuando una doncella esperaba a su prometido que se había marchado a la batalla y que jamás volvió. A causa de eso, ella cayó en depresión y murió de tristeza.
Se cuenta que su cabellera siguió creciendo aún después de morir. Y cuando los dioses se dieron cuenta de su sufrimiento, se conmovieron con su dolor y de la forma en que murió esperando a su prometido. Entonces, decidieron convertirla en una majestuosa cascada.
La caída de agua representa su larga cabellera, que sigue fluyendo a pesar del paso del tiempo y de su muerte.
Además, el joven amado que perdió la vida en la batalla se fue transformado en el río que cae en la cascada, de esta forma, ambos podrían estar unidos para toda la eternidad y fundir sus almas en una sola. Desde luego que esta romántica narración por su estilo y corte es puramente prehispánica.
La cascada mide 40 metros aproximadamente de altura y está rodeada de prismas basálticos, así como de El Salto Chico, que después del terremoto de 2017 sufrió algunas fracturas.
Hay mucha agua que todavía sale limpia a un costado del Salto, y hay unas cuevas con nacimientos de agua, también en las terrazas de San Antón, donde había un ojo de agua, y ahí está el pozo de Sapac para surtir agua limpia y potable.
Asimismo, destacó que San Antón también fue conocido por sus siembras de maíz, de plantas de olor y medicinales.
“San Antón es un poblado rico en sus tierras, que se ha convertido en un lugar donde ha crecido con la población, sin embargo, tiene su esencia con el clima que sigue siendo maravilloso, con tres o cuatro barrancas, una es la de los Caldos y es una belleza cuando uno la camina; qué pena que está contaminada, pero estamos tratando de quitarle esa contaminación para que pueda ser disfrutada por la gente. Y tenemos también la barranca llamada La Tilapeña, que es una de las pocas que se conserva limpia”.
San Antón, siempre vivo
César Salgado creció en San Antón, ya que vivió ahí durante muchos años, por lo que recuerda con cariño cómo era este poblado hace más de 70 años, pues incluso le tocó ver la fundación de varias colonias.
“El pueblo mágico de nuestro Analco, muchos años viví ahí. Mis papás vinieron del Estado de México y escogieron San Antón como lugar para encontrarse porque ahí los aceptaron, venir de fuera no era fácil anteriormente”.
Recuerda que caminar de San Antón hacia el Centro de Cuernavaca le tomaba a la gente alrededor de ocho minutos.
“Había unas veredas y caminabas sobre ellas y era fantástico. Cuando yo iba a la primaria en la Escuela Benito Juárez caminabas de entre 8 a 10 minutos. Solo cuando nos daba la aventura, esperábamos el urbano, el camión, pero tardaba hasta 45 minutos para llegar a la casa”.
San Antón sigue siendo un lugar de tradiciones. “Ya no hay quien haga barro, pero sigue siendo el lugar del vivero, donde puedes comprar plantas, y, además, hay restaurantes típicos por El Salto donde puedes disfrutar los huevos de codorniz, la cecina y hasta cabrito”.
Entre los lugares más destacados de San Antón están el mercado de la Carolina, el panteón de la Leona considerado el más viejo de Cuernavaca porque fue construido en 1883 e inaugurado en 1885 y que ha sido escenario incluso de películas.
El Hotel Chulavista, que fue donde se formó la primera escuela de español y ahora se pretende hacer un centro cultural por parte de la universidad.