En una de las tantas anécdotas Arturo, de oficio mariachi, recuerda que en una ocasión que fueron contratados para llevar serenata a una joven fueron recibidos con cubetas de agua por parte de una mamá molesta de la pretensión del cliente, en otros más con pistola en mano fueron despedidos por los padres aun cuando “sin temerla ni deberla” como dice el dicho popular, solo fueron contratados.
“Nos contrató el cliente, nos dijo miren ustedes van a llegar a esa dirección, van a tocar tal canción y el cliente nos estaba esperando ahora sí que, en una esquina, ya nosotros nos acercamos a la casa comenzamos a tocar y que sale la mamá de la novia, sale con la cubeta de agua y zas, y hasta eso el cliente no nos dijo su nombre”.
¿Era agua caliente o fría?, fue la pregunta expresa.
“Fue agua fría”, responde sonriente.
“Y ahí vamos, como quiera una corre éramos jóvenes en ese entonces, pero había un compañero ya de edad que no podía correr pues órale, le llegó el agua su espalda y pues ahí ya tuvimos que hablar con el cliente, porque el traje lo llevamos a la tintorería y pues cuesta también, así que nos tuvo que dar un pago extra”.
En otra ocasión, recuerda en sus 20 años de oficio, que hubo un padre de familia que salió con pistola en mano para despedirlos, pero ellos con temor, pero con el compromiso por delante “seguimos tocando hasta que ya nos dijeron, y nos fuimos, los clientes no nos dicen y ese es el riesgo que tiene uno al llevar serenatas”.
Pero de esos 14 de febrero solo quedan los recuerdos, dice Arturo, pues en este año de pandemia los clientes han preferido regalar una rosa que una canción la cual se ofrece hasta en 250 pesos depende el acuerdo al que se llegue con la persona.
“Simplemente nos dicen que no y ya, pero los clientes que si contratan por lo regular nos piden la de Hermoso Cariño de Vicente Fernández, es así como tratamos de salir adelante porque la gente ya no contrata como antes por hora”.
Mientras esperan a los clientes aguardan en una sombra que da a los pocos árboles que quedan en donde estaba el “Puente del Mariachi”, el cual hace años fue derrumbado, solos con el instrumento a la espalda lamentan no tener mayor demanda.