El coronavirus SARS-CoV-2 llegó para quedarse y seguirá presente, pero ahora esperamos que produzca una enfermedad más leve, con síntomas característicos de un padecimiento respiratorio, afirmó el académico de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM, José Alberto Campillo Balderas.
El integrante del Laboratorio de Origen de la Vida aseguró que en Biología “no podemos predecir la evolución”, y tampoco hay que perder de vista un factor de azar: las mutaciones del virus.
Durante la conferencia ¿Se acabará la pandemia con ómicron? Qué sabemos al día de hoy, del ciclo Ciencia desde Ciencias online, el universitario recalcó: "Un factor que en ocasiones no se considera y es impredecible, es el humano, porque si usamos el cubrebocas mal puesto, si no nos lavamos las manos, si no hay ventilación en espacios cerrados, etcétera, damos oportunidad a que los virus y sus mutaciones tengan alguna ventaja".
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Campillo Balderas mencionó que también hay una “carrera” de las variantes por ver cuál se transmite más o cuál es más virulenta. Con su sistema inmunitario las personas juegan un papel relevante y las contrarrestan, por eso es tan importante vacunarse.
Cualquier virus, en particular los de ARN (ácido ribonucleico), tienen una tasa de mutación alta, lo que permite generar distintas variantes. Las del SARS-CoV-2, alfa, beta, gamma, delta y ómicron son de preocupación debido a los cambios que han presentado en la llamada proteína spike, que ocasiona alta transmisibilidad y virulencia, así como antigenicidad reducida; es decir, que son capaces de “escapar” del sistema inmunitario.
Este coronavirus seguirá evolucionando; habrá nuevas variantes, eso es seguro, pero esperemos que no sean de preocupación, y para evitar llegar a esa situación hay que continuar con las medidas de prevención, sobre todo la vacunación, con la cual esperamos que ómicron ceda pronto, mencionó.
José Alberto Campillo reconoció que se incrementó el número de contagios en niños, y eso se debe a que la vacunación fue dirigida, primero, a las personas más vulnerables, mayores de 60 años, con diabetes y otras comorbilidades, o con un sistema inmunitario débil. Después a otros sectores hasta llegar a los jóvenes.
No obstante, son pocos los menores inoculados a escala mundial, a pesar de que también se infectan, transmiten el virus, pueden llegar a ser hospitalizados y morir: hasta el año pasado se registraron más de 900 menores fallecidos por esta enfermedad en nuestro país. Por lo anterior, las campañas de vacunación deben enfocarse también en esa población, recomendó el universitario.
El especialista alertó acerca de la desigualdad sanitaria, donde unos países aplican la cuarta vacunación y otros, principalmente africanos, no alcanzan ni siquiera 10 por ciento de su población.
Ómicron se generó, probablemente, porque había personas con un sistema inmunitario débil, lo cual permitió que el virus “se adaptara”. Por eso es fundamental poner atención en los países con poca vacunación, porque ahí pueden generarse variantes de preocupación. “La pandemia, por desgracia, ha evidenciado las desigualdades que nos afectan a todos”, dijo.
Todo humano debe ser vacunado, no importa si es niño, adulto, de México o Tanzania, con un sistema inmunitario débil o no. Hasta que 85 por ciento de la población lo esté, tendremos la llamada “inmunidad de rebaño”.
Con información de la UNAM
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