Elisa Priscila Hernández Becerra es una atleta de 20 años que ha sido capaz de vencer hasta la propia muerte en dos ocasiones.
De niña, a escasos seis meses de nacida, salió de un coma al que entró, producto de una grave deshidratación generada por una infección en la garganta y el estómago.
Al año de edad volvió a recaer, y como en la primera ocasión, Priscila regresó a la vida. Entre ambos eventos, pasó prácticamente dos meses hospitalizada en una cápsula y con constantes transfusiones sanguíneas en el Hospital Durango de la Ciudad de México.
Sin embargo los fuertes trastornos sufridos en sus funciones cerebrales y pulmones, le dejaron secuelas no detectadas al principio por los médicos.
Fue semanas después al notar que no tenía la movilidad de otros niños acorde a su edad, como la familia de Priscila recibió la mala noticia: su hija, la cuarta de la familia formada por Eliseo Hernández y María de la Luz Becerra, había sufrido daño cerebral por la muerte de varias de sus neuronas en los dos trances.
La prescripción médica fue daño cerebral limítrofe, lo que vino a cambiar en definitiva el rumbo de vida de la niña y la propia familia.
EL MILAGRO DE LA NATACIÓN
"Antes de empezar a caminar, Priscila aprendió a nadar", dice durante entrevista la madre de Priscila, quien trabaja vendiendo billetes de la Lotería Nacional desde hace 45 años en Cuautla. "Desde que supimos que tenía ese problema cerebral, su pediatra recomendó meterla a natación para mejorar sus condiciones motrices, de otra manera decía que no iba a poder ni caminar", precisa.
"Mi esposo fue quien la inició en esta disciplina, aprendió gracias a él", revela. Fue así que la niña por cuestiones médicas, tuvo su primer contacto con el agua a los pocos meses de nacida.
"Con la natación tuvo más movimiento en su cuerpo, a desenvolverse y a oxigenar su cerebro, hasta que logró caminar al cumplir los dos años y medio", apuntó.
El tiempo pasó y Priscila fue ingresada al Centro de Atención Múltiple número 2 de Cuautla a los ocho años para estudiar la primaria. Aquí la niña tuvo la oportunidad de empezar a practicar la natación de forma más organizada con un grupo que se formó de natación con niños de esta escuela especial, los cuales acudían una vez por semana al balneario Agua Hedionda.
"Así empezó a entrenar con el profesor Roberto a quien le asignaron esa clase, en la cual Priscila era la alumna más destacada", comenta.
A la fecha la atleta no sabe leer, "sólo sabe escribir, pero su capacidad no alcanza para aprender a leer a pesar de haber cursado 12 años en la primaria. Al no haber escuelas especiales para ella de nivel secundaria, no ha podido continuar con sus estudios; vemos como un milagro lo que ha hecho la natación por ella, se ha desarrollado bien para tener mayor movilidad, sin embargo aún no cuenta con la capacidad de leer ", reconoció la María de la Luz.
LOS ÉXITOS
Bajo la instrucción de su entrenador, la niña empezó a incursionar en sus primeras competencias, la primera de ellas, recuerda, fue en la ciudad de Morelia en diferentes estilos, reconociendo que el Mariposa es su estilo favorito. A la fecha ha cosechado más de 100 preseas de diferentes colores, oro, plata y bronce, las más significativas en Paralimpiadas Nacionales, lo que le ha valido para ganarse varios reconocimientos de los gobiernos estatales.
Destaca el Premio Estatal del Deporte Adaptado que recibió en 2016 de manos del entonces gobernador de Morelos, Graco Ramírez, y el año pasado, ya con la nueva administración de Cuauhtémoc Blanco Bravo, recibió en noviembre un reconocimiento especial de manos del actual titular de Indem, Osiris Pasos, y del director administrativo Germán Villa.
NO TODO HA SIDO BRILLO
En esta destacada carrera dentro de la natación paralímpica, la atleta ha pasado de igual forma por momentos amargos, uno de ellos al quedarse sin quien fue su maestro de natación por más de 10 años.
El instructor fue demandado por los padres de la niña por robo al tomar un dinero de una cuenta bancaria de la atleta donde habían depositado un apoyo que les otorgó el Gobierno estatal en 2016.
"Tuvimos que demandar al entrenador y dejó de dar clases, pues lo dieron de baja en el Gobierno del Estado, abusó de nuestra confianza, algo que le causó a mi hija una gran depresión, tanto que fue a parar al ISSSTE".
A más de dos años del hecho, Priscila ha tomado clases de forma esporádica, el último el año pasado pero el entrenador puso un precio muy alto por entrenarla, 700 pesos mensuales que la familia no tiene para mantener la carrera deportiva de su hija.