De acuerdo con el catolicismo, en aquellos tiempos existía una ley litúrgica que obligaba a las mujeres a presentarse en los templos 40 días después de dar a luz, a fin de llevar una ofrenda; asimismo, se debía llevar al primogénito para ser consagrado.
Cuando la Virgen acudió al templo con Jesús y José, se relata que Simeón tomó a Jesús, lo bendijo y vaticinó que sería la luz que iluminaría a los hombres de buen corazón.
Es así como en México, la tradición católica condujo a los fieles a los templos. Inicialmente, aquellos que obtenían “el muñeco” en la rosca, debían vestir la imagen de los anfitriones y presentarla en la Iglesia con candelas (velas de parafina, de ahí el nombre de Candelaria), a fin de recibir bendiciones, y para recordar que Jesús es la luz del Mundo. Al término, todos se reunían a fin de almozar, tal y como se hace tras un bautismo con atoles y tamales.
Sin embargo, en la actualidad la tradición simplemente indica que quien haya obtenido “el muñequito” en la rosca debe invitar los tamales, sin mayores ceremonias.
De cualquier manera, católicos o no, la fecha y los tamales se convierten en un buen pretexto para la sana convivencia.
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Con información de Catholic.net