El multitudinario festival del agua de Birmania, también llamado Thingyan, que celebra la llegada del Año Nuevo, se quedó esta vez sin gente por las medidas de confinamiento para luchar contra el coronavirus.
La ciudad de Rangún está vacía y sus habitantes obligados a quedarse en casa.
Las bicicletas y los 'rickshaws' de reparto de comida se han apoderado de la ciudad, sustituyendo al intenso tráfico habitual, tras la orden del gobierno de no salir de casa excepto para comprar comida o recibir cuidados sanitarios.
Este domingo Birmania tenía 38 casos confirmados oficialmente, con tres muertos, pero se teme que el número real de víctimas sea muy superior por la falta de tests.
Las imágenes de años anteriores durante el festival mostraban calles llenas en todo el país, con gente rociando agua con mangueras y multitudes bailando música tecno que salía de enormes altavoces.
Pero este año el silencio es total, roto solamente por el graznido de un cuervo, el gorjeo de una paloma o el motor de algún que otro taxi que busca clientes.
"Thingyan está en el corazón de cada una de las personas de Birmania", dijo a la AFP con aire triste Soe Moe Aung, de 36 años.
El final oficial de la fiesta y del confinamiento están previstos para el próximo domingo aunque el gobierno podría tomar nuevas medidas para contener el virus.
Frank Smithuis, un experto en salud pública de Rangún, dijo que un confinamiento largo sería "devastador" para Birmania y otros países pobres de la región, donde gran parte de la población vive en la precariedad.