Convertir a Chile en el primer país de América Latina en lograr el desarrollo era la permanente obsesión de Sebastián Piñera, el dos veces presidente del país sudamericano fallecido el martes en un accidente aéreo a los 74 años de edad.
Piñera murió luego de que el helicóptero en que viajaba capotó en el Lago Ranco, en el sur del país, confirmó su oficina.
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Con una fortuna cercana a los 3 mil millones de dólares, el controvertido doctor en economía en Harvard enfrentó siempre críticas por su pasado empresarial y el rechazo a algunos de sus aliados políticos vinculados a la dictadura de Augusto Pinochet.
Su agudo olfato para los negocios, además de su temperamento controlador y obsesivo, lo hizo centro de varias polémicas pero al mismo tiempo le permitió amasar un patrimonio que lo llevó incluso a la famosa lista Forbes.
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La pasión empresarial del santiaguino, nacido en diciembre de 1949, se trasladó a la política, llegando a senador entre 1990-1998.
"Yo sabía que mi verdadera vocación era el servicio público y me fui a la política", confesó en una entrevista en marzo de 2019, en la que también afirmó que no estaba en sus planes un tercer mandato.
Aunque en 2005 perdió la carrera presidencial contra la socialista Michelle Bachelet, cinco años después marcó un hito al convertirse en el primer conservador en llegar al poder desde el retorno a la democracia en 1990 luego de cuatro gobiernos de centroizquierda.
El inicio de su primer mandato estuvo enfocado en la reconstrucción tras un terremoto y tsunami que sacudió la zona centro-sur del país, aunque también se anotó victorias como el sorprendente rescate de 33 mineros atrapados a 700 metros de profundidad, que inspiró una película en Hollywood.
Convencido de que el crecimiento económico era la clave para mejorar la calidad de vida y lograr el desarrollo, fue un defensor de la inversión y de las reformas para modernizar al mayor productor mundial de cobre.
Pero sus frases "La Educación es un bien de consumo" y "Nada es gratis en esta vida", sobre sus reservas respecto a la gratuidad universal, marcaron un duro período de protestas en su contra.
En octubre de 2019, en su segundo mandato, enfrentó el denominado "estallido social", serie de manifestaciones y disturbios con que los chilenos, principalmente en Santiago, salieron a las calles a protestar contra el sistema neoliberal. El detonante fue el alza del pasaje del transporte público.
Tiempos mejores
Su gusto por la improvisación a la hora de dar discursos lo llevó a cometer errores o hacer desafortunados comentarios que sus detractores llamaron "piñericosas", a lo que el mandatario muchas veces buscó sacar provecho.
En una oportunidad regaló al plusmarquista olímpico Usain Bolt una foto trucada donde el mandatario aparecía corriendo contra el atleta.
Pese a su tono áspero y la percepción de "lejano", según varias encuestas, en 2017 logró una sólida segunda victoria electoral para suceder nuevamente a Bachelet.
"Es difícil gobernar, pero eso no es razón para renunciar a hacer todo lo posible por ser un buen gobierno", dijo al diario El Mercurio en junio 2019.
El también piloto de helicópteros volvió con la promesa de "tiempos mejores", pero la volatilidad global, sumado a una debilidad en el precio y la producción de cobre nublaron sus intenciones.
También enfrentó la pandemia de COVID-19 en su segundo mandato. En un primer momento recibió muchas críticas por los bajos montos en ayuda para las personas, lo que se sumó al descontento de la población.
Pero luego, su manejo de las políticas oficiales de vacunación convirtieron a Chile en uno de los países modelo en el manejo de la situación sanitaria.
Pese a sus vínculos y apoyo por parte de los partidos de derecha, Piñera siempre afirmó haber votado contra Augusto Pinochet en el referendo de 1988 que permitió la vuelta a la democracia en el país.
El fallecido líder también lamentó su agria relación con su hermano José, un economista y exministro de Pinochet que creó el sistema de fondos de pensiones, elogiado por varios países aunque criticado por gran parte de los chilenos.
Piñera no pudo disipar las dudas sobre su pasado como hombre de negocios, multado por reguladores, denuncias de uso de información privilegiada y vinculado directa o indirectamente a otros escándalos. Pero siempre negó haber actuado indebidamente.
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Sobre un escándalo por préstamos irregulares de un banco que dirigía en la década de 1980 aseguró antes de ganar su primera presidencia que fue "víctima de una acto injusto, ilegal y arbitrario". Por ese caso fue condenado por la justicia y se mantuvo prófugo por algunos días.
En una oportunidad reconoció que le hubiese gustado ser reconocido de mejor forma, pero siempre confió que sus logros hablarían por sí mismos.
"El tiempo no es nuestro aliado, va a ser nuestro juez", dijo en un discurso ante el Congreso en 2011.