Hace sólo un par de décadas, el criterio con el que actuaba la gente se basaba en fuentes de información que hoy parecen dejar de serlo: la escuela, la iglesia y los medios de comunicación tradicionales, un papel que hoy ejercen con mayor fuerza las redes sociodigitales, cuyo impacto sobre el statu quo es innegable, pero no siempre positivo.
La desinformación, la falta de preparación de algunos medios, los linchamientos digitales y las campañas de desacreditación forman parte de un nuevo problema que requiere de un compromiso igualmente nuevo por parte de todos, lo que algunos han llamado como un proceso de “nueva alfabetización”, pero que Rossana Reguillo, Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Jesuita de Guadalajara y coordinadora del Laboratorio de Innovación Tecnológica y de Estudios Interdisciplinarios Aplicados (Signa Lab) llama “la acción conectiva”.
“Soy una ferviente defensora de las redes sociales. Creo que llegaron para ayudarnos a ser mejores personas, pero a veces me falta el optimismo y pienso que no estamos usando todas estas herramientas tecnológicas en el mejor sentido posible”, explica la especialista, vía telefónica.
Desde su apertura en 2016, Signa Lab ha realizado varios análisis y estudios en torno a tres dimensiones: el uso de las redes sociodigitales como herramientas para la autoorganización de la sociedad, el crecimiento de la polarización que encuentra en estos medios un espacio propicio para la crispación social, y las narrativas orgánicas y artificiales en la construcción de la representación de la realidad.
Tristemente, los resultados se inclinan hacia un panorama que tiende a empeorar:
“Desde marzo de 2019 hemos venido documentando el creciente uso de las plataformas sociodigitales, como Twitter y YouTube, para impulsar campañas de odio, de desinformación y de desacreditación de voces disidentes, de mujeres y hombres periodistas, que utilizan su voz pública para intervenir en el debate, y esto ha agravado, lejos de mejorar”, afirma la investigadora.
Y aunque las campañas de desacreditación son muy frecuentes cuando se dirigen a comunicadores y comunicadoras, lo cierto es que nadie está exento.
Las consecuencias
Las consecuencias de los linchamientos digitales no se desarrollan siempre en el ámbito virtual, sino que pueden tener afectaciones en el ámbito laboral y personal de sus víctimas. Por recordar un caso muy conocido y para darse una idea: en 2016, tras publicar su columna “No me gusta Juanga (lo que le viene guango)”, el periodista cultural Nicolás Alvarado fue objeto de tal cantidad de comentarios desaprobatorios en las redes sociales que se vio orillado a renunciar de la dirección de TV UNAM. Y esto ocurre frecuentemente, en mayor medida, con las voces disidentes que deciden pronunciarse en el ámbito político, especialmente en una época en que la sociedad se encuentra polarizada en torno al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
“Es la consolidación del pensamiento único, donde el consenso es lo más importante, donde todos estamos de acuerdo, y el disenso o el pensamiento diferencial suelen verse como una especie de ataque”, agrega Rossana Reguillo.
En los últimos años, Signa Lab ha investigado este fenómeno y advertido sobre un clima dañino para el debate, específicamente en Twitter.
“Estos espacios deben seguir funcionando para construir alianzas y para acceder a puntos de vista que no están de acuerdo con los nuestros, sin que eso signifique que el otro ‘está mal’, o deba ser acallado”, advierte el análisis “México 2019: la disputa por la interpretación”, que explora el funcionamiento de la #REDAMLOVE en la plataforma del pájaro azul.
¿Cómo convivir mejor en la era sociodigital?
Las redes sociodigitales constituyen un nuevo territorio en el que todavía nadie es experto, ni siquiera sus propios creadores, como lo demostró hace poco Jack Dorsey, CEO de Twitter, al decirse preocupado por los constantes ataques a la conversación pública que se registran en esta red social y expresar que “estas son dinámicas que no esperábamos hace 13 años, cuando empezamos la campaña”.
Pero la Doctora Rossana Reguillo sigue siendo optimista y confía en que la “acción conectiva” nos permita aprender a convivir mejor con los demás en un debate sano que deje de propiciar linchamientos y desinformación.
En primer lugar, la especialista recomienda aceptar que las redes forman parte irrevocable de nuestra realidad, pero también ser capaces de resistir la crítica a nuestra voz discordante. Tal como ella expresa:
“Relajarte si la idea que tienes no alcanza consenso. Las luchas que nos hacen diferentes no son motivo de ataque al otro. El desafío de este mundo pandémico significa reconocer que todas las luchas son válidas”.